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ABC MADRID 10-11-2006 página 4
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ABC MADRID 10-11-2006 página 4

  • EdiciónABC, MADRID
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4 OPINIÓN VIERNES 10 s 11 s 2006 ABC PRESIDENTE DE HONOR: GUILLERMO LUCA DE TENA PRESIDENTA- EDITORA: CATALINA LUCA DE TENA CONSEJERO DELEGADO: SANTIAGO ALONSO PANIAGUA DIRECTOR: JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS Director Adjunto: Eduardo San Martín Subdirectores: Santiago Castelo, Fernando R. Lafuente, Alberto Pérez, Alberto Aguirre de Cárcer Jefes de Área: Jaime González (Opinión) J. L. Jaraba (Nacional) Miguel Salvatierra (Internacional) Ángel Laso (Economía) Juan Cierco (Sociedad, Cultura y Deportes) Mayte Alcaraz (Fin de Semana) Jesús Aycart (Arte) Adjuntos al director: Ramón Pérez- Maura, Enrique Ortego y Ángel Collado Redactores jefes: V. A. Pérez (Continuidad) A. Martínez (Nacional) M. Erice (Internacional) F. Cortés (Economía) A. Puerta (Regiones) J. Fernández- Cuesta (Sociedad) A. Garrido (Madrid) J. G. Calero (Cultura) J. M. Mata (Deportes) F. Álvarez (Comunicación- TV) A. Sotillo (S 6 y D 7) L. del Álamo (Diseño) J. Romeu (Fotografía) F. Rubio (Ilustración) y S. Guijarro Director general: José Luis Romero Adjunto al Consejero Delegado: Emilio Ybarra Aznar ARTISTAS, MECENAS Y ESPECULADORES L HACIA UN CAMBIO DE RUMBO EN IRAK L OS electores norteamericanos han sido abrumadoramente contundentes a la hora de censurar la gestión de la Administración republicana. Con la confirmación de los resultados en el Estado de Virginia, los demócratas han obtenido el control de las dos cámaras legislativas, algo que no sucedía desde hace doce años. El presidente George W. Bush ha sido claramente derrotado, y existen pocas dudas acerca de cuál ha sido la política peor valorada por los electores en los últimos dos años: la gestión del conflicto de Irak, que se había convertido en el elemento central de la campaña. Dado el desarrollo de los acontecimientos en aquel país, es evidente que los ciudadanos norteamericanos no pueden estar satisfechos por los resultados de una política que apoyaron con entusiasmo cuando se les pidió y que ahora se ha convertido en una pesadilla que pesa como una losa sobre la proyección de Estados Unidos en el mundo y sobre la percepción general de la seguridad internacional. Después de este varapalo, el presidente Bush no tiene más remedio que dar un golpe de timón en el rumbo de la gestión del conflicto de Irak: eso es lo que le han pedido los electores y es lo que le van a exigir los legisladores de la oposición demócrata desde las dos cámaras. Sin embargo, sería ilusorio pensar que con una política de consenso entre los dos partidos se vaya a desatar auntomáticamente el nudo gordiano. La verdadera dificultad no es decidir un cambio de política- -algo que se puede dar por hecho a la vista de que la primera consecuencia de la votación ha sido, precisamente, el relevo del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld- sino decidir qué política seguir en las actuales circunstancias, o incluso ver si a estas alturas hay otra política posible que sea muy diferente de la actual. Es evidente que la sociedad norteamericana está agotada por el esfuerzo de la guerra. No se trata de las bajas militares- -aspecto que afortunadamente no resiste ninguna comparación con otros conflictos no tan lejanos históricamente, como el de Vietnam- ni de las repercusiones financieras, puesto que la economía norteamericana sigue go- zando de buena salud y soporta sin mayores sobresaltos un altísimo precio del petróleo. Las causas del desasosiego de los ciudadanos norteamericanos y occidentales, en general, vienen de un rechazo profundo a la idea de la violencia en sí misma y del hecho de que ha sido precisamente la operación destinada a liberar a los iraquíes de un sanguinario dictador lo que ha desatado un infierno en aquel país, lo que no contribuye a pensar que el mundo es ahora más seguro, como se les prometió. Teniendo esto en cuenta, la Administración norteamericana tiene que redefinir la orientación de su política exterior- -y no solamente en Irak- pensando en que la lucha contra el terrorismo debe continuar, puesto que la amenaza no ha desaparecido, pero sabiendo que debe encontrar a toda costa medios que contribuyan a reducir la expresión violenta del fenómeno y a apagar los focos de tensión que lo alimentan. Así, debería contribuir de forma más decisiva que hasta ahora a la solución del conflicto palestino- israelí, donde por desgracia encuentran alimento ideológico muchos de los terroristas que luego dirigen sus ataques contra Occidente. No es descabellado pensar que una actitud más decidida por parte de EE. UU. en estos últimos años habría tenido efectos positivos también en Irak, mientras que ahora nos encontramos con situaciones doblemente explosivas en ambos escenarios. En todo caso, debería evitarse cualquier decisión precipitada, ya que los iraquíes- -o los afganos, que están siguiendo una trayectoria paralela- -no merecen que se les deje abandonados a su suerte. Resulta evidente que los militares norteamericanos invadieron Irak sin haber preparado con anticipación un plan realista para gestionar el país después de la caída del régimen de Sadam Husein. Sería un error aún más grave, que, en estas circunstancias, decidiesen hacer lo mismo a la hora de pensar en el repliegue y retirasen sus tropas sin haber planificado antes las consecuencias que una medida de este calado podría tener sobre la seguridad de todo el planeta. HIPOTECAS DE POR VIDA L A duración media de los créditos hipotecarios sigue aumentando. Los altos precios de la vivienda- -aunque