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ABC MADRID 02-10-2005 página 78
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ABC MADRID 02-10-2005 página 78

  • EdiciónABC, MADRID
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78 DOMINGO 2 10 2005 ABC FIRMAS EN ABC CARLOS MURCIANO ESCRITOR GATOS Para Jaramillo, los estados de la materia son cuatro: líquido, sólido, gaseoso y gato; un ser que no es de este mundo, espía de Dios o del diablo, nacido- -creado- -para ser amado, no para amar, y capaz, cuando duerme, de conversar con los ángeles... H E andado inmerso este verano en la lectura de Mirror, Mirror el libro en el que el norteamericano Mark Pendergrast historía, puntual, los espejos, desde edades remotas- -año 6,200 a. C. -hasta nuestros días; libro cuyas cuatrocientas páginas conviene afrontar con calma, que es denso y minucioso, propicio pues a dejar paso a otras incitaciones y ser retomado sin mengua, luego. Una de ellas fue la poesía felina que se subió, súbita, a mi mesa, y que tiró de mi atención con uña venial y picara. Abrió camino el poemario con el que Enrique Gracia se hizo con la tercera edición del premio Emilio Alarcos de título tan original como todo él; Sin noticias de Gato de Ursaria (Visor) Reflejado- -o refractado- -como andaba yo en los jades, metales y obsidianas de Pendergrast, abrí el libro de Gracia al azar y leí; Hice añicos la luna del espejo Ese Gato protagonista enviaba a uno de sus amores, envueltos en papel de celofán, los cristales diminutos, y concluía: No acusaste recibo, pero jamás podrás decir que no te regalé la Luna No quedó ahí la cosa porque, al abrir por otra página, pude leer; La soledad es el espejo de la muerte... y más adelante: Dios inventó el espejo para no estar solo... Incluso algunos sospechamos hoy que la manzana de Eva fue un espejo: el que Dios inventó, refugio, trampa Así que, atrapado ya, abordé el libro ordenadamente, y supe entonces que ese Gato era un tipo indolente y escéptico, que aprendió de frailes y de sectas, que vagabundeó, amó y guerreó, y un día desapareció- ¿por los tejados? dejando, como triste- -o gozosa- -memoria, estos papeles, estos versos, plenos de agudeza, de sutil ironía, de jugoso lenguaje. Otro libro que me movió a escribir fue el de Milagros Salvador, Gira nocturna (Verbum) uno de cuyos poemas lleva como título Gato Ursaria Hoy recorro este nombre letra a letra y te encuentro de- TRINIDAD DE LEÓN- SOTELO PERIODISTA INFANCIA Y VEJEZ ...Pasar de largo ante los conflictos que afectan a cierta parte de la sociedad, es lo habitual. Palabras, promesas, las que ustedes quieran. Pero a pie de obra sólo las personas que, con su generosidad, plantan cara a la maldad. Viven contra esa villanía que daña a demasiados... A dicho alguien- -con una muestra sobra, aunque haya muchas más- que los niños ya no son inocentes ¡son demasiado los peligros que los acechan! La televisión es un tema recurrente, tópico, pero es más que cierto que proyecta escenas- -muchísimo antes de las diez de la noche- -de ésas que no son aptas para niños, ni siquiera para adultos de buen gusto. Se dijo que se vetarían en horario infantil, para que no perdieran la pureza- -que antigua suena esta palabra ¿no? Pero el caso es que pueden contemplarlas ¡y escucharlas! con solo pasar correteando delante del televisor a horas tempranas. La cues- H tión es que acabar con la amenaza de la tele se ha convertido en algo tan absurdo como secar los océanos para integrarlos en la tierra de nuestro planeta o de muy corto alcance para quienes debiendo hacer algo se ocupan en asuntos más productivos o más llamativos. ¡Pues sí que está la cosa, se dirán a sí mismos, como para preocuparnos de los pequeñajos! La infancia es el porvenir, reza un dicho popular, sin saber ¡ay! que los que están en las alturas carecen de horas para dedicarlas a frases hechas, que estén dedicadas a quienes no tienen voz ni voto. Se condena, y con razón, a la infame y ruin gentuza que maltrata físicamente a un niño, pero el daño moral, aquel que se adueña de la candidez de un chiquillo, pasa sin castigo. ¿Quién lo soluciona? Demoledor: nadie. Estos asuntos no dejan señales externas, ni siquiera el niño es consciente de que no le están dejando serlo. Pasar de largo ante los conflicto que afectan a cierta parte de la sociedad, es lo habitual. Palabras, promesas, las que ustedes quieran. Pero a pie de obra sólo las personas que, con su generosidad- -son las que permiten que el mundo siga adelante, aunque a trancas y barrancas- plantan cara a la maldad. Viven contra esa villanía que daña a demasiados. El objetivo de los canallas son los débiles en general. En el otro extremo de la edad, los ancianos. Una y otra vez, se descubren asilos que no son tales. Baste recordar que en el último que se cerró- -algunos viejos con las facultades tocadas por la enfermedad- -se les daba de comer sus propias heces o eran encerrados en un zulo cuando acudían los encargados de revisar el local. Ignoro cómo los maltratadores lograban darle a la casa una apariencia de normalidad, como ignoro, también, si la familia de algún anciano se daba una vuelta por allí. Se afirma, como es sabido, que la base de la sociedad es la familia, pues a ver si algunas van mejorando. trás de las palabras dice, y está aludiendo al poeta antes nombrado) y cuyo prologuista, Pedro Carrero, se pregunta ¿No será el gato, en alguna medida, un espejo de nosotros mismos? porque la poetisa madrileña de gatos habla y a ellos rinde homenaje, y con ellos se identifica en el poema que nomina el libro; por lo que sorprende que el citado Carrero diga que el que prologa no es exactamente un libro de gatos Naturalmente que la autora juega con la palabra y con sus significados y con cuanto de símbolo y de tradición histórica tiene este felino, pero yo disiento respetuosamente del criterio de aquel, y digo que Gira nocturna es no sólo un libro de gatos, sino un libro gatuno, fervoroso de este ser especial, a un tiempo mimoso y despegado, sumiso y altanero. Milagros Salvador saca buen jugo al tema, pues se desplaza desde el que vigila en la tumba del faraón o camina junto a Popea, hasta el callejero o el triste y azul de Roberto Carlos, o el que- -de mármol- -yace a los pies de la madrileña estatua de la Libertad: o se detiene en los vocablos- alegato regata gata (nubecilla o vapor) -o en el del viejo cuento de Perrault- -con botas- o hilvana como cierre una serie de parnocikles o greguerías, tal si rindiese tributo a Ramón (tengo espigadas cuantas dedicó él al gato, que un día publicaré) Todos los gatos andan a gatas dice Milagros; o bien: Gato: pereza seductora Y hace diana. El colombiano Darío Jaramillo no se anduvo por las ramas- -por las tejas- -a la hora de titular su poemario, aparecido en la pequeña y grata colección El pájaro solitario de Pre- Textos, y lo llamó sencillamente Gatos Para él, los estados de la materia son cuatro: líquido, sólido, gaseoso y gato; un ser que no es de este mundo, espía de Dios o del diablo, nacido- -creado- -para ser amado, no para amar, y capaz, cuando duerme, de conversar con los ángeles. Jaramillo afirma que no hay palabras para hablar de los gatos pero las busca y las encuentra y las hilvana, tersas unas, sigilosas otras, y con ellas compone poemas, breves por lo general, cuajados de versos sentenciosos y con frecuencia greguerísticos- -el gato es una greguería que anda, he escrito alguna vez- por los que él mismo deambula, cauteloso y noctivago: Soy gato afirma en más de una ocasión. Pero ya lo sabíamos. Los gatos no lloran asegura el colombiano. Cuando, años atrás, Margarita Hierro editó su antología Gatos, gatos, gatos (Eneida, 1999) incluyó un soneto de Manolo Romero a ellos dedicado, en el que este poeta cordobés se pronunciaba del mismo modo: Y no lloran. Sus ojos están secos Y es que, en verdad, esos bichos singulares, deben de ser tan felices como aparentan.

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