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ABC MADRID 05-09-2006 página 52
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52 Cultura MARTES 5 9 2006 ABC Rachel Weisz, a su llegada al Lido veneciano para presentar la película The fountain de Darren Aronofsky AP Llegan a la Mostra de Venecia los directores de prestigio, y con ellos el aburrimiento Tsai Ming- Liang y Darren Aronofsky paralizan por un día la buena marcha del festival La noche de los girasoles de Jorge Sánchez Cabezudo, fue lo mejor de la jornada y lo único que arrancaba a los espectadores del muermo de Ming- Lian y Aronofsky E. RODRÍGUEZ MARCHANTE ENVIADO ESPECIAL VENECIA. Dos de los directores estrella de esta edición de la Mostra, Darren Aronofsky y Tsai Ming- Liang, compartieron ayer una doble dicha, la de competir con su cine por el León de Oro y la de tener rendida a sus pies a toda la crítica internacional. Absolutamente rendida, arrastrada e implorando una capitulación sin condiciones: ¡por favor, ya basta, esto es insoportable... Ambos cineastas, el uno independiente americano y el otro independiente chino, rodeaban al espectador con técnica muy distinta pero igualmente eficaz: el chino te mataba de aburrimiento y el americano, pues de algo cercano a la vergüenza ajena. Empezaremos por Tsai Ming- Liang, que tiene tanto prestigio en los festivales como los cruasanes en el desayuno; ha recibido en ellos premios de todos los colores y sigue, por lo tanto, aferrab La película española do a su estilo de narrar, del cual es un ejemplo perfecto la película presentada aquí, No quiero dormir solo título que, aunque bonito, no acaba de ajustarse a la historia que resbala pantalla abajo. Tal vez se debería de haber titulado Que no te vean, que no te oigan, déjalos dormir Sea lo que sea lo que quiere contar Tsai Ming- Liang, lo hace en un plano largo y oscuro y con menos dialogo que un sketch de Tricicle; los personajes son enigmas allí a lo lejos, en unos interiores húmedos de Kuala Lumpur (se sabe porque lo pone en la información adjunta) y sus acciones, o sea, las tres o cuatro que hay en las dos horas de película son del tipo lavarse, lavar a alguien, lavar ropa o fregotear un colchón... ¿Cómo resistirse a la fascinación de semejantes hechos? Personalmente, habré purgado ya unas diez o doce horas de la filmografía de Tsai MingLiang, por lo que me considero en disposición de proponerme para una de esas medallas al mérito deportivo. Sobre lo que cuenta No quiero dormir solo sino acompañado de toda la sala subtítulo que se le brinda generosamente) podría tanscribir lo que dice la sinopsis que piadosamente facilita el festival, aunque está tan próxima a lo que se ve como yo de mi merecida medalla. A algunos les pareció que la película de Aronofsky hacía buena la china, vista anteriormente, aunque lo cierto es que no es fácil de compartir eso, ni lo contrario. The fountain es el título y viene a contar con mucho trapo metafórico y mucho cordelillo zen la búsqueda de la fuente de la vida mediante tres historias alejadas en el tiempo y también de cualquier otra cosa que tenga que ver con el sentido del pudor. Una ocurre al pie de un templo maya con un supuesto conquistador español, el mismo que protagoniza la segunda, pero en la piel de un científico a la búsqueda de un remedio contra el cáncer para salvar de un terminal que padece su esposa, y que protagoniza también la tercera, un ser del espacio que viste un pijama naranja y que se pasea haciendo la flor de loto dentro de una burbuja por todo el cosmos... Aquí, el texto es tanto que compensa con creces la falta de él en la de Tsai Ming- Liang... Mucho texto y repetido una y otra vez sobre las potencias del universo, la carne del alma, el palpitar del árbol y cosas asá, muy nutritivas, como para compensar que se llevaba por delante las dos horas La noche de los girasoles magnífico ejemplar de cine fuerte, poderoso, bien tramado, contado e interpretado de la cena... Pues, si el sonrojo alimentara, salimos todos de allí bien cenados. Afortunadamente para el personal, ayer también se proyectó fuera de concurso la película española La noche de los girasoles de Jorge Sánchez Cabezudo, recién estrenada en las pantallas y un magnífico ejemplar de cine fuerte, poderoso, bien tramado, bien contado y bien interpretado. Salvo por el evidente hecho de que Cabezudo no es un apellido chino, no se nos ocurre ningún otro motivo para que lo que hace Ming- Liang haya que tragárselo en el cuenco de oro de la competición, y lo que ha hecho él como de prestadillo en plato plano. A lo mejor lo que habría que hacer es colar a un actor como Vicente Romero, aunque sólo fuera un rato, en cualquier película de Tsai Ming- Liang, y a ver qué pasa. Casi sin hacer ya pie en el folio, pero también se proyectó una nueva versión de aquella supuestamente terrorífica película de los setenta The wicker man dirigida ahora por el ultramoderno Neil LaBute (ayer, todos modernos) e interpretada por Nicolas Cage y Ellen Burstyn. Cualquier otro día hubiera podido llevarse una buena cantidad de capones, pero ayer, ante el panorama independiente chino- americano, hasta resultaba una peli entretenida y sólida, aunque nadie le pillara en ella un gesto nuevo a Nicolas Cage.

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