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ABC MADRID 21-11-2005 página 5
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ABC MADRID 21-11-2005 página 5

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES 21 11 2005 Opinión 5 MEDITACIONES TRUENA AEN chuzos de punta sobre La Caixa, obligada a multiplicarse para atender todos los frentes. Cuando la batalla política se encona, las sucursales, fuera de Cataluña, pagan los platos rotos y los empleados se ven obligados a desplegar todo su poder de convicción para frenar a los más impetuosos... Lo que preocupa no es tanto la retirada de fondos- -que no ha sido mucha- -sino la captación de nuevos clientes, que se ha resentido de manera sensible en función de las previsiones y los objetivos. Y lo peor, según cuentan, es que esto está todavía en fase preliminar. La opa, el avión de Durao Barroso, el estatuto, la financiación del PSC... y hasta el 0- 3 del Barça, con Eto o y Ronaldinho poniendo de su parte. Truena y La Caixa reparte paraguas con mango y botón de cierre de madera para capear el temporal... MARCO AURELIO C LEER Y PENSAR LEOPOLDO DE LUIS ORIANA FALLACI SE ENTREVISTA A SÍ MISMA. EL APOCALIPSIS DE ORIANA FALLACI La esfera de los libros Madrid, 2005 303 páginas 19 euros Indomable Si me permiten el término, Oriana Fallaci es indomable. Nada ni nadie ha podido sujetar a esta periodista italiana, que siempre ha estado al servicio de la libertad. Ahora, tras La rabia y El orgullo y la fuerza de la razón nos presenta dos títulos en un solo volumen: Oriana Fallaci se entrevista a sí misma y El Apocalipsis Un par de trabajos en los que emerge la Fallaci más genuina. Es decir, la crítica implacable de cualquier forma de totalitarismo. Como no podía ser de otra manera, después de los atentados islamistas la autora denuncia el nazifascismo que acecha, el colaboracionismo pacifista y bonista que objetivamente da alas a quien quiere destruirnos y la indiferencia o el miedo de quienes no se atreven a plantarle cara al mal. Y la Fallaci también critica duramente a una ONU suma de hipocresías y falsedades, a una Europa sin ejército que la proteja, a una izquierda necia que tacha de reaccionario a quien se opone a sus creencias. ¿Qué alternativa? Algo tansencillo comono ocultar la guerra declarada contra Occidente, perder elmiedo, y enfrentarse al monstruo que amenaza. Indomable Fallaci. Aunque a veces se le vaya la mano. MIQUEL PORTA PERALES QUÍ, en la habitación, sobre la cama, me está esperando un muerto que aún respira Tus versos, querido Leopoldo, han acudido en tropel a mi memoria cuando te he visto expirar esta mañana, con esa delicada discreción que usaste siempre en vida, sin un estertor, sin un espasmo, como si te avergonzase estorbar la conversación que mantenía con tu hijo Jorge. Te fuiste de puntillas, Leopoldo, como un pájaro breve que apenas se atreve a alzar el vuelo, y en la habitación quedó un vaho yerto: morir no es más que un vaso que se vierte. Perdona que te escriba con palabras delgadas y ateridas, pero me siento como el pájaro que cruza el invierno y no se posa, porque ya no hay rama Cuando comprobamos que, en efecto, habías rendido el hálito, tu hijo Jorge y yo nos fundimos en un abrazo; puedes JUAN MANUEL estar orgulloso, porque le has dejado DE PRADA la herencia de la palabra, la más alta herencia que podía dejar quien, como tú, parte ligero de equipaje. A mí me has dejado tu testimonio de honrada humanidad y desnuda poesía. Rehuiste siempre la fanfarria de las plazas públicas y buscaste el abrigo de los jardines más escondidos, allá donde tu voz sonaba más pura, arisca de celebridades huecas y estrepitosas. Quienes no te han leído con el detenimiento que mereces suelen adscribirte sumariamente a las corrientes de poesía social de posguerra; pero, ante todo, fuiste un humanista de ley que nos entregó sus versos para hacer más llevadera nuestra travesía por la tierra. Huésped de un tiempo sombrío, en lugar de regodearte en la imprecación fuiste aquilatando una dicción cristalina que, al ganar en ascetismo, logró entroncar con la mejor literatura sapiencial. Y, además de un poeta de una pieza, fuiste uno de esos raros especímenes humanos que enaltecen el aire que respiran. Criatura incapacitada para el rencor, atleta de A la generosidad, sabio sin pedantería ni exhibicionismo, en ti poesía y vida formaban una aleación inexpugnable. Cuando te escuchaba hablar- -y qué varonil y bien timbrada era tu voz, cuán habitada de piedad, de una ancha y hospitalaria calidez- sentía como si se derramase sobre mí un bálsamo que espantaba las zozobras, como si tus palabras hubiesen sido templadas en el fuego donde se fraguan los espíritus más nobles. Jamás manchó tus labios un comentario malicioso o denigrante, jamás pronunciaste una condena o un desafío o un mero desdén; y, sin embargo, ¡cuánto habías sufrido! Tu biografía debería explicarse en las escuelas como ejemplo de verdadera reconciliación nacional combatiente republicano durante la Guerra Civil, tuviste que renunciar incluso a tu apellido- -Urrutia- -en aquellos años en que la sombra de Caín cruzaba errante la tierra; pero de aquellos expolios no nació un hombre resentido, sino, por el contrario, deseoso de cicatrizar sus heridas. Has representado mejor que nadie, querido Leopoldo, la esperanza de una tercera España, capaz de triunfar sobre el odio, capaz de espantar un fantasma fratricida que algunos desdichados quieren seguir resucitando cada día, para colgarse medallas que tú preferiste esconder en los cajones del perdón. En ti, querido Leopoldo, se confirmaba aquel axioma que identifica el estilo con el hombre. La verdad de tus versos era la misma que resplandecía en tus días: una verdad escueta, transparente, humanísima. Mientras abrazaba a tu hijo Jorge, recordé uno de tus mejores poemas, que ahora adquiere resonancias de epitafio: Es un hombre que envejece en su casa. ¿Fue feliz en su vida? Será tan solo un hombre que envejece, mas tuvo la palabra ardiendo entre sus manos Te vas y nos dejas tu palabra, como deja el capitán su espada; al tomarla entre las manos, sentimos su fuego que no declina, el fuego donde se fraguan los espíritus más nobles. Te oigo respirar, querido Leopoldo, te oigo respirar y llamarme mientras acabo a duras penas este artículo.

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