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ABC MADRID 25-06-2006 página 6
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  • EdiciónABC, MADRID
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6 Opinión DOMINGO 25 6 2006 ABC AD LIBITUM PROVERBIOS MORALES LA GRAN CONFUSIÓN A ambición no goza de mucho predicamento entre nosotros. No es que no haya abundancia de ambiciosos; sino que la tradición, especialmente la de las prédicas católicas, la tiene marcada con la señal del desprestigio. Ahí radica una de las grandes diferencias entre las familias cristianas. Mientras que, por ejemplo, un calvinista maneja virtuosamente el rumbo y los ritmos de sus ansias, un buen católico debe confiar en la Providencia más que en sus propios deseos. Quizá por eso asegura Baura, desde su pretensión de equilibrio, que la ambición es admisible, e incluso estimulante, con tal de que esté severamente especializada. Aspirar a la sabiduM. MARTÍN ría, a la riqueza, al poFERRAND der, a la fama... está bien si se busca con métodos lícitos y, sobre todo, si se tiene muy claro lo que se pretende. Quererlo todo a un mismo tiempo es desmesura. Salvo en casos de rotunda vocación, los españoles tienden a buscar un trabajo en la Administración- -estatal, regional o local- -por lo que ello tiene de estable y duradero. Ese espíritu viene nutriendo los cuerpos del Estado; pero, en la confusión entre lo público y lo privado, una de las esencias del ser español, quienes sientan plaza en cualquiera de esos cuerpos tienden a patrimonializarlos y, contando con la posibilidad del retorno a la más segura de las nóminas, emprenden aventuras en el sector privado, más generoso en sus remuneraciones dinerarias, o en la política, pródiga- -cuando lo es- -en el derroche del poder. Esa es la razón principal de un fenómeno empobrecedor de nuestra vida pública. Tienden a ser los funcionarios, incluidos los de los partidos, quienes ocupan los cargos públicos de elección o designación. El singular fenómeno de la excedencia, más español que la fiesta de los toros, les cubre las espaldas. José María Aznar es un paradigma de esa realidad que tanto limita el acceso de los mejores a los puestos de representación y Gobierno. Aznar tuvo el mérito de ganar una oposición como inspector de Hacienda y, desde la seguridad que obtuvo con ello, se lanzó a una carrera política que, con brillante escala en Valladolid, le llevó desde Logroño a La Moncloa. Pasó su tiempo y el Estado, que es más generoso con sus administradores que con sus administrados, le incluyó en los privilegios que le corresponden a un ex presidente- -salario, seguridad y servicios- A mayor abundamiento, Rodríguez Zapatero tuvo la lúcida ocurrencia de ofrecer un puesto en el Consejo de Estado a todos sus predecesores. Aznar lo aceptó. Ahora, al ser nombrado consejero de News Corporation, el elefantiásico conglomerado informativo de Rupert Murdoch- -algo incompatible con el Consejo de Estado- Aznar vuelve a dejar su plaza reservada. Por si acaso. Lo más grave es que la mayoría considera normal ese permanente salto que algunos hacen de lo privado a lo público. Es la ambición no especializada. PENELLA L C ñoles ante el fascismo italiano, el antisemitismo de sínOMO era de temer, al último y estupendo libro tesis de los Protocolos- -traducidos y difundidos en Esde Manuel Penella- -La Falange Teórica- -lo españa por editoriales católicas- -anuló su capacidad de tán examinando con lupa y reactivos químicos discernimiento ético ante la deletérea propaganda nazi. para encontrarle deslices fascistoides. Además de la inPero si la derecha católica se dejó arrastrar por la negable y confesa simpatía del autor por Dionisio Rivorágine totalitaria, la izquierda se bolchevizó, a su druejo (tuvo el honor y la suerte de ser su secretario) le vez, en un plazo brevísimo. Influyeron en ambos proceatribuyen un desvío por José Antonio Primo de Rivera sos, sin duda, las percepciones distorsionadas que no parece ni la mitad de evidente de lo que de los adversarios y de sus intenciones, como sugieren ciertas reseñas. Penella es un maveacertadamente sostiene Penella. Pero había algo rick, como lo fue Ridruejo, y tal condición, en un más, algo que no era específicamente español y historiador, no concita alabanzas ni entusiasque pertenecía al espíritu del tiempo de la Euromos. A Ridruejo se los cicatearon unos porque pa de entreguerras, que fue, como solía recordar no le perdonaban su pasado falangista. Otros se Fernando Claudín, la gran época de los enamoralos regatean a Penella por su lealtad a Ridruejo. dos de la violencia. En los ex combatientes de la O por envidia, directamente. JON Gran Guerra, era la nostalgia de las trincheras, Para quien no ha olido ni de lejos la mística JUARISTI de la camaradería militar, ya fuera ésta igualitajoseantoniana, como es mi caso, la personalidad ria o jerárquica, frente a la miseria de la paz impuesta a del fundador de Falange Española sigue siendo un relos derrotados o a la persistencia de graves desigualdaducto de difícil acceso incluso tras la lectura del libro de des sociales en los países vencedores, lo que los predisPenella, pero está claro que el autor no se ha dejado tenponía en favor de las revoluciones ejemplificadas por la tar por la hagiografía. La roza, es cierto, en un par de Unión Soviética y la Italia de Mussolini. En la generapárrafos sobre Narciso Perales, aunque ni siquiera en ción posterior obrarían otras causas: la crisis económieste último caso hay asomo alguno de justificación ideoca, desde luego, pero también el desprestigio del pacifislógica o política. Penella habla de fascismo y de fascistimo liberal que había permitido consolidarse a las dictazación de la derecha, sin concesiones. Con la excepción duras totalitarias. Entre 1935 y 1936, los socialistas y los del cedista Manuel Giménez Fernández, un seguidor cedistas perdieron a sus juventudes, magnetizadas por temprano de Don Sturzo, los políticos católicos de la Rela combatividad de sus coetáneos comunistas y falanpública habrían vuelto la espalda a la democracia libegistas. Unos y otros se asesinaban en aras de sendas ral, y permanecieron ciegos- -hasta que fue demasiado teorías que todavía no habían demostrado toda su potarde para enmendar nada- -ante la feroz paganización tencia mortífera. Todo se andaría: España, la única aucultural que preconizaban los movimientos fascistas. sente de las anteriores matanzas del siglo, iba a converEl antisemitismo de Onésimo Redondo bordeaba la patirse en su laboratorio. ranoia, afirma Penella. Tampoco José Antonio Aguirre, La Segunda República, ¿gran experiencia democrátiun católico vasco y nacionalista que terminaría enfrenca? Parece un sarcasmo. La única gran experiencia del tado a la mayoría católica antirrepublicana, fue inmuperíodo republicano fue la de los totalitarismos teórine al mito venenoso de la conspiración judía difundido cos. Manuel Penella ha estudiado con encomiable honpor los Protocolos de los Sabios de Sión. A ninguno de los radez uno de ellos. El otro perdió la guerra, es cierto, dos les sirvió de antídoto su esmerada formación con pero no sin haber contribuido antes a cavar la tumba de los jesuitas (más bien al contrario) Así como el Tratado la democracia liberal... y de la socialdemocracia. de Letrán disipó las precauciones de los católicos espa- -Esos jueces que investigan el paso por España de aviones de la CIA, seguro que son de la misma calaña de los que os siguen haciendo la vida imposible a Batasuna.

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