ABC MADRID 12-03-2006 página 28
- EdiciónABC, MADRID
- Página28
- Fecha de publicación12/03/2006
- ID0004953349
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26 Internacional MUERE SLOBODAN MILOSEVIC DOMINGO 12 3 2006 ABC TARDE: NADA QUEDABA a fuerza de su figura en la memoria colectiva era tal que cuesta creer que llevara cinco años detenido en La Haya. Slobo Milósevic seguía muy presente en nuestras mentes. No deja de ser sospechoso que haya muerto una semana después de su acólito Milan Babic, devenido testigo de cargo: quien debía defenderlo cruzó la línea y se situó junto a los testigos de cargo. Habremos de esperar el resultado de la autopsia para saber las causas de una muerte que muy bien pudo ser buscada, mas no faltaron los alifafes cardiovasculares y de hipertensión que bien pudieron estar tras el desenlace de ayer. Mas en verdad, RAMÓN nada era lo que le quePÉREZ- MAURA daba a Milósevic por ver sin que ello le produjera una consternación creciente. Milósevic fue a la guerra por defender la falsa unidad de su país. Primero, desde la Presidencia de Yugoslavia, defendió esa unidad haciendo la guerra a quienes debían encarnar esa unidad: Eslovenia, Croacia y Bosnia- Herzegovina (por ese orden) Perdido todo- -también Macedonia- -Yugoslavia quedó reducida a Serbia y Montenegro. Y entonces, ya desde la Presidencia de Serbia- -desde donde controlaba también Montenegro y la Presidencia federal- -fue capaz de ir a la guerra contra Occidente por Kosovo. Irrumpió en escena en 1987 como comunista internacionalista, pero pronto sometió toda su política al racimo nacionalista, a la condición serbia de un Kosovo en el que se fundó Serbia pero que desde hacía mucho acogía una mayoría abrumadora de kosovares- albaneses. Milósevic logró una plusmarca inigualada en tiempos modernos. Nadie como él fue capaz de provocar cuatro guerras contra enemigos teóricamente más débiles y perderlas todas. Incluso aquellas operaciones de guerra sucia en que creyó ganar batallitas- -tantas matanzas, violaciones multitudinarias, planificadas operaciones de limpieza étnica- -fueron el germen de su derrota final. Desde el poder vio la muerte de su enemigo Franjo Tudjman de Croacia. En la cárcel conoció la muerte de Alia Izetbegovic, el hombre que logró arrebatarle Bosnia- Herzegovina. En la cárcel también conoció ¿o quizá le confirmaron? hoy hace tres años, la muerte de Djinjic, el hombre que asumió el poder en Serbia tras él. Y hasta la cárcel le acababa de llegar la noticia de que el próximo 21 de mayo se someterá a referendo en Montenegro la plena independencia del país, acabando con el último vestigio de la Yugoslavia que presidió Milósevic y bajo él se convirtió en seis estados diferentes. El tiempo de Slobodan Milósevic había pasado. Sabía que nunca más vería la luz del día. Su causa había fracasado y provocado la muerte de decenas de miles. La Justicia avanzaba inexorablemente sobre él. Pero no cerremos página. Faltan Ratko Mladic y Radovan Karadzic. La Justicia todavía tiene que escribir una gran página. Marxista con accesos de patriotismo ultramontano, ciclotímico a veces explosivo y otras autista, melancólico enfermizo, bebedor solitario, asceta, acomplejado, hijo de suicidas: fajador nato que sobrevivió a todo, menos a su propia muerte; Milósevic L El comunista occidental RAMIRO VILLAPADIERNA CORRESPONSAL BERLÍN. Milósevic representa la esclarecedora, inquietante paradoja de que alguien pueda ser considerado a la vez un déspota carnicero y un héroe popular, en el mismo siglo, en la misma Europa, por personas que conducen el mismo modelo de Golf. ¿Era un patriota, un comunista feroz, un trasnochado aparatchik en su hora estelar? Comunista vehemente con accesos de patriotismo ultramontano, gris aparatchik de los felices 70, ciclotímico a veces explosivo y otras autista, melancólico enfermizo, bebedor solitario, asceta, acomplejado, hijo de suicidas: un fajador nato que sobrevivió a todo, menos a su propia muerte. (Casi se olvida que estaba procesado por crímenes de guerra y presunta orquestación de la sangría yugoslava) Y listo: capaz de convertir a mediadores internacionales en admiradores- -Carrington, Van den Broek, Owen, Bilt- conocía terriblemente bien Occidente y sus felices contradicciones, tan bien que durante años convenció al mundo de que era la temible Alemania, y no él, la que había enterrado a Yugoslavia. Un sembrador de tumbas que, por cierto, jamás pisó un funeral, ni un hospital, ni dio un abrazo a una viuda. La Prensa de Belgrado recogió en edición especial la muerte de Milósevic una revolución antiburocrática a la china, utilizando a sus militantes para acabar con sus gobiernos autónomos; vulnerando la Constitución y convirtiendo a Serbia en juez y parte; o en el último congreso de la Liga de los Comunistas, cuando ¡en enero de 1990! con Europa amaneciendo, dio aún un golpe dogmático: se le marcharon para siempre las delegaciones eslovena y croata, que querían ser Hungría. Y cuando asaltó en secreto el Banco Nacional y embolsó al partido mil millones de euros de entonces; cuando decretó el boicot a los productos eslovenos; cuando pactó un negro arreglo con los generales AP En el banquillo Para quien ha seguido durante quince años, a veces obsesivamente, sus pasos, resulta difícil embuchar un final tan abrupto e injusto, pero la muerte es una gran timadora. Shakespeare creía que el que muere paga todas sus deudas, pero, al menos entre hombres, no tenía razón. Difícil cazar al hombre en una síntesis sin tener una consoladora- -necesaria- -sentencia al final. Era el primer jefe de Estado en ser juzgado, lo que estaba labrando un bendito precedente en la historia moderna. Milósevic fue el presidente que se daba autogolpes: en la Liga de los Comunistas serbios, enterrando a sus líderes- -a Stambolic, literalmente- en Kosovo, cuando puso a su pueblo por encima de la ley; en Vojvodina, Kosovo y Montenegro, cuando desde el poder montó Representó la paradoja de ser considerado a un mismo tiempo déspota y héroe Encontró la complicidad de unos socialistas corruptos travestidos de traje regional y patriota por la supervivencia de la Liga Comunista; cuando secuestró las divisas ciudadanas para comprar cohetes chinos y otras armas. Y así hasta instrumentalizar y enviar al Ejército a asegurar sus planes de conquista, dinamitando hasta la última confianza de los yugoslavos en sus instituciones y entre sí. Encontró la necesaria complicidad en una panoplia de socialistas corruptos travestidos de traje regional y patriota, capaces de similares crímenes: pero hay quien secuestra regiones y hay quien secuestra el Estado, y aquí se trata de Milósevic. Durante 10 años desafió al mundo hasta apostar, primero, por el golpe neocomunista de 1991 en Moscú y, luego, por traer a China a su guerra. No desafió a Europa porque la ignoraba cuanto la despreciaba, pero pisoteó la promesa ante Auschwitz del nunca más con una estrategia racial de reordenación territorial que, Felipe González, ya ex presidente, sintetizó en privado: así autodeterminaba Stalin a los pueblos. Diez años en que Occidente cerró los ojos, prefiriéndolo como el hombre indispensable con el que hay que tratar Milósevic no era Ceaucescu ni Lukashenko ni Gadafi. Había trabajado en Banca en el Nueva York de Warhol de los 70. ¿Pero qué manía tenéis con Milósevic? amonestaba el entonces ministro de Exteriores español a los corresponsales destacados. Yugoslavia había sido la prueba de madurez para la UE, y la suspendió: hicieron falta cuatro guerras, millones de refugiados y miles de muertos. La vida de los muertos sigue en la memoria de los vivos, decía Cicerón. Que no se olvide.