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ABC MADRID 19-09-2005 página 24
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  • EdiciónABC, MADRID
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24 Internacional ELECCIONES EN ALEMANIA LUNES 19 9 2005 ABC La incertidumbre del resultado ensombrece la atmósfera en la sede de la CDU de Angela Merkel y sorprende a los socialdemócratas, que insisten en que Gerhard Schröder siga como canciller de Alemania La resurrección de Schröder TEXTO: GUILLEM SANS. SERVICIO ESPECIAL Angela Merkel Presidenta de la CDU A las puertas de la Cancillería R. VILLAPADIERNA BERLÍN. La que podría ser vencedora de las elecciones nada entre dos historias, dos geografías y dos carreras (además de dos maridos) Su vida es dúplice, nació en Hamburgo, vivió en la RDA y renació a la caída del muro o más bien cuando Helmut Kohl le abrió los ojos a la política y la envió de viaje a EE. UU. Durante años ha tenido que soportar el ser calificada de demasiado joven, demasiado del Este, demasiado protestante, demasiado mujer La acumulación de pliegues la hace dificil de aprehender, sea a sus homólogos, sea al elector de Este y Oeste, sea a mujeres y hombres. La primera mujer en tocar la puerta de la Cancillería de Alemania trabaja la realidad como una ciencia, guarda más de lo que promete, según sus más estrechos, y desconfía de su sombra, lo que la hace fría y tenaz, en un mundo de poderosos barones de partido, con conchas y desdén de veteranía occidental pero muy modesto olfato oriental. Calificada como ratón gris y anodina en realidad reservada y analítica, pasó de niña de Kohl a madre coraje sin tener un hijo; le gusta el poder confiesa su amiga y vicepresidