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ABC MADRID 16-07-2006 página 22
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  • EdiciónABC, MADRID
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22 Nacional UN AÑO DEL INCENDIO DE GUADALAJARA DOMINGO 16 7 2006 ABC Padres, madres, esposas, hijos, hermanos, primos, tíos y amigos de los fallecidos posan en Guadalajara con camisetas reivindicativas un año después de la tragedia Hoy hace un año se declaró el incendio más trágico de las últimas décadas en España. Familiares de las víctimas reconstruyen para ABC aquellas horas y su lucha posterior por conocer lo que ocurrió, para que se haga justicia y no vuelva a suceder Nos mintieron desde el principio TEXTO: FERNANDO ROJO FOTO: FERNANDO TOQUERO GUADALAJARA. Jorge era el único hijo de Isabel. A Manuel le queda otra hija, pero el fuego le mató la ilusión. Jesús y Alberto dejaron a Susana y a Carmen viudas y con hijos huérfanos. Felipe ha perdido la sonrisa desde la muerte de su hijo Luis... Y así hasta once dramas. Los de los familiares de las víctimas de un fuego que, por encima de la catástrofe ecológica y del desastre que produjo a una comarca, se cobró un precio muy elevado en vidas humanas. Los acontecimientos posteriores han añadido aún más dolor a su tragedia. No hemos podido tener un duelo normal lamentan. Cualquier persona que pierde a un familiar intenta superarlo, pero nosotros no podemos porque tenemos que seguir luchando, día a día, por conocer la verdad de lo que ocurrió hace un año y que no nos han querido contar Tarde del sábado No les llamaron para intervenir Aunque el registro diga que el fallecimiento de los once miembros del retén de Cogolludo no se produjo oficialmente hasta pasadas las cinco y media de la tarde del domingo 17 de julio de 2005, muchos familiares tienen la sensación de que comenzaron a morir 27 horas antes, cuando se declaró el incendio en una barbacoa de Riba de Saelices. Todos estaban avisados desde el sábado. Les advirtieron de que estuvieran localizables por si tenían que intervenir. Pero los responsables de la extinción no pidieron ese día su ayuda, ni la de la mayoría de los retenes de la provincia. Como si se tratara de una terrible pre- monición, Jorge Martínez divisó con sus prismáticos la descomunal columna de humo desde el pueblo de su madre, Las Inviernas, a unos treinta kilómetros de distancia en línea recta. Estuvimos celebrando mi cumpleaños relata Isabel. Él no salía de su asombro por no ver ni un avión, ni un helicóptero. Está claro que desde el principio faltaron medios En casa de Jesús Ángel Juberías había sonado el teléfono hacia las tres y media de ese sábado. Me han dicho que hay un incendio, seguro que nos llaman recuerda Carmen que le informó su marido. Nos íbamos a llevar a los críos a las fiestas de los pueblos, pero no nos movimos de casa porque él tenía que estar en un sitio con cobertura También Alberto Cemillán, el agente medioambiental encargado del retén, esperó una llamada que no llegó esa tarde. A él, al contrario que a sus compañeros, le tocaba estar de guardia todo el fin de semana. Cuando llegó a casa el sábado por la noche- -relata Susana Rodríguez, su viuda- -me dijo que había un incendio muy grande y que lo más seguro es que el domingo por la mañana les tocara ir a primera hora a hacer el relevo a sus compañeros, pero no fue así cendio seguía devorando sin descanso los pinares cercanos al Alto Tajo y se convertía en un tsunami de fuego, el retén de Cogolludo limpiaba como cualquier otro día el monte al otro lado de la provincia. Y justo cuando se disponían a preparar la paella, les avisaron de que, por fin, 24 horas después declararse el fuego, iban a entrar en acción. El único que había ido a comer a casa era Alberto Cemillán. Según su esposa, nada más entrar, sonó el teléfono, le llamaron de la central de Guadalajara. Le escuché decir: Es que no he comido, ¿ahora no me dejáis ni comer? La respuesta fue negativa. Susana le preparó un bocadillo para el trayecto de casi dos horas entre Cogolludo y Santa María del Espino. ¿A las tres de la tarde? ¡Ya les vale! exclamó Carmen cuando supo que habían llamado a su marido. Desde el sábado a las cuatro hasta el día siguiente a las tres, fíjate si no hubiese dado tiempo a hacer cosas se queja ahora. Si hubieran echado mano de todo el mundo, el incendio no se hubiese extendido A las 17.07, media hora antes de perecer entre las llamas, Manuel llamó a su padre. Ya habían llegado a las inmediaciones del incendio. Hemos estado llamando toda la mañana, pero nos han dicho que no teníamos que venir, y resulta que cuando vamos a comer... No entiendo qué hacemos aquí, porque esto no es para nosotros. Es una barbaridad de incendio, no es monte bajo, son llamas de treinta metros le describió a través del móvil. Pocos minutos después, Isabel también habló con su hijo. ¿Y cómo es eso? le preguntó. Mamá, esto es un infierno contestó Jorge. Ten cuidado repuso la madre. No te preocupes, a mí no me va a pasar nada... Mamá, tengo que irme, porque nos llaman para que entremos fueron sus últimas palabras. Noche del domingo Apagado o fuera de cobertura A partir de entonces, los móviles de los once fallecidos sólo dieron una contestación: Apagado o fuera de cobertura Había sucedido lo peor. Hacia las ocho de la tarde, cuando la noticia apareció en televisión, los helicópteros que sobrevolaron la zona ya habían dado cuenta de la magnitud de la tragedia. A pesar de ello, ni en el 112, ni en la Delegación de Medio Ambiente, ni tampoco en la empresa se atrevieron a ofrecer información a los familiares hasta muchas horas después. Todos decían que no sabían nada, pero no es verdad. ¿Cómo no iban a saber que se trataba del retén de Cogolludo? Son noticias que nadie se atreve a dar, pero que hay que darlas, porque nos hicieron vivir en una incertidumbre atroz denuncia Carmen, quien para colmo pasó de la tristeza a la alegría y después otra vez al desaliento cuando al fin supo que el conductor llamado Mañana y tarde del domingo Mamá, esto es un infierno Manuel Manteca y su hijo desayunaron juntos ese domingo. No me llevo comida porque vamos a hacer una paella fueron sus últimas palabras antes de partir hacia el puesto del retén. Durante toda la mañana, mientras el in- No entiendo qué hacemos aquí, este fuego no es para nosotros dijo Manuel a su padre minutos antes de la tragedia

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