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ABC MADRID 07-11-2006 página 33
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MARTES 7- -11- -2006 Un camaleónico Daniel Ortega vuelve al poder en Nicaragua sin segunda vuelta 33 Los graves desgarros de la democracia americana Los estadounidenses votan hoy para renovar todo el Congreso y un tercio del Senado con un sistema que necesita profundas reparaciones. Miles de abogados se ha movilizado para posibles impugnaciones POR ALFONSO ARMADA ENVIADO ESPECIAL FILADELFIA. Nadie ha superado la temprana y elocuente descripción que Alexis de Tocqueville hizo en La democracia en América de un sistema basado- -a diferencia del socialista- -en la convicción de que los hombres no son ángeles, sino todo lo contrario, y que la única forma de evitar el abuso de poder es dividiéndolo. Pero hace tiempo que una democracia exhibida como modélica se ha anquilosado y, como recalcan politólogos, especialistas en sufragios y recuentos y hasta algunos representantes honestos de la clase política estadounidense, necesita profundas reparaciones si pretende seguir reflejando los deseos de la mayoría y protegiendo a las minorías. Hoy se celebran unas elecciones legislativas en las que se renueva un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes. Miles de abogados han sido movilizados por demócratas y republicanos para impugnar los resultados en los distritos donde la victoria dependerá- -como ocurrió en las dos últimas presidenciales, primero en Florida, después en Ohio- -de cómo se valoren y cuenten los votos. Si un Tocqueville redivivo volviera a Estados Unidos, ¿se echaría las manos a la cabeza? Su aserto de que no conocía otro país donde el amor al dinero ocupe un lugar tan amplio en el corazón del hombre y donde se profese tanto desprecio por la teoría de la igualdad permanente de bienes no sólo no ha perdido vigencia, al contrario, sobre todo si consideramos las sumas astronómicas que se invierten en las elecciones y el regulado mecanismo de los grupos de presión lobbies de las grandes corporaciones que dan grandes sumas a los partidos para que los congresistas elegidos gracias a sus arcas velen por sus intereses: ante la hipótesis avalada por las encuestas de que los demócratas pueden hacerse con la mayoría, las corporaciones han empezado a volcar carretillas de dólares en la ventanilla demócrata. Y no se trata de filantropía. Una constante que se repite cuando domina un partido- -y que los republicanos han aprovechado a fondo- -es redistribuir los distritos electorales (chanchullo o gerrymandering término vinculado a Elbridge Gerry, gobernador de Massachussets que en 1812 dictó una ley para dividir el Estado en nuevos distritos para el Senado, lo que proporcionó a los entonces demócrata- republicanos una representación desproporcionada) Gracias a esas prácticas, desde 1998 los que cuentan con un escaño en la Cámara de Representantes han sido reelegidos en el 98 por ciento de los comicios. En buena medida, el 2 por ciento restante es el que hoy permitirá una oscilación que puede cambiar el color dominante de la cámara. Otro problema que se arrastra de elección en elección es el de las máquinas de votación. Aunque se han gastado millones de dólares en sustituir los aparatos que tantos quebradero de cabeza dieron en el año 2000 en Florida, muchas de las nuevas son peores. En 2004, Florida purgó a 50.000 electores bajo el supuesto de que habían sido convictos: muchos fueron incluidos de forma errónea y, curiosamente, 22.000 eran negros y sólo 63 hispanos. Un miembro de un colegio electoral repasa listas en Miami mo Michael Waldeman y Wendy Weiser reclaman la urgente necesidad de implantar un sistema universal de inscripción para los votantes, en el que el Gobierno garantice el derecho de todo ciudadano al sufragio. Michael Kinsley, editor de Guardian Unlimited (página electrónica del diario británico The Guardian escribía el domingo pasado en el Book review del New York Times que la mayor amenaza para la democracia en América es la deshonestidad intelectual y el cinismo de los políticos que no se sienten obligados a que sus argumentos sean lógicamente consistentes Kinsley recuerda que en los comicios del año 2000, el equipo de Bush difundió la especie de que sería un error que Gore ocupara la Casa Blanca si obte- AFP Sistema vulnerable No hay un sistema unificado de votación para todo el país, y en el interior de muchos estados conviven sistemas en los que el elector ha de tocar una pantalla, otros utilizan un lector óptico, algunas proporcionan un resguardo en papel, otras son vulnerables a piratas informáticos. A eso se añade el espectro de exigencias a la hora de votar: desde permisos de conducir y documentos de identidad temporales (implantados en Indiana) a pasaporte y certificado de nacimiento (sumados a otros documentos oficiales) en Arizona) A falta de un DNI estadounidense, analistas co- Aunque se han gastado millones de dólares en sustituir las máquinas de votación de Florida, muchas de las nuevas son peores nía el colegio electoral y Bush ganaba el voto popular. Ocurrió exactamente lo contrario, y los partidarios de Bush se esforzaron entonces en recordar que el colegio electoral es un eje de la Constitución estadounidense. Para Kinsley, ninguna reforma electoral puede arreglar la mayor flaqueza de la democracia americana. No hay sanción para quien dice algo en lo que es evidente que no cree: No hay recompensa para la consistencia lógica, ni castigo por cambiar tu argumentación en función de las circunstancias Acaso ese mal tenga más que ver en cómo se construye la realidad, cómo la perciben los electores, y en qué medida los hechos son manipulados hasta convertirse en caricatura. Un mal que no es sólo americano

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