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ABC MADRID 17-04-2006 página 46
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ABC MADRID 17-04-2006 página 46

  • EdiciónABC, MADRID
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46 LUNES 17 4 2006 ABC Cultura y espectáculos SERGIO PITOL Escritor Gracias al premio Cervantes, he recobrado en la memoria momentos de mi niñez Huérfano desde muy niño y enfermo de malaria hasta los 12 años, el autor mexicano encontró en la literatura su motor para una vida de eterno viajero. El viernes recibe el galardón de manos del Rey TEXTO Y FOTO: MANUEL M. CASCANTE CIUDAD DE MÉXICO. Sergio Pitol (Puebla, 1933) ha podido, por fin, terminar el discurso que pronunciará este viernes en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, después de recibir de manos de Su Majestad el Rey el premio Cervantes 2005. No me salía reconoce mientras conversa con ABC en un hotel de la capital mexicana, horas antes de abordar el avión que lo llevará a España. -Usted ya ha contado que cuando recibió la noticia del premio, de labios de la ministra española de Cultura, dio un salto de la cama. También ha trascendido su nerviosismo, en vísperas de la concesión, cuando su nombre sonaba en las quinielas... -Lo cierto es que, una semana o diez días antes de que me concedieran el premio, casi todos mis amigos de España, mi editor, Juan Villoro (que era miembro del jurado) me dijeron que no tuviera esperanzas en obtenerlo, que era muy difícil, que había muchos grupos de presión... Y yo no tengo ningún lobby siempre he sido un escritor muy individualista. Por eso la noticia me pilló de sorpresa y la alegría fue inmensa. ¿Qué significa para un escritor recibir este galardón? -Es el gran premio de la lengua, con una resonancia internacional comparable a la del Nobel. Durante las semanas posteriores a que me lo otorgaran recibí decenas de felicitaciones procedentes de todo el mundo, por parte de amigos y de conocidos que se habían enterado por los periódicos. Gracias al Cervantes he recuperado el contacto con personas de las que hacía años que no sabía nada. Y gracias al premio, y esto lo cuento en el texto que leeré el viernes, he recobrado también en mi memoria imágenes y momentos de mi vida, sobre todo de la niñez. Nunca había tenido tal lluvia de recuerdos. -Usted no es un autor muy popular. Ahora su obra comenzará a ser más difundida... -Yo tuve siempre un público de culto, no muy amplio, pero fiel. Y, es cierto, ahora se está ampliando. PLANES DE FUTURO Quiero hacer una pausa. Lo próximo que escribiré será una novela ambientada en México en el siglo XIX EL PREMIO CERVANTES Es el gran premio de la lengua, con una resonancia internacional comparable a la del Nobel SU VISIÓN DEL NACIONALISMO Los problemas llegan cuando el centralismo exacerba los nacionalismos: eso puede ser peligroso ¿Cuál es, para usted, su título más significativo, el que mejor resume su bibliografía? El arte de la fuga es el que más se vende. Y, en el conjunto de mi obra, ese libro abre muchos caminos para entender los demás. -Usted, como Cervantes, ha escrito y ha viajado mucho. ¿Se viaja para vivir o para huir de la vida? -Pasé mi infancia en un pueblo muy pequeño, en Veracruz. Quedé huérfano de padre y madre siendo muy joven. Fui un niño enfermo, y todo lo que hacía era leer. En seis o siete años había leído todo Julio Verne; sus novelas son casi siempre viajes y aventuras de niños y adolescentes, y para mí esa aventura significaba el mundo. Pensaba que todos los niños vivían como los personajes de sus novelas, que viajaban en globo, se metían hasta el fondo de la tierra y del mar, recorrían el desierto y la selva. A los doce años, cuando ya estaba más o menos sano y podía ir a la escuela, creí que lo mejor que podía hacer era viajar. Empecé haciendo excursiones por el país; después, visité Nueva York; hasta que a los veintitantos años me fui de México y estuve veintiocho años recorriendo el mundo. ¿Y se escribe para contar la propia vida, para completarla o para inventarse una existencia? -Cuando comencé a escribir no pretendía tratar de conocer el mundo, sino el círculo familiar y, después, otras relaciones más amplias. Trataba de comprender a los amigos, a la gente cercana, y me daba placer crear una trama incluyendo a esas personas o a personajes parecidos a la gente que conocía. Ahora- -desde El arte de la fuga hasta El mago de Viena -he vuelto a revisar esas cosas que me han pasado en la vida, casi todas gratas. -Pese a esa infancia difícil, su escritura es optimista, cuando podía esperarse algo más triste, más lóbrego... -Es cierto. Creo que la una compensa a la otra. -En su obra se mezclan los géneros: el ensayo, la fabulación, la autobiografía, la crónica... pero siempre desde una perspectiva personal. ¿Seguirá por ese camino? -Ahora sé que ya no voy a escribir otro libro en esa línea, porque ya sería algo mecánico. Quiero hacer una pausa. Lo próximo será una novela- novela, ambientada en México en el siglo XIX. ¿Qué importancia y qué significado tienen en su obra Miguel de Cervantes y Don Quijote de la Mancha -A Cervantes lo leíamos en la adolescencia, en la escuela. Después lo he seguido leyendo y el Quijote nunca se agota. Su estructura es, en cierta manera, como la de mis novelas y mis libros. En la novela de Cervantes hay muchas novelas paralelas que no tienen nada que ver con Sancho y Quijote, historias que se mezclan con la trama principal, al margen de su espacio y su tiempo: se habla de Florencia, de Argel, hay un cura que cuenta una historia que lee en un libro... -Usted ha traducido mucho. ¿Por gusto o por necesidad? -Durante muchos años me mantuve gracias a las traducciones; lo hacía por gusto y por necesidad, pero, de treinta libros que traduje, solamente tres no fueron a propuesta mía. La maestría que yo pueda tener escribiendo se la debo a esas traducciones que hice. Un libro lo puedes leer y degustar, pero cuando lo traduces, aprendes a conocer la psicología de los personajes, la albañilería de la casa. Eso me dio muchas posibilidades para después construir mis propias obras. -De aquellas traducciones, ¿cuáles le han marcado más? -Traduje seis o siete libros de Henry James, que es un autor difícil, con muchos vericuetos. También me atrae Grombowicz. Y una novela que me gusta muchísimo, una obra de culto, es El buen soldado de Ford Madox Ford. También destacaría Las ciuda-

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