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ABC MADRID 29-10-2006 página 34
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  • EdiciónABC, MADRID
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34 INTERNACIONAL La polémica del velo DOMINGO 29 s 10 s 2006 ABC OTRO TELÓN DE ACERO Jack Straw da en el clavo al señalar que la pañoleta primero y el velo completo a fortiori constituyen un muro de automarginación Pero dentro de una misma sociedad o comunidad religiosa se dan contradicciones, cambios en el empleo o la adjudicación de túnicas, mantos, colores: el viajero Ibn Battuta (siglo XIV) señala como rareza que las mujeres musulmanas en la India se distinguen por no perforarse las orejas, al contrario de las infieles Del mismo modo, mientras en la Edad Media se prohibía a las cristianas portar velo (una cosa reservada para las musulmanas libres, como marca de su status) en la actualidad en algún país (Indonesia, Paquistán) se las está obligando a llevarlo, como forma de sometimiento a la comunidad islámica dominante. En el islam, la carencia de una cabeza rectora que marque la doctrina y los usos y costumbres con claridad, por añadidura a la ambigüedad de algunos pasajes del Corán (24- 31; 33- 53) permite que los integristas más recalcitrantes estén presentando al siempre boquiabierto Occidente como un mandato divino, un imperativo religioso, lo que no es sino la concreción de sus propios afanes represivos y de dominio sobre el sexo femenino. En puridad, encasquetarse, o no, un velo no fabrica una musulmana de mejor calidad. Sólo establece el vínculo de pertenencia cerrada a una comunidad y a un hombre (padre, marido) al tiempo que fija una barrera insalvable y nada amistosa- -por decirlo educadamente- -de cara a la población no musulmana que circunda a la mujer. Jack Straw da en el clavo al señalar que la pañoleta primero y el velo completo a fortiori constituyen un muro de automarginación erigido por una comunidad muy aficionada a lamentarse por marginaciones reales o supuestas. Es más que conveniente y deseable que los inmigrantes se integren en los países de acogida, en primer lugar por su propio interés y secundariamente por la necesaria estabilidad y coherencia que toda sociedad humana requiere. Quitarse el velo (no digamos para actividades públicas o de identificación como carnets, pasaportes, etc. no significa dejar de ser musulmana- -o en poco tienen el valor de su fe- -pero sí ofrece un gesto de acercamiento y proximidad que es siempre bienvenido: si realmente es eso lo que se busca y no su contrario. Serafín Fanjul a indumentaria y sus complementos (joyas, tatuajes, amuletos, escarificaciones) a lo largo de la historia no sólo han tenido una finalidad funcional o meramente decorativa. También han servido para marcar distancias entre seres humanos mediante la obligación o prohibición de usar determinadas prendas, colores, tocados, etcétera. La adscripción grupal se simplifica acudiendo a un cierto ropaje y así conocemos la clase social, la pertenencia étnica o la fe religiosa de modo automático con la mera contemplación de las ropas que viste una persona cualquiera. La modernidad, en los países desarrollados, ha limado mucho esas manifestaciones superficiales aunque no las ha hecho desaparecer del todo. Sin embargo, cuando un grupo intenta reforzar su cohesión pastoreando a sus miembros de manera férrea, es frecuente que utilice de nuevo el recurso vestimentario o algún elemento exterior que ponga al individuo al margen de la comunidad mayoritaria, a la par que lo sume de forma inapelable dentro de sí misma. El islam no es la única confesión que basa su identidad en gran medida en signos externos y en el cumplimiento de fórmulas rituales de rigurosa difusión pública encaminadas a ocupar el espacio de todos, pero sí es probablemente una de las más apegadas a ese procedimiento de reafirmar la fe. En el siglo XVI los moriscos de España sufrieron más de un disgusto por su contumacia en la negativa a adoptar las ropas y costumbres de los cristianos, que objetivamente constituían una cuestión secundaria. Sabido es que cuando Aben Humeya se sublevó en diciembre de 1568 uno de sus primeros actos consistió en presentarse en hábito de moro Y no menos conocidos son, por otra parte, los esfuerzos del morisco Francisco Núñez Muley, en un plúmbeo memorial a Felipe II, por conseguir que el rey consintiese el uso de vestidos moriscos a los más o menos sinceros cristianos nuevos. L AP Una joven, muy grave tras el ataque a un autobús en Marsella Una mujer de 26 años se debatía anoche entre la vida y la muerte después de que unos desconocidos incendiaran un autobús público de Marsella (en la imagen) La joven no tuvo tiempo de abandonar el vehículo y fue alcanzada por las llamas. Un año después del estallido racial en Francia, la violencia ha regresado a sus calles. Túnez se desmarca y legisla en contra de la imposición El velo islámico sigue causando furor en el Magreb s Por religión, como protesta, para buscar marido o como antihombres... LUIS DE VEGA, CORRESPONSAL RABAT. El hijab pañuelo con el que muchas mujeres musulmanas se cubren la cabeza, se ha convertido en algo más que un símbolo religioso que, a menudo, nada tiene que ver con el riguroso niqab que las tapa por completo. Por eso, el hecho de que en los países del Magreb se use el pañuelo cada vez más no siempre ha de relacionarse con el aumento del número de mujeres piadosas o que hayan radicalizado su postura. El hijab no es sólo una prenda de convicción religiosa. Lo llevan a veces chicas que no van a orar, o por presiones de sus padres o hermanos explica Mohamed Khachani, profesor de la Facultad de Derecho de Rabat. gión que ha legislado sobre el asunto, la polémica enfrenta en las últimas semanas a gran parte de la población con las autoridades. Entre los primeros se extiende cada vez más el uso del pañuelo, mientras que los segundos han desempolvado un viejo decreto de hace 25 años que prohíbe los hábitos sectarios y están empeñados en descubrir a las mujeres en todos los espacios públicos, incluidas universidades y colegios. Esto ha originado que mujeres que no solían llevarlo ahora lo lleven como medida de protesta. En Argelia, según refleja la prensa local en los últimos días, cada vez son más jóvenes las niñas que, de manera libre o forzada, se cubren con el hijab En Marruecos muchas han elegido esta opción por puro pragmatismo. Bien para dar una imagen más casta ante los posibles candidatos a convertirse en marido o, muy al contrario, para quitarse de encima a moscones que buscan sus presas entre las más descocadas. Este debate sobre los símbolos religiosos es seguido de cerca por Europa, donde también se torea con el asunto. Es un problema complejo porque se ha politizado. En este nuevo contexto internacional (el uso del velo) a veces es una reacción de pobres contra ricos añade Khachani. Lejos de los colores oscuros que impone la tradición musulmana, el velo también ha acabado siendo pasto de la moda y en las boutiques las telas se renuevan atrayendo a una mayor clientela que huye de marrones, grises y negros para adaptarse a las nuevas tendencias. Lala Salma, esposa del Rey Mohamed VI de Marruecos, rara vez aparece en público con pañuelo. Ya Mohamed V abue, lo del actual Monarca y padre de la independencia del país, dio permiso a su hija Lala Aicha a salir sin cubrirse la cabeza hace medio siglo. Todo un gesto de tolerancia comenta el profesor Khachani. Algo así como las jóvenes- -pocas pero ruidosas que estos días, entre la incredulidad de unos y el deleite de otros, airean el palmito por Rabat o Marraquech con su hijab multicolor, los vaqueros apretados a más no poder y el tanguita fluorescente asomando por la cintura. Uso libre La gran mayoría de los ciudadanos, exceptuando los sectores integristas, defiende el uso libre del velo aunque suelen estar contra su imposición, así como contra su prohibición. En Túnez, el único país de la re-

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