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ABC MADRID 16-07-2006 página 68
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ABC MADRID 16-07-2006 página 68

  • EdiciónABC, MADRID
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48 Sociedad DOMINGO 16 7 2006 ABC OLA SALMAN Ola sale de cuentas el 20 de julio. Espera a su cuarto hijo, en este caso una niña que se llamará Sandra No existe la felicidad completa B. LÓPEZ La pequeña de tres años junto a su madre tras regresar de Gaza FABIÁN SIMÓN Sara Salman, una pamplonesa que logró escapar de la guerra en la franja de Gaza Preguntaba a su padre cuándo iban a morir al oír las bombas ultrasónicas a punto de dar a luz a su cuarto hijo, teme que la situación se vuelva a repetir en el futuro, porque algún día han de volver BEGOÑA LÓPEZ PAMPLONA. Sara descansa tranquila en brazos de su madre, su mejor refugio. Sólo hace dos días que se han reencontrado. Mira con sus grandes ojos oscuros, pero en cuanto advierte la presencia de la cámara fotográfica, ya no quiere dar cara. Con sólo tres años, la pequeña pamplonesa, hija de padres palestinos, ha vivido el terror de la guerra en la franja de Gaza, un conflicto que le ha cambiado su comportamiento. Sara ha pasado de ser una niña alegre, abierta y cantarina, fan de los Lunis y peleona, en ocasiones, con sus hermanos, a estar la mayor parte del día llorando y pegada a su madre. El conflicto entre Israel y Palestina le ha tenido, junto a su padre, desde el 3 de junio retenida en la zona. La familia Salman se encontraba ayer sentada frente al televisor viendo el telediario. Pusieron la voz más alta cuando se habló del conflicto israelí. Mira Sara, indicó Isham Salman a su hija, ¿Sabes quién es ese? Es tu amigo, el periodista, el que te regaló la muñeca Y es que estas semanas, la pequeña ha estado rodeada de medios de comunicación que han seguido su situación en Gaza, el primero de ellos, ABC, con Juan Cierco, destacado en la zona. Isham rememora en las imágenes lo b La madre de la pequeña, vivido. Cuenta que los ataques de los aviones son constantes y que podrían matar a un pajarillo a enorme distancia, indicó para destacar la precisión del armamento. Según explicó Isham Salman, el 3 de junio llegó con la niña a Gaza para visitar a su familia. La situación se complicó con el secuestro de un soldado israelí con nacionalidad francesa. Entonces se cerró la frontera y no se podía entrar ni salir Una experiencia horrible El sonido de las bombas ultrasónicas alteró a Sara, hasta el punto de crearle eneuresis nocturna, lloros continuos, estado de nerviosismo y gritos. Ante la situación, me puse en contacto con el consulado español al tercer día de haber llegado. Igualmente acudí a la prensa. Entre las soluciones que me dieron en el consulado estaba sacar a la niña de Gaza. Pero ella no podía salir sola porque estaba histérica, su arma era gritar. Finalmente, tras las gestiones del consulado y la presión de los medios de comunicación, salimos de allí el día 13 de julio La experiencia resultó horrible para el padre y para la niña. Vivíamos con constantes bombardeos, sin agua, sin luz, sin poder salir a la calle, ya que es peligroso, porque las bombas caen Había que sacarla de Gaza, pero no podía salir sola porque estaba histérica, su arma era gritar al azar y atacan a coches indiscriminadamente A ello se añade la situación delicada por la que pasó la niña. Fue muy doloroso. Me preguntaba que cuándo nos íbamos a morir. Tenía convulsiones por la noche Durante su estancia allá, mantuvieron comunicación con Ola, su esposa y madre de Sarita, como le llaman cariñosamente. También con personas de la Universidad de Navarra, en la que Isham trabaja como investigador en el Departamento de Farmacia, y el Delegado del Gobierno de Navarra en Madrid. Un psicólogo no especializado en niños atendió a la pequeña en la franja. Le dio un jarabe para tranquilizarle, pero no le ha hecho efecto. Mañana lunes, llevarán a la niña a que le visite en Pamplona un psicólogo infantil, porque la niña no para de llorar y está asustada. El día que regresamos, a 500 metros de nosotros seguían explotando bombas. Nos esperaba en Israel Ángel Sierra, del consulado español. En Barcelona, nos recogieron Carlos Gamazo y Juan Manuel Irache, de la Universidad de Navarra Una vez que atravesaron el umbral de su casa, su hijo de 4 años, el mayor, se echó en brazos de su padre mientras lloraba. La niña fue corriendo con su madre. Nos hemos sentido muy apoyados. Recibo unas 80 llamadas al día desde que hemos vuelto. Somos concientes de que nuestra historia ha dado la vuelta al mundo Isham explica que la situación que se vive en Gaza no es ni para los animales. No crecen los árboles y las personas normales no pueden llevar una vida tranquila Tiene ya un travieso niño de 4 años, la pequeña Sara de 3 y hasta ahora el benjamín, de 2 años. Sus tres hijos la rodean constantemente para que mamá les abrace y les bese. Todos, pero especialmente Sara. -Está a punto de dar a luz y más sensible por ese estado si cabe. ¿Cómo se ha sentido estos días sin Sara y sin su marido? -Mal, nerviosa, sola, con miedo por ellos y triste. Ahora que necesito tranquilidad, he tenido que cuidar sola de mis hijos, llevarles al médico, hacer la compra, y todo ello sin dormir. Me encuentro sin fuerzas, eso que mis amigas de siempre y el jefe de mi marido, Carlos Gamazo, se han interesado por nosotros. ¿Cómo se sintió cuando supo que su marido y su hija regresaban? -No lo creí hasta que les vi en el ascensor. Tenía nervios e incertidumbre, pero cuando vi a Sara fue como un sueño. La tengo en brazos y no lo termino de creer. ¿Cómo la ve a ella? -Necesita mucho estar conmigo. Hoy he dormido con ella y ha hablado en sueños. No entendía lo que decía, pero tiene pesadillas. Ahora quiero aguantar un poco más sin dar a luz para estar más con ella. ¿Qué le ha dicho su hija en estas primeras horas? -Que quería estar conmigo y que le diera yogures y danoninos, porque en Gaza no había. No quiere volver a Gaza y pide que no le dejemos. Cuando entró a casa nos dio besos y abrazos y luego fue repasando sus cosas para ver si todo estaba en su sitio. ¿Cuáles son ahora sus sentimientos? -Son extraños. No sé cómo definirlos. Mi hija y mi marido están aquí ya, pero el resto de mi familia, padres y hermanos, están allá. Tengo miedo de que esta situación se vuelva a repetir alguna otra vez en nuestra vida, porque llevo cuatro años sin ver a mi familia y esto no puede ser así, la familia es la familia. Tengo ganas de verles. Además, no conocen a los niños. No existe la felicidad completa.

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