comience a apreciarse un cierto enfriamiento, incluso con ligeras bajadas en algunas zonas- -y las recientes subidas de los tipos de interés, que continuarán, han provocado que quienes compran una vivienda necesiten, para poder pagar sus cuotas mensuales, firmar contratos con plazos de amortización cada vez mayores. Esto ha llevado a las entidades financieras a alargar su duración- -incluso hasta cuarenta años- -e ingeniar otras fórmulas que alivien a las familias, que como media destinan ya el 50 por ciento de su renta disponible al pago de la vivienda. Las dificultades para adquirir una casa han hecho que la duración media de los créditos se situara al final del tercer trimestre del año en 322 meses- -más de 26 años- según datos del Colegio de Registradores de España. El aumento en ese trimestre fue del 2,2 por ciento, la mayor subida desde 2005, lo que representa un incremento de veintiún meses sobre la cifra de hace dos años. Este constante alargamiento en los plazos viene motivado por la necesidad de quien compra una vivienda a plazos de reducir el efecto del continuado y fuerte aumento del precio del suelo y la cada vez mayor repercusión que tiene en las cuotas la subida de los tipos de interés, ya que en España la inmensa mayoría de las hipotecas se contrata a in- terés variable, algo que en periodos de subida de tipos, como el actual, provoca que se amortigüe su impacto futuro alargando los plazos. Se trata, además, de subidas que continuarán, ya que el propio presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, pronostica que antes de finales de año aumentarán al menos otro cuarto de punto, con lo que la variable pasará del actual 3,25 por ciento al 3,5. Con ello el euribor, principal referencia en los créditos hipotecarios, repuntará de nuevo desde el 3,8 por ciento actual, su nivel más alto desde 2002. Todos estos factores han provocado que el endeudamiento de las familias se sitúe en niveles peligrosos, al representar un claro factor de riesgo para la economía española por la alta probabilidad de un repunte de la morosidad. De este fenómeno ya han advertido reiteradamente la OCDE, el FMI, la Comisión Europea y el Banco de España: el nivel de endeudamiento de las familias superará en 2008 el 100 por cien del PIB y el 160 por ciento de su renta disponible, niveles que, además, merman el ya raquítico ahorro de los hogares españoles, de los que sólo un tercio consigue ahorrar. Estas cifras sitúan nuestra tasa de ahorro entre las más bajas de la eurozona, con descensos continuados desde mediados de la pasada década, lo que ha disparado el endeudamiento de los hogares hasta alcanzar, el pasado año, el 54,2 por ciento, según datos de Funcas. A tendencia especulativa ha regresado al mercado del arte. La situación actual recuerda a la de los años noventa, cuando se disparó la valoración de algunos grandes maestros. El famoso Retrato del doctor Gachet de Van Gogh- -hoy en paradero desconocido- encabezó durante muchos años la lista de los cuadros más cotizados hasta que en 2004 fue destronado por el Muchacho con pipa de Picasso, que ha dejado su lugar hace unos meses a una obra de Klimt, adquirida por un magnate de la cosmética. En los últimos tiempos, los hombres más ricos del mundo han emprendido una carrera desenfrenada en la búsqueda de obras de arte, incluyendo algún episodio tragicómico como el lienzo del propio Picasso destrozado por un codazo involuntario de su dueño, poco antes de la venta. Recientemente, un empresario de origen mexicano parece haber adquirido una obra de Pollock por un precio récord de 140 millones de dólares. La confusión aumenta con la entrada en juego de obras expoliadas por los nazis a sus propietarios judíos, lo que genera una notable inseguridad en determinadas transacciones: otro retrato firmado por Picasso en su época azul acaba de ser retirado de una casa de subastas ante la eventual presentación de nuevas demandas judiciales. El mercado del arte en Nueva York (así como, en menor medida, en Londres y otras grandes plazas) alcanza cifras espectaculares, de manera que las inversiones se revalorizan en pocos meses y la cotización de algunos artistas sube muy por encima de los méritos que les reconoce la crítica. El arte se ha convertido en una inversión rentable, que permite realizar beneficios en poco tiempo. Aunque sigue habiendo excepciones, los clásicos mecenas y coleccionistas enamorados de la belleza están dejando paso al inversor puramente mercantilista que convierte a la pintura y la escultura en simples valores de cambio. Es frecuente que obras vendidas a precios astronómicos desaparezcan de la circulación durante años, de manera que el público no puede disfrutar de ellas y se limita a contemplar atónito tales maniobras y estrategias mercantilistas. Es sabido que el mercado negro mueve también muchos miles de millones en piezas de alto valor histórico y cultural, a pesar del esfuerzo de las brigadas policiales especializadas en patrimonio artístico, cuyos medios personales y materiales son casi siempre insuficientes. Entre el expolio y la especulación, se degrada sin remedio la condición del arte como fuente de contemplación estética. De ahí la necesidad de una legislación que garantice la seguridad jurídica y la seriedad de las transacciones. Las grandes casas de subastas son las primeras interesadas en que el mercado practique ese juego limpio que a veces se echa en falta, puesto que ellas mismas han conseguido mejorar su imagen, deteriorada en su momento por algunas operaciones puestas bajo sospecha. La cultura y el dinero no están reñidos, por supuesto, pero la relación entre ambos debe ser siempre clara, pública y transparente.

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