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ABC MADRID 09-01-2006 página 89
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ABC MADRID 09-01-2006 página 89

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES 9 1 2006 Deportes 89 RALLY LISBOA- DAKAR HOY, LA NOVENA ETAPA Libro de ruta, sistema de navegación, ayudantes... y todos ruedan perdidos Sin GPS, la orientación, el conocimiento del desierto y las huellas son clave para llegar TOMÁS GONZÁLEZ- MARTÍN MADRID. Libro de ruta, sistema de navegación, way point (forma de llegar al paso de control) y los propios controles de paso. Estas son las únicas maneras de orientarse para llegar cada noche a una meta del Dakar. La limitación del GPS ha recuperado el arte que hizo mítica a esta carrera. Los pilotos de motos vuelven a depender de su capacidad de guía individual para finalizar cada jornada. Los conductores de coches y de camiones reciben la ayuda de sus copilotos, que llevan en su regazo el road- book para encontrar el camino correcto Esa es la frase del rally, en español o en francés: El camino correcto ¿Cómo lo encuentran? Exento de ayudantes, Coma, Esteve, Despres, los moteros, portan una pantalla de ordenador sobre su manillar que presenta el libro de ruta. Ese aparato les indica la trayectoria que deben realizar para alcanzar, primero, cada way point un punto situado pocos kilómetros antes del control de paso y que les informa de los dos o tres únicos senderos que han de cubrir para alcanzar el CP Si no encuentran las way point no conseguirán firmar en el paso, pues no hay otra manera de llegar a ellos. Por eso existen. Un acierto que en el caso de las motos es agónico, pues poseen combustible para 175 kilómetros y no podrían continuar. El road- book es su única ayuda, pero deben encontrar los senderos ajenos a las trampas, muchas veces con rodeos de diez kilómetros, para alcanzar los way point pasos clave para alcanzar los controles Incluso, llegar a los way point es difícil, porque sólo hay dos o tres rutas para verlos Los moteros no pueden fallar, pues sólo llevan gasolina para 175 kms. los demás. En Mauritania todo es un infinito arenoso, con piedras traicioneras. Durante centenares de kilómetros no hay un atisbo de vida humana. Ni las lagartijas ni los lagartos hablan español o francés, allí no hay escuela de idiomas y uno se siente como Gary Cooper, solo ante el peligro. Y sin pistola. En esa inmensidad oceánica pasar cien metros a la derecha o a la izquierda es decisivo. El dilema lo vive sobremanera el piloto que ha ganado la etapa anterior y parte al día siguiente en primera posición, sin huella previa de algún adversario. Pisar las ruedas marcadas es el recurso de casi todos, especialmente de los perdidos. Y en Mauritania, el sábado, se perdieron la mayoría, comenzado por los líderes. Hubo 150 kilómetros muy complicados- -decía Coma- -con montaña y de- Peterhansel, el faraón, es el mejor conocedor de las trampas del desierto sierto. Cometí un error de navegación y me costó volver al camino Roma también se desorientó: Fallé en la navegación y tuve que dar varias vueltas hasta encontrar el way Esteve, para colmo, se quedó sin pantalla de ruta. Se rompió, sufrí mucho estrés y aceleré para cazar a Coma en el CP 1 (primer paso de control) en el avituallamiento del kilómetro 175 AFP El infierno es salir el primero Los pilotos de coches y camiones viven similar angustia, con la diferencia de que no dependen de la gasolina. El quid de la cuestión, para las tres categorías, es cómo llegar hasta esos way point porque hasta verlos, con cara de felicidad, hay que superar un mínimo de 150 kilómetros. Ahí explota la sabiduría de los campeones, ese conocimiento del desierto que es fundamental para ganar la carrera. Porque los libros de ruta trazan la línea a seguir, pero no precisan el sendero por el cual evitar las trampas de las dunas, las piedras escondidas, los huecos donde una rueda o una moto pueden hundirse para siempre. Es en estas situaciones donde Peterhansel, Despres, Roma, Esteve, los expertos africanos, marcan la diferencia, como bien sabe ya Carlos Sainz. El viaje por Marruecos es menos difícil, porque el terreno es pedregoso, pero duro. El problema nace, ha surgido un año más, en el mar de arena mauritana. Ahí ya no queda ni el recurso del tan, tan lejano y casi nocturno que se escucha, de lejos, cuando los competidores se acercan a una población, donde los pilotos pueden preguntar a los nativos por dónde han continuado Perdidos y buscándose en la arena Una imagen aérea del Dakar en Mauritania definió esta anarquía. A lo largo de quince kilómetros de desierto se observó cómo Despres, Esteve y Coma surgían desde flancos opuestos para converger en un trazado. Todos rodaban, perdidos, por caminos diferentes. Pero el rey en estas lides fue el debutante, Sainz, acaparador de todos los ma- les del inexperto: Intenté subir por una pendiente muy fuerte (enorme fallo) y al ver que no podía quise volver hacia atrás. Entré en un camino de piedras, pinché y rompí el embrague Un problema que para los camiones es fatal. El día de Reyes, el ruso Kabirov erró en su trayectoria y echó a los espectadores presentes en las dunas para superar una pendiente a toda velocidad e impedir que su Kamaz se hundiera definitivamente. Los aficionados corrían para no ser atropellados, porque estaba claro que Kabirov no pensaba perder, allí, la carrera. Ese es el secreto del Dakar. Perdido o no, la clave es no caer en las trampas. Es mejor dar un rodeo de diez kilómetros que ser eliminado por dibujar una línea recta que es la curva hacia el K. O. Que se lo digan a Carlos Sainz. Carlos Sainz perdió ocho horas, pero es decimosexto A fuerza de voluntad, Carlos Sainz acabó la octava etapa en la madrugada del sábado al domingo, como advirtió, con el objetivo de rematar este Dakar el domingo, en el Lago Rosa. Después de perderse, de pinchar, de toparse con una roca, de romper el embrague y de volver a la línea de salida para comenzar de cero, llegó a Nouakchott con ocho horas perdidas respecto al ganador, Magnaldi. Alcanzó el puesto 84, con una desventaja de 7 horas, 51 minutos y 6 segundos respecto al francés. El que no se consuela es porque no quiere, pues precedió a otros 38 participantes, que cierran la lista de 122 coches supervivientes. La dureza de la prueba la confirma la clasificación general, pues todos los avatares vividos por el campeón español le han relegado únicamente hasta el decimosexto puesto, a 8 horas, 9 minutos y 43 segundos del faraón del Sahara, Peterhansel, que rueda hacia su tercer triunfo en coches, hacia su novena victoria absoluta, pues anteriormente venció seis veces en la especialidad de motos. El campeón vigente sobre dos neumáticos, Cyril Despres, es otro ejemplo del sacrificio que define a estos touareg motorizados. Tiene una muñeca destrozada, producto de una caída sufrida el día de Reyes, y fue cuarto en la etapa infernal. Hoy pretende continuar, a pesar de los dolores, porque es tercero en la general, luego de la sanción de una hora impuesta a De Gavardo, que ahora es quinto, tras Coma, Esteve, Cyril y Sala.

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