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ABC MADRID 02-06-2006 página 61
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES 2 6 2006 Cultura EN LA MUERTE DE ROCÍO JURADO LA VOZ DE LA CANCIÓN ESPAÑOLA 61 Lolita Cantante y actriz Ha sido la voz de este país. Deseo que Rocío se haya ido en paz y que esa paz la pueda tener su familia ahora, aunque lo veo difícil tal como está el mundo del corazón en este país Carmen Thyssen Coleccionista de arte Ha sido la mejor voz de los últimos años. Era una persona divina, fabulosa. La queríamos todos. Seguro que está mirándonos desde el cielo. Su maravillosa voz nos acompañará siempre Enrique de Melchor Guitarrista Era como una hermana mayor para mí. Aunque ella era una noticia constante, habría que haberla dejado más tranquila a ella y a su familia. Era un monstruo de la canción española año Al siguiente, la revista Ama la nombra Lady España como representación de la mujer española. Igualmente la premia Radio Juventud y su canción Tengo miedo se situaría durante tres meses en primer lugar del hit- parade de la Cadena Azul. A los pocos años de su carrera había logrado un lugar de privilegio y es contratada para actuar en Pasodoble original de Quintero León y Quiroga, junto a Rosita Ferrer, en La Zarzuela, el 28 de septiembre de 1967. Al llegar 1968, Rocío Jurado configura su primer espectáculo propio, Rosa y aire partiendo del Teatro San Fernando de Sevilla y recorriendo diversas provincias. Después se produce su debut internacional y en Cortina D Ampezzo (Italia) es elegida Lady Europa. En 1968, se presenta en el Madison Square Garden de Nueva York, escenario a donde volvió siempre en loor de multitudes y participa en varias películas de la televisión argentina, entre ellas La Zapatera prodigiosa y Lola Montes También en TVE, en 1970, interpretó la comedia musical Lola la Piconera basada en la obra de Pemán, y crea con Celia Gámez y la bailaora Rosario el espectáculo Fiesta Requerida por el cine participa en Una chica decente Después, en el Teatro Lara, interpreta Cancionera de los Álvarez Quintero, con éxito. A partir de tamaños triunfos, la proyección artística de Rocío Jurado ha sido verdaderamente brillante, no solamente en los teatros, sino igualmente en lo concerniente a su discografía, uniendo a los temas más populares de Quintero, León y Quiroga o de Solano, entre otros consagrados autores, canciones de Manuel Alejandro, que empieza a cantar en la película La Querida Con la canción Señora del compositor jerezano, alcanza una difusión máxima en el género, creando el lied español Mas no por ello olvida sus orígenes flamencos y, tras ser elegida Reina del Carnaval de Miami, en la II Quincena de Flamenco y Música Andaluza, celebrada en 1980, en el Teatro Lope de Vega sevillano, ofreció un recital de cante por fandangos, cantiñas, tangos y otros estilos, siendo premiada con cerradas ovaciones de los cabales. Sus cantes están recogidos en los discos Por derecho y Ven y sígueme éste compartido con El Lebrijano y Manolo Sanlúcar. Su fama y valoración internacional es ya de una entidad superior, y la Asociación de Críticos de Espectáculos neoyorquina le otorgó su premio en 1989. En los años noventa, Rocío Jurado aumentaría su discografía con temas de Armenteros, Algueró, Paco Cepero, Felipe Campuzano, Tejero, Jesús Gluck, Juan Pardo, José Luis Perales, y, muy especialmente, de Manuel Alejandro, entre ellos Paloma brava Se nos rompió el amor o Sevilla Y sus actuaciones en los más importantes teatros y auditorios se convierten en auténticos eventos artísticos tanto en España como en América, porque el más clásico repertorio de nuestra canción, al que Rocío Jurado le ha infundido luminosidad, esa luminosidad y pasión, ese esteticismo andaluz musical y profundo se lo presta su voz como nadie lo había hecho nunca. De ahí que el poeta Rafael Alberti, sugestionado por su gran voz, le escribiera: Quédate en el sueño para siempre y no te vayas, Rocío del Mar de Cádiz, faro que nunca se apaga Ha unido a sus asombrosas cualidades interpretativas, inconmensurables, una capacidad de trabajo extraordinaria, como demostró en su última gala en TVE, dada su gran vocación y su admirable forma de asumir las exigencias del arte, que le daban derecho a ser considerada la intérprete más grande de la canción española. Hay que mencionar también sus cantes, acompañada a la guitarra por Enrique de Melchor, porque los sentía y los decía con auténtica pasión y conocimiento del compás. Ella, en su fuero interno, lo que profundamente se sentía era cantaora. Y lo era, legítima, de nativitate, como decimos allá abajo. MI SANGRE PUESTA EN PIE PACO GORDILLO EL PRIMER MANAGER DE LA ARTISTA E n los últimos dos años, en las entrañas de Rocío urdieron sus telas grises las arañas, tal y como dijo una vez el poeta. Después de una agonía pública, por fin se ha finiquitado la cuenta vital de la que fuera una gran amiga, una persona entrañable y una artista colosal. Muy atrás quedan ya los recuerdos de más de una década de colaboración (de los 70 a los 80) y de toda una vida entera de amistad. Lejos queda el éxito al conseguir recolocar a una folclórica que recogía el testigo de una música en aquel momento demodé para convertirse en un fenómeno de masas descomunal. No obstante, todavía tengo muy presentes los grandes ratos de trabajo y charlas cuando grabamos los cuatro discos con Manuel Alejandro, los ensayos deshojando rosas para la puesta en escena de Señora los conciertos en el Caesar s Palace de Las Vegas, los de Puerto Rico con la Orquesta Filarmónica o los éxitos en México, cuando después de la actuación salíamos a divertirnos con María Félix (quien tanto la admiraba) Era una fuerza de la naturaleza, capaz de las mayores proezas vocales y de expresión en un escenario, con una personalidad rebosante y llena de vitalidad, que a la larga la convirtieron en referencia de su familia y la conformaron como matriarca, no sólo familiar, sino musical, aunando una mezcla de tradicionalismo, talento, pasión y fuerza que marcó estilo y que aún hoy sigue siendo imitado en innumerables discos y escenarios no sólo de España, sino de toda Latinoamérica. Tal era su fuerza, su capacidad de liderazgo y el poder catalizador sobre su entorno, que cerca de ella las alegrías se multiplicaban por mil y en las desgracias lloraba zumo de limón, como dijera Lorca de Soledad Montoya. Prefiero quedarme con el recuerdo de quien giraba cabezas a su paso, aglomeraba a gentes de toda condición social en sus actuaciones, y con su magia hacía que el público se emocionase, que con la Rocío delgada y marchita de la última vez que la vi. Todo el revuelo mediático provocado por su enfermedad, a raíz de su valiente comparecencia de prensa, no es más que una anécdota en una vida llena de triunfos y alegrías. Los que la conocimos bien sabemos que donde de verdad vivía su ser, su arte y su esencia no era en los embrollos familiares, las entrevistas o las declaraciones cruzadas de unos y otros de la última etapa de su vida, sino en el silencio denso, negro, preñado de expectación (que tanto pavor le daba y a la que era adicta) que se vivía entre bambalinas antes de salir al escenario de cualquier teatro abarrotado del mundo. Con ella se va una parte de mí, de lo que fui y soy, de más de 10 años trabajando juntos y de más de 35 de escucharla cantarme un villancico por teléfono cada 1 de enero, justo después de las uvas. Sólo espero que el futuro y el recuerdo le hagan justicia tanto a la persona como a la artista. Yo de la muerte no sé nada, pero sí sé de arte, y era la viva esencia del mismo. Vayan para ella mis lágrimas silenciosas, mi aplauso sordo, mis recuerdos y mi sangre puesta en pie.

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