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ABC MADRID 26-10-2005 página 64
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64 Cultura MIÉRCOLES 26 10 2005 ABC CLÁSICA Ibermúsica Obras de Gershwin y Dvorák. Int. Terrence Wilson, piano. Orquesta Sinfónica de Baltimore. Dir. Yuri Termikanov. Lugar: Auditorio Nacional. Fecha: 22- 10- 05 DE AQUÍ Y DE ALLÁ A. G. L. Rupert Grint, Emma Watson y Daniel Radcliffe, durante la presentación de la película AP Harry Potter crece en su última película, más para adolescentes que para niños El 25 de noviembre se estrena en España Harry Potter y el cáliz de fuego películas con respecto a la publicación de los libros de Rowling hace que los jóvenes actores afronten la interpretación de personajes un par de años menores que ellos EMILI J. BLASCO CORRESPONSAL LONDRES. Unos crecidos Harry Potter, Ron y Hermione para una película de la saga del personaje de J. K. Rowling que incrementa las escenas de terror del mundo de la magia. Harry Potter y el cáliz de fuego la cuarta entrega de la versión cinematográfica, presentada ayer en Londres, no es ya una película para niños sino para adolescentes, y Daniel Radcliffe (de 16 años) Rupert Grint (17) y y Emma Watson (15) aseguran sentirse felices de crecer con sus personajes y con sus fans. El retraso que lleva el estreno de las películas en comparación con la publicación de los libros de Rowling- -en julio apareció en inglés el sexto y penúltimo tomo, Harry Potter y el Príncipe Mestizo el 25 de noviembre se estrenará en España esta cuarta película, Harry Potter y el cáliz de fuego -hace que los jóvenes actores afronten la interpretación de personajes un par de años menores que ellos. Pero esto no es problema para Radcliffe. Llevo con Harry Potter desde los once años y puedo ir haciendo madurar a Harry conmigo mismo afirmó en una rueda de b El retraso que llevan las Los productores, preocupados por la piratería DPA LONDRES. Lord Voldemort y sus temibles Mortífagos parecen poco peligrosos comparados con determinados muggles Los productores y la distribuidora de la nueva película de Harry Potter están preocupados por los piratas informáticos, aseguraron ayer los medios británicos. Mágicamente ya está en internet de forma ilegal una canción de la película Harry Potter y el cáliz de fuego informó ayer el Times en su edición online. Se trata de un tema de la banda imaginaria The Weird Sisters. El icono del brit pop Jarvis Cocker y dos miembros de Radiohead se unieron para dar vida a este grupo de fantasía en esta cuarta entrega cinematográfica. La canción compuesta y grabada por Cocker, This Is The Night ya se encuentra desde hace días en la red de los muggles Warner Bros. responsable de la distribución de la película, ya está en alerta máxima y estrictas medidas de seguridad pretenden impedir que una copia del filme, que costó aproximadamente 130 millones de dólares, llegue también a manos piratas. prensa a la que acudió con corbata. También aspecto de pequeña mujer tuvo Emma Watson, con maquillaje y un cuidado vestuario. Más deportivo apareció Rupert Grint, que incluso en la película sigue como un Ron más niño, que continúa gimiendo ante el peligro, aunque también para él llega el tímido despertar del amor. El ligero tono romántico de algunas de las relaciones en Howgarts, que antes eran sólo de camadería, y los contenidos de auténtico thriller que se incorporan al filme, lo convierten en un salto respecto a los anteriores capítulos, como ocurría en la propia novela. Suspense y terror Precisamente esos pequeños tonos de suspense y terror- -Rowling ha advertido que conforme Harry Potter se acerca a su último curso en la carrera de mago el poder del mal es cada vez más evidente- -fueron una de las razones que llevaron al productor, David Hayman, a escoger a Mike Newell como director de la película. En cualquier caso, en su vida real los tres protagonistas llevan una existencia sin grandes alteraciones. Daniel asegura que ha conseguido dar normalidad a su fama y que ya sabe la manera de pasar desapercibido por la calle. Ni siquiera tiene el quebranto del amor: tuvo una novia, pero ahora no sale con nadie. Tampoco Emma tiene novio y Rupert se queja de tener que emplear demasiado tiempo en estudiar el código de circulación para sacarse el carnet de conducir. ubo un tiempo, hará ya unos cien años, en el que se creyó que ser compositor americano, o mejor dicho, no europeo suponía una ventaja. Dicho de otro modo que se disfrutaba de la posibilidad de desarrollar una expresión musical nueva y sin condicionantes. Luego las cosas imponen sus límites y como decía Stravinski cuando se reemplaza un procedimiento llega la necesidad de orden y disciplina que reanuda la tradición Americanos o europeos, al final todo debería parecer uno. Sin ir más lejos, he aquí el reciente concierto de la Orquesta de Baltimore, nueva por estos lares, interpretando a Gershwin, un americano en París al lado de Dvorák, aquel bohemio que se instaló en el nuevo mundo Es decir, lo de aquí y lo de allá en una sola sesión gobernada, para más ahondar, por un caucasiano como el maestro Yuri Termikanov, titular de la agrupación. Pero afortunadamente la cuestión no es de porte sino de detalle, es decir de estilo, y por él descubrimos cosas asombrosas. Por ejemplo que un pianista como Terrence Wilson es capaz de convertir la Rhapsody in blue de Gershwin en algo personal y distintivo. Podría parecer fácil si se piensa que todo es medir los silencios, encontrar el acento, hallar la articulación precisa y hasta saber el color adecuado a cada pasaje. Algo especialmente sencillo para pianistas como él que apenas se inmutan y a quienes parece que la música les sale con facilidad. Pero no es cierto. Wilson quiso demostrar que es un virtusoso al que le vuelan los dedos y, en verdad le corren con ligereza, pero no es infalible, ni falta que hace. Lo suyo es algo de más interesés y tiene mucho que ver con la capacidad para revelar la intención de fondo de una partitura tan inspirada por el jazz. Por eso, a su lado la Orquesta de Baltimore estuvo a gusto, como en casa. Y Termikanov demostrando ser un gran cómplice. Porque aporta esa serena elegancia de un gesto que es capaz de dibujar Un americano en París a través de un catálogo de variopintos timbres callejeros en perfecta superposición o la sinfonía 9 de Dvorák en un transitar que canta con muy buen gusto el melódico Largo y arma el más rítmico final. Notable orquesta la de Baltimore. Bien engrasada, brillante en el metal, atenta a la sustancia antes que al preciosismo. Sin duda, americana. Y por eso mismo felizmente distinta. H

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