ABC MADRID 19-02-2006 página 18
- EdiciónABC, MADRID
- Página18
- Fecha de publicación19/02/2006
- ID0004951011
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18 Nacional HACIA EL PROCESO DE NEGOCIACIÓN CON ETA DOMINGO 19 2 2006 ABC ÁLVARO DELGADO GAL CITA A CIEGAS finales de la semana pasada, Zapatero afirmó que albergaba buenas razones para no desesperar de un inminente abandono de las armas por ETA- -no empleó estrictamente esta locución, aunque sí otras más o menos equivalentes- No mucho después, estalló una bomba. El jueves 16, La Vanguardia volvía a echar las campanas al vuelo. Estalló otra bomba. Las bombas envían un mensaje no menos contencioso o ambiguo que los clarinazos que cada poco nos anuncian la paz. Tal vez las bombas signifiquen que no hay nada de nada. O que todavía no ha llegado el momento de admitir públicamente que hay algo O quizá la propia ETA esté dividida. Sería asombroso que el presidente, que ha sacrificado cosas muy serias a la hipótesis de que ETA se encuentra a dos pasos de cortarse la coleta, experimentase la misma desorientación que usted, yo, o el experto ocasional que abre la boca y no da una. Propendemos a pensar, en consecuencia, que Zapatero mantiene con la banda canales de comunicación reservados y acaso directos. Si dentro de seis meses siguieran estallando bombas, habría que revisar, me temo, este supuesto, y concluir que el inquilino de la Moncloa ha obrado a impulsos de una intuición personal e intransferible. Dejemos a un lado, sin embargo, la cuestión de si Zapatero sabe lo que no sabemos si sabe, y vayamos a lo que es público y notorio. En este instante, son tres los futuribles que se nos proponen sobre el País Vasco. Está, en primer lugar, la versión del Gobierno. Punto arriba, punto abajo, el Gobierno insiste en decirnos que no se ventilarán cuestiones políticas con los terroristas, de los que se espera la entrega de las armas sin condiciones. La segunda versión, es la del PSE. Según los socialistas vascos, se abrirán dos mesas de negociaciones. En una, los partidos vascos discutirán, a calzón quitado, sobre el futuro del País Vasco, mientras en una segunda mesa se tratan con ETA los términos de su desistimiento- -ésta es la palabra escogida por el Gobierno. Palabra más cortés que derrota y manifiestamente más equívoca- El PSE añade que se trataría de dos procesos rigurosamente independientes. O sea, que el uno no contaminaría al otro. La propuesta adelantada por los portavoces de ETA habla de una salida negociada al conflicto, una salida que se sellaría con un referéndum de autode- A El lendakari con Imaz en el Parlamento vasco IOSU ONAINDIA La creación del Consejo Político crea tensiones entre Ibarretxe e Imaz El presidente del EBB cree que el liderazgo del proceso corresponde al PNV tampoco ocultan su preocupación al considerar que en la actual coyuntura pierden protagonismo, frente a socialistas y a Batasuna J. PAGOLA MADRID. La constitución del Consejo Político, creado por el lendakari, Juan José Ibarretxe, en su pretensión de dirigir el llamado proceso de paz en el País Vasco, ha provocado rechazo no sólo en las filas del PP y PSE, sino en el propio PNV, en particular, en los sectores encabezados por Josu Jon Imaz y Joseba Egibar. Fuentes políticas vascas consultadas por ABC han detectado un gran nerviosismo entre los nacionalistas vascos, preocupados por no perder protagonismo en el futuro proceso de negociación. Curiosamente, los dirigentes del PNV, partido en el poder, se consideran ninguneados en esta fase preliminar en la que todos tratan de ganar posiciones. ETA- Batasuna aspira a debilitar al PNV en su pretensión de convertirse en la fuerza mayoritaria en un escenario de resolución del conflicto Además, sus dirigentes son conscientes de que con quien tienen que negociar realmente es con el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. En manos del Gobierno está aceptar lo que se decida en la mesa de partidos y dar una solución a los presos etarras. Por su parte, a los socialistas vascos, que quieren convertirse en una alternativa en el Gobierno vasco, también les interesa restar protagonisb Los nacionalistas vascos mo al PNV. Además, consideran que, en todo caso, con quien tiene que negociar Zapatero para el final del terrorismo es con la propia banda. En este contexto, EA ya ha transmitido al partido de Imaz que no va a concurrir en coalición en las próximas elecciones, salvo en Navarra en torno a la coalición Nafarroa Bai. Pero la auténtica marejadilla de fondo se aprecia en el seno del PNV. A su presidente, Josu Jon Imaz, no le ha gustado nada la iniciativa de Ibarretxe de sacarse de la manga un órgano para encabezar personalmente el proceso de paz Los medios consultados recuerdan que, tradicionalmente, en el PNV la estrategia global sobre cuestiones de trascendencia las ha llevado el propio partido. Así, recuerdan cómo siendo Xabier Arzalluz el presidente del EBB, fue el propio partido el que firmó con ETA el pacto de Estella. O cómo el mismo Arzalluz se impuso al entonces lendakari, Carlos Garaikoetxea, cuando en los años ochenta se abordó la elaboración de la Ley de Territorios Históricos, que regulaba la organización interna de la Comunidad Autónoma. Egibar, por su cuenta La tensión se aviva porque, según las fuentes consultadas, Joseba Egibar sigue manteniendo contactos, por su cuenta, con dirigentes de Batasuna. La constitución del Consejo Político fue anunciada por Ibarretxe en el Pleno de investidura como lendakari. Aparte de Juan José Ibarretxe, lo integran el consejero de Justicia, Joseba Azkarraga, de EA, y el titular de Vivienda, Javier Madrazo, de IU. Las bombas envían un mensaje no menos contencioso o ambiguo que los clarinazos que cada poco anuncian la paz terminación. ETA no ha dicho que se vaya a rendir, ni aun siquiera que vaya a desistir. Sobre el papel, suena más creíble la versión etarra que la de López y compañía. ¿Por qué? Porque es metafísicamente imposible que las dos mesas teorizadas por el PSE no entren en resonancia recíproca. Si las conversaciones sobre presos o el libramiento de alijos se verificaran con sigilo, y antes de que se diera el plácet a la mesa política, podría confiarse en la independencia de las negociaciones. Ahora bien, bastará que éstas sean paralelas, y revistan un carácter más o menos público, para que se conviertan, por la fuerza misma de las cosas, en expresiones de una negociación única. Sostener lo contrario son ganas de engañarse, cuando no de tomar el pelo al respetable. Formulémonos, a continuación, una pregunta no exenta de valor heurístico: ¿qué haríamos, si fuésemos la ETA? Como no somos la ETA, no sabemos qué haríamos, de suyo va. Pero supongamos que además de etarras, somos agentes racionales. Lo que entonces haríamos, sería incoar, mediante una tregua indefinida, un movimiento al alza de las expectativas. Agitaríamos a nuestras terminales para exigir, desde la sociedad, la paz, sin reparar en el quítame allá esas pajas de tal o cual escrúpulo constitucional. En el juego entraría el clero vasco, y no inimaginablemente, algunos prelados más, del cuadrante catalán y no sólo catalán; entraría el PNV, por coherencia y porque no tiene ningunas ganas de ser cortocircuitado por el Gobierno; y metería un pie, si bien no el cuerpo entero, Zapatero. Las ganas que tiene Zapatero de hacer una hombrada en el País Vasco son indescriptibles, y se combinan con cálculos más o menos fantásticos en torno a la posibilidad de montar en la región una alianza con los abertzales que copie el experimento catalán. El experimento catalán, por cierto, ha sido un desastre, al punto de que el PSOE ha concluido por rehabilitar a CiU y enemistarse con ERC y el PSC. Pero Zapatero es inasequible al desaliento y quiere repetir la aventura, según consta de manera por completo fehaciente. Así que Zapatero metería, sí, un pie. ¿Cuál? Muchos observadores descuentan ya la legalización de HB. ETA recompensaría el gesto valiente de Zapatero escogiendo enunciaciones ambiguas, compatibles con la tesis de que se va a desarmar, y también con su contraria. ¿Y después? Después, Dios dirá. En el mejor de los casos para ETA, el Gobierno habría desencadenado una deriva que no estaría en situación de gestionar. Se podría estar asistiendo a la autodeterminación de facto con consecuencias que a ETA no le afligen en absoluto. En un escenario más probable, se frustraría el proceso de paz, pero HB habría vuelto al mapa. Comprendo a ETA. Menos, al Gobierno.