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ABC MADRID 26-01-2006 página 4
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ABC MADRID 26-01-2006 página 4

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4 Opinión JUEVES 26 1 2006 ABC PRESIDENTE DE HONOR: GUILLERMO PRESIDENTA- EDITORA: CATALINA LUCA DE TENA LUCA DE TENA CONSEJERO DELEGADO: SANTIAGO ALONSO PANIAGUA DIRECTOR: JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS Directores Adjuntos: Eduardo San Martín, Juan Carlos Martínez Subdirectores: Santiago Castelo, Rodrigo Gutiérrez, Carlos Maribona, Fernando R. Lafuente, Juan María Gastaca, Alberto Pérez Jefes de área: Jaime González (Opinión) Mayte Alcaraz (Nacional) Miguel Salvatierra (Internacional) Alberto Aguirre de Cárcer (Sociedad- Cultura) Ángel Laso (Economía) Jesús Aycart (Arte) Adjunto al director: Ramón Pérez- Maura Redactores jefes: V. A. Pérez, S. Guijarro (Continuidad) A. Collado, M. Erice (Nacional) F. Cortés (Economía) A. Puerta (Regiones) J. Fernández- Cuesta (Sociedad) A. Garrido (Madrid) J. G. Calero (Cultura) E. Ortego (Deportes) F. Álvarez (TV- Comunicación) L. del Álamo (Diseño) J. Romeu (Fotografía) F. Rubio (Ilustración) Director General: José Luis Romero Adjunto al Consejero Delegado: Emilio Ybarra Aznar Económico- financiero: José María Cea Comercial: Laura Múgica Producción y sistemas: Francisco García Mendívil PANORAMA DE CLAROSCUROS EN PALESTINA AS elecciones legislativas celebradas ayer en los territorios palestinos podrían considerarse un éxito notable por el mero hecho de haberse desarrollado en una jornada festiva, sin incidentes y- -si no fuera por las singulares circunstancias de esta parte del mundo- -prácticamente normal. Esto demuestra que no se equivocan quienes piensan que los palestinos, como cualquier otra comunidad del mundo, merecen tener acceso a los mecanismos democráticos para elegir a sus dirigentes y discernir entre las distintas soluciones a sus problemas. El optimismo, no obstante, debe moderarse. Cierto es que según las primeras estimaciones parecen confirmar una victoria relativa de las opciones más moderadas y los partidarios de seguir avanzando en el proceso de paz con Israel. Pero también lo es que un número nada desdeñable de ciudadanos palestinos- -y siempre según esas primeras estimaciones- -han dado su voto a una organización como Hamás, cuyas peligrosas características se podían apreciar perfectamente en la entrevista publicada el lunes en ABC con su principal dirigente, Al Zahar. Si el escrutinio final dejara a esta opción (que está en la lista de organizaciones terroristas de la UE) con una representación moderada cabría felicitarse, pues al menos significaría el predominio de Al Fatah, que ya hace tiempo que abandonó oficialmente el terrorismo y eligió el camino de la negociación. Una victoria aplastante de Hamás habría puesto las cosas muy difíciles a la comunidad internacional y complicaría sin duda la vida de los propios palestinos, porque para Europa o Estados Unidos no es posible tener unas relaciones normales con un gobierno dirigido por una organización que está en la lista de grupos terroristas. Pero, por otro lado, el panorama electoral viene a determinar que Al Fatah ya no podrá adjudicarse nunca más el monopolio de la representatividad de los palestinos como ha hecho históricamente, y eso es algo que habrá que tener muy en cuenta a la hora de estudiar los siguientes pasos en el proceso de paz. Ahora es importante que todos los actores políticos reconozcan los resultados y se evite que la complejidad del sistema electoral palestino y una de las sempiternas e inesperadas explosiones de violencia con Israel pudieran interferir negativamente en un proceso que hasta ahora ha sido ejemplar. Y si se confirma su victoria, AlFatah tiene ante sí la dramática responsabilidad de ejercer su mandato con el más elevado grado de responsabilidad para evitar que un eventual fracaso de su gestión abriese de par en par las puertas del poder para Hamás. Antes, incluso, de que esta organización haya podido recorrer el necesario camino que va de las balas, las bombas y la intolerancia (donde están ahora) al ejercicio normal de la vida política, que es donde deberían encontrarse. L A PROPÓSITO DE PIQUÉ A crisis que en el Partido Popular ha provocado la divergencia de criterio de Josep Piqué sobre el oficial de la organización acerca del proyecto de nuevo Estatuto para Cataluña ha constituido una torpeza política muy lesiva para la imagen y cohesión del primer partido de la oposición. Porque ni Piqué debió precipitarse en sus valoraciones, ni Ángel Acebes, secretario general de la formación, acertó a desautorizarlas de manera tan fulminante. En el Partido Popular se tiene que avanzar hacia una cultura con más capacidad de síntesis en relación con las percepciones políticas sobre temas diversos- -especialmente los que afectan a las comunidades autónomas y a las cuestiones de índole ética- -para así ampliar el espectro social sobre el que proyectar su mensaje. De esta manera se comportan los grandes partidos europeos, en los que son fácilmente identificables las denominadas alas y sectores o familias- -las más conservadoras conviven con las mas progresistas- -que proporcionan al conjunto de la organización una gran versatilidad. Naturalmente, esta diversidad interna requiere de una fortísima lealtad al proyecto de fondo del partido y un funcionamiento en el que cada cual asuma distintos papeles, no de modo improvisado, sino en el desarrollo de una estrategia inteligente. Tenga o no razón Piqué o la tenga o no Acebes, lo cierto es que el Partido Socialista ha superado y digerido con una impertinencia en alguna medida envidiable sus contradicciones internas, que son muchas y profundas. Si en el PSOE es posible la convivencia de discursos tan alejados como los de Rodríguez Ibarra y Pasqual Maragall, los de Francisco Vázquez y Odón Elorza, los de Rodríguez Zapatero y Alfonso Guerra, ¿cómo es que semejante situación no se traslada, con los matices adecuados, al PP? ¿por qué razón una divergencia como la de Piqué ha de provocar una tormenta con aparato eléctrico en el PP y discrepancias mucho mayores no fisuran al PSOE? L Los populares han de revisar su exceso de celo en el mantenimiento de discursos rectilíneos a veces incompatibles con la diversidad de sociedades autonómicas en las que el partido ha de moverse y obtener resultados. El galleguismo de Núñez Feijóo debe ser entendido en el contexto de la comunidad gallega y a partir de los antecedentes del PP allí; y lo mismo ocurre en otras regiones españolas en las que los dirigentes populares deben disponer de un margen suficiente para que sus expectativas electorales aumenten. Tanto Alberto RuizGallardón en Madrid, como Esperanza Aguirre en la Comunidad, han protagonizado fugas del discurso oficial que, sin embargo, y no sin crear serios problemas, están retornando positivamente en términos de aceptación ciudadana. De lo que se trata, en definitiva, es de que el Partido Popular tenga una visión propia menos rígida y no confunda la coherencia con la extrema previsibilidad de sus postulados, que lo convierten en una diana fija y permanente para sus adversarios. Sus homólogos franceses, británicos, italianos y alemanes se someten a una dinámica intrapartidista mucho más viva y plural y transitan por las crisis que esta diversidad propicia, con una suerte de naturalidad que nada tiene que ver con el, a veces, tremendismo excesivo con el que encara el PP las divergencias internas. Es en este contexto- -en el que se requiere un nuevo entendimiento de los partidos, con ofertas más amplias y motivaciones de voto diversificadas- -donde el caso Piqué y cualesquiera otros de esa naturaleza que han de encontrar acomodo. Y, desde luego, en una clara readaptación de los dirigentes del Partido Popular, que deben deponer de una vez por todas el sesgo defensivo de sus discursos para pasar a comportamientos proactivos y alternativos a los de un Gobierno que ofrece flancos extraordinaria y obviamente débiles. UNA ENCÍCLICA PARA EL MUNDO DE HOY D EUS caritas est primera encíclica de Benedicto XVI, refleja fielmente la fuerte personalidad de su autor. Se trata de un texto breve (sólo cincuenta páginas) escrito con gran precisión conceptual y en el que luce la sólida formación intelectual del Pontífice y la capacidad didáctica del buen profesor. No se trata, por tanto, de un documento programático, a diferencia de la Redemptor hominis publicada por Juan Pablo II en 1979. Es muy significativo que el nuevo Papa prefiera construir su discurso sobre la base firme de las catorce encíclicas y las múltiples cartas pastorales de su antecesor, al que considera como intérprete auténtico del Concilio Vaticano II. Se trata, sin duda, de una opción deliberada como prueba de la austeridad y del espíritu de sacrificio que inspiran las actuaciones de un Papa que ha preferido alejarse de la tentación (comprensible quizá en un hombre de su talla intelectual) de rehacer o innovar un legado espiritual que ofrece un amplio abanico de posibilidades, muchas de ellas todavía inexploradas. A cambio de esa renuncia, Benedicto XVI ha puesto el dedo en la llaga sobre una cuestión nuclear en el mundo contemporáneo: el concepto de amor en todas sus dimensiones, como respuesta cristiana al materialismo y al hedonismo que dominan tantas facetas de la sociedad autosatisfecha de nuestro tiempo. Pretende así devolver su esplen- dor original a una palabra gastada y manoseada por un uso abusivo. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él son términos de san Juan, expresión genuina del centro y eje de la fe cristiana. Pero además, el Papa no elude la dimensión puramente humana del tema, es decir, el eros concebido como el don que se plasma en el matrimonio indisoluble entre hombre y mujer, y que se aborda con un espíritu abierto y profundo. Desmiente así- -una vez más- -los tópicos interesados que algunos sectores intentan extender en torno a su figura. Este amor humano proviene también de la voluntad del Creador, pero es exigente, implica renuncias, conlleva la superación del egoísmo mediante la búsqueda del bien del otro. El eros se transforma así en ágape La dimensión personal y familiar se abre camino hacia la sociedad, la Iglesia y el mundo entero, porque constituye la dimensión moral del comportamiento del cristiano en la vida social. También la Iglesia debe amar- -añade la encíclica- -y en este sentido se refuerza la faceta ecuménica de un pontificado que tiene entre sus señas de identidad la apertura al mundo protestante y ortodoxo. El amor, en definitiva, hace a la persona más divina y a la vez más humana. Espléndida lección de teología y de antropología, obra de un Pontífice capaz de poner una profunda inteligencia al servicio de su alta misión en la Iglesia y en la sociedad actual.

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