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ABC MADRID 31-12-2006 página 94
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  • EdiciónABC, MADRID
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94 CIENCIAyFUTURO DOMINGO 31 s 12 s 2006 ABC Objetivo, encontrar un nuevo planeta Tierra El lanzamiento del satélite europeo Corot es sólo el último capítulo de la búsqueda de planetas extrasolares, que empezó hace más de una década JOSÉ MANUEL NIEVES MADRID. Es una de las últimas revoluciones de la astronomía y, a la vez, la realización de un sueño que hasta hace poco más de una década parecía inalcanzable. Una vez más, es la tecnología que está a disposición de los estudiosos del cielo (junto a enormes dosis de imaginación e ingenio) la que está consiguiendo convertir en realidad lo aparentemente imposible. Hoy, en efecto, hemos conseguido ver lo que sucede alrededor de otros soles, estudiar decenas de sistemas planetarios en plena formación y observar cientos de mundos individuales alrededor de estrellas lejanas. Desde el año 1993, unos 200 planetas externos al Sistema Solar han sido localizados, estudiados y clasificados por los astrónomos. El más cercano a nosotros, Epsilon Eridani, gira alrededor de la estrella del mismo nombre, a una distancia de 10,4 años luz. El más lejano, OGLE- TR- 56 b, está bastante más lejos, a 17.000 años luz de la Tierra. Todo comenzó en 1993, cuando el astrónomo polaco Alexander Wolszczan anunció el descubrimiento de tres grandes objetos en órbita del pulsar PSR 1257+ 12. Un pulsar es lo que queda de una estrella después de que explote en forma de supernova, un denso núcleo de neutrones que gira a gran velocidad y que emite, de ahí su nombre, pulsos electromagnéticos a intervalos regulares. Como auténticos faros espaciales estos objetos fascinan a los científicos desde hace décadas. Para Wolszczan, los cuerpos que descubrió alrededor de PSR 1257+ 12 también podían atribuirse a la explosión estelar que originó el pulsar. Por supuesto, no se trataba de planetas como el nuestro, sino de objetos de grandes dimensiones, de tamaños comparables al de estrellas pequeñas, formados, además, durante un episodio catastrófico y girando alrededor de una estrella moribunda. Un primer paso para la ciencia, pero que no tenía nada que ver con un sistema planetario como el nuestro. La carrera, sin embargo, había empezado y ya no volvería a detenerse. El primer planeta descubierto alrededor de una estrella del tipo de nuestro Sol fue anunciado el 6 de octubre de 1995 por los astrónomos suizos Michel Mayor y Didier Queloz. Se trataba de un gigante gaseoso, cientos de veces mayor que Júpiter, localizado en una órbita muy cercana a 51 Pegasi, una estrella que está a 47,9 años luz de distancia de la Tierra. El planeta fue bautizado como 51 Pegasi b. Al mismo tiempo, otro equipo científico, esta vez norteamericano, trabajaba febrilmente en su propio descubrimiento planetario, pero no logró adelantarse al grupo suizo. Liderado por Geoffrey Marcy, de la Universidad de California, el equipo anunció dos nuevos planetas extrasolares apenas unos meses después de que lo hicieran Mayor y Didier. Mundos nuevos Los nuevos descubrimientos no se hicieron esperar. A un ritmo cada vez mayor, astrónomos de todo el mundo empezaron a buscar, y a encontrar, nuevos mundos alrededor de estrellas lejanas. La resolución de los instrumentos y la puesta a punto de nuevas técnicas de detección ha ido permitiendo, además, ir afinando la búsqueda y localizar planetas cada vez más parecidos, en cuanto a características físicas, a nuestro propio hogar en el espacio. Sin embargo, hubo que esperar hasta junio de 2005 para que los científicos anunciaran el primer planeta terrestre es decir, sólido y no gaseoso, fuera del Sistema Solar. Se trata de Gliese 876 d, recuerda a Neptuno, es unas ocho veces mayor que la Tierra y es el tercer mundo que se descubre alrededor de la estrella Gliese 876, una enana roja (más pequeña y fría que el Sol) que se encuentra en la constelación de Acuario, a 15 años luz de distancia. Los otros dos planetas de este sistema (Gliese 876 b y Gliese 876 c) están más lejos de la es- trella y son gigantes gaseosos. Para quien se esté preguntando cómo es posible observar planetas que se encuentran a distancias tan enormes, aclararemos que no se trata de observaciones directas, como las que podemos hacer de Marte o la Luna. Para que un telescopio pudiera ver directamente un mundo más allá del Sistema Solar, su espejo principal debería ser enormemente grande, mayor incluso de cien metros, lo cual resulta imposible de conseguir con la tecnología actual. Nuevas técnicas Pero existen otras formas de darse cuenta de la presencia de estos ansiados mundos exteriores. Una de ellas, gracias a la cual se realizaron los primeros hallazgos, se basa en la mutua atracción que dos cuerpos ejercen uno sobre otro. Cuerpos que, en este caso, serían el planeta que se quiere ver y la estrella alrededor de la cual gira. Los primeros cazadores de planetas midieron, en efecto, las pequeñas perturbaciones gravitatorias sufridas por las estrellas que poseen planetas gigantes. Los cálculos permiten saber, a partir de dichas perturbaciones, el tamaño del planeta en cuestión y su posición en relación a la estrella a cuyo sistema pertenece. El método, sin embargo, aunque efectivo, sólo es capaz de identificar a los mundos más grandes. Jamás se podría encontrar así un planeta como la Tierra. Más reciente y sofisticado A pesar de que el primer planeta extrasolar fue descubierto en 1993, hubo que esperar hasta 2005 para encontrar uno terrestre En poco más de una década, los astrónomos han conseguido hallar cerca de 200 planetas en órbita alrededor de estrellas lejanas al Sol Planeta HD 149026, con una rotación tan rápida (2,88 días) que su año dura lo que un fin de semana en la Tierra

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