ABC MADRID 13-02-2006 página 4
- EdiciónABC, MADRID
- Página4
- Fecha de publicación13/02/2006
- ID0004950321
Ver también:
4 Opinión LUNES 13 2 2006 ABC PRESIDENTE DE HONOR: GUILLERMO PRESIDENTA- EDITORA: CATALINA LUCA DE TENA LUCA DE TENA CONSEJERO DELEGADO: SANTIAGO ALONSO PANIAGUA DIRECTOR: JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS Directores Adjuntos: Eduardo San Martín, Juan Carlos Martínez Subdirectores: Santiago Castelo, Rodrigo Gutiérrez, Carlos Maribona, Fernando R. Lafuente, Juan María Gastaca, Alberto Pérez Jefes de área: Jaime González (Opinión) Mayte Alcaraz (Nacional) Miguel Salvatierra (Internacional) Alberto Aguirre de Cárcer (Sociedad- Cultura) Ángel Laso (Economía) Jesús Aycart (Arte) Adjunto al director: Ramón Pérez- Maura Redactores jefes: V. A. Pérez, S. Guijarro (Continuidad) A. Collado, M. Erice (Nacional) F. Cortés (Economía) A. Puerta (Regiones) J. Fernández- Cuesta (Sociedad) A. Garrido (Madrid) J. G. Calero (Cultura) E. Ortego (Deportes) F. Álvarez (TV- Comunicación) L. del Álamo (Diseño) J. Romeu (Fotografía) F. Rubio (Ilustración) Director General: José Luis Romero Adjunto al Consejero Delegado: Emilio Ybarra Aznar Económico- financiero: José María Cea Comercial: Laura Múgica Producción y sistemas: Francisco García Mendívil IMÁGENES PARA PERDER UNA GUERRA AS guerras, en términos de opinión pública, se pueden perder delante de la televisión, a través de imágenes y sonidos sonrojantes, indecorosas escenas en las que miembros aislados de los Ejércitos de naciones democráticamente avanzadas no están a la altura de sus modernas sociedades y se comportan de manera indigna, al más puro estilo de aquellos a los que combatieron y combaten, precisamente, para tratar de instaurar un sistema de libertades que purgara los excesos de éstos. El vídeo en el que supuestos soldados británicos golpean a jóvenes iraquíes durante unos disturbios callejeros en Basora, a principios de 2004, es un golpe ético y estético a lo que representan los valores de la democracia occidental, concepto que- -también desde un punto de vista iconográfico- -encarna principios como el de la igualdad, la justicia y el respeto a los derechos humanos, incompatibles con la violencia física y verbal desplegada por miembros del Ejército del Reino Unido. Es un vídeo vergonzante, que humilla a las víctimas de sus excesos, pero también a las sociedades que les mandaron a Irak para ganar la libertad y ahora contemplan cómo es posible perder la dignidad, la compostura y la guerra... por televisión. L LAS VÍCTIMAS TOMAN LA PALABRA L III Congreso de Víctimas del Terrorismo comienza hoy en Valencia, consolidando un encuentro internacional que responde al giro dado en los últimos año al enfoque global sobre la actividad terrorista y el protagonismo que deben recibir aquellos que la han sufrido. El cambio, en este sentido, ha sido radical. El carácter político con el que se abordaba el análisis de las motivaciones y objetivos de los diversos grupos terroristas que atentaban durante las décadas de los setenta a noventa del siglo pasado hizo que el terrorismo se tuviera por un mano a mano entre terroristas y Estados. Las víctimas de los atentados no tenían un espacio propio en las consideraciones de los Gobiernos sobre los procesos políticos y policiales con los que se enfrentaban a los terroristas. Esta relegación de las víctimas tuvo como consecuencia la privación de un sentido ético específico a la derrota del terrorismo, más allá del que se derivaba de la necesidad política de que, por principio, un Estado nunca sea doblegado por terroristas. La historia del terrorismo de ETA muestra claramente el impacto positivo que tuvo el traslado de las víctimas al primer plano no sólo de la lucha del Estado contra el terror, sino de la motivación social para forzar la unidad política de los principales partidos democráticos. El espíritu de Ermua fue la rebelión de las víctimas, de las que sufrían el terrorismo individual y socialmente, y a partir de su exteriorización en movilizaciones populares, grupos cívicos y discursos nuevos, se hizo ver la intensa fuerza de esta voz pacífica, hasta entonces silenciada. El Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, el segundo gran acuerdo constitucional de la España democrática, supuso la incorporación de la memoria de las víctimas al ideario del Estado contra ETA y la aceptación bilateral por PP y PSOE de que esas víctimas nunca más volverían al olvido. No debe extrañar, por tanto, el temor fundado de muchas de esas víctimas, todas ellas profundamente leales con el Estado de Derecho y los principios de la democracia- -a la que sólo piden justicia y no venganza- por un E ambiente político que empieza a ponerles tierra por medio, justo en el momento en que se anuncia lo que más les afecta, y de lo que más tendrían que hablar, que es el fin del terrorismo. Tienen derecho a no volver al pasado. Este nuevo Congreso es la oportunidad de reafirmar el papel de las víctimas del terrorismo en una sociedad que reclama tanta paz como justicia para alcanzarla. Es un objetivo que carece de etiqueta partidista y, por eso, cuenta con el respaldo explícito de los tres últimos presidentes del Gobierno y de numerosas autoridades políticas y representantes sociales. También por eso mismo determinadas ausencias permanecerán en el terreno de lo inexplicable. La voz de las víctimas debe seguir siendo un mandato ético para recordar que el terrorismo ha causado un enorme dolor y allí donde el individuo es el fundamento del sistema político, como sucede en las democracias liberales, ese daño masivo no admite su dilución en una mesa de negociaciones ni en la apelación a la generosidad. La muerte o la lesión de cada víctima del terrorismo, lejos de ser un motivo para la transacción con los terroristas, es una demanda de fortaleza para no caer en la tentación de una paz fácil, sin dignidad y sin justicia. La paz no es un premio para la clase política, sino un estado de libertad y justicia para los ciudadanos. Por esto es necesario que las víctimas del terrorismo mantengan la unidad en el mensaje y en la actitud moderada, pero firme, que ha sido hasta ahora su principal y más admirable seña de identidad. Es preciso que sigan demostrando que las democracias no tienen que pedir disculpas por no claudicar. Más que nunca hace falta que su discurso sea el de la cohesión que le dio la fuerza ética alumbrada en Ermua en 1997 y el que hizo posible el gran pacto político entre PP y PSOE en diciembre de 2000. Y si hoy alguien piensa que sin las víctimas o contra ellas es posible una paz justa, demuestren éstas tan craso error con la misma serenidad y templanza- -las más eficaces virtudes para imponerse a la adversidad- -que aplicaron para demostrar la anemia moral que aquejaba al Estado en tiempos pasados. INFORMACIÓN AL SERVICIO DEL RÉGIMEN P HACIENDA Y EL TABACO E L Gobierno rectifica su estrategia contra el tabaco e incurre, de paso, en algunas contradicciones. Tuvo tiempo para preparar la nueva legislación, para debatir las disposiciones y para verificar su operatividad antes de su puesta en práctica. Pues bien, no hace un mes que entró en vigor una norma tan laboriosamente gestionada cuando ya se plantea rectificaciones por vía de urgencia que evidencian hasta qué punto el Ejecutivo se perdió en la complejidad de la ley y no acertó a valorar sus consecuencias. Otro tanto ocurre con la fiscalidad. La carrera entre la industria y el Gobierno se ha convertido en una suerte de combate de boxeo en el que Hacienda busca el KO, por la vía de la continua subida de impuestos. Los fabricantes, una vez que han visto mermado su espacio para captar y mantener clientes, han recortado precios en un intento de hacer frente a la ley: puede incluso que sacrifiquen márgenes para mantener la clientela. Frente a esa estrategia, el Gobierno responde con más presión fiscal, con mayor dosis de intervencionismo para tratar de desalentar el consumo. A medida que aumenta la presión contra la industria tabaquera- -en aras, según el Gobierno, de la salud pública- incrementa la recaudación, por lo que la cruzada contra el tabaco le está reportando jugosos beneficios a las arcas del Estado. El primer beneficiario a distancia del negocio del tabaco es el Tesoro, que se lleva tres cuartas partes del precio que pagan los fumadores. Es cierto que la carga impositiva que soporta el tabaco en España es inferior a la que aplican desde hace años otros países europeos, pero éste es un argumento que no se puede generalizar, ya que los precios españoles son más bajos que los europeos en otros muchos productos. El Gobierno debería haber insistido en la pedagogía para prevenir el consumo y el abuso del tabaco y ha terminado por recurrir a la vía más fácil, articulando una ley que, puesta en paralelo con las medidas intervencionistas de Hacienda, configuran un escenario excesivo en el que el Ministerio de Economía desempeña un papel que está muy lejos del deseable en una economía abierta. En su afán, plausible, de poner cerco al tabaco, al Gobierno parece que se le ha ido la mano. RIMERO fue Google, que decidió autocensurar su sistema de búsqueda chino, presionada por las autoridades de Pekín. Ahora le toca el turno a Yahoo, que proporcionó a las autoridades chinas información que el régimen comunista utilizó para encarcelar a uno de los disidentes, siempre según denuncia de Reporteros sin Fronteras. No es la primera vez que Yahoo se ve inmersa en una polémica de este tipo, lo que viene a avivar el debate sobre el libre flujo de información a través de la red y los sistemas de autocensura desplegados por las grandes empresas. El Gobierno de China, un suculento mercado- -el segundo en internet del mundo- -impone sus reglas: para operar es imprescindible el bloqueo de términos políticamente sensibles y la supresión de correos electrónicos, conversación y servicios de publicación. Para las grandes empresas el dilema es sencillo: el inmenso mercado de la nación asiática es un negocio descomunal y tan tentador que se pliegan, en mayor o menor medida, a las exigencias gubernamentales. Pero de confirmarse la denuncia de Reporteros sin Fronteras, se habría dado un peligroso paso hacia adelante. Porque se trataría no ya de autocensurarse, sino de utilizar la información como instrumento al servicio de un régimen totalitario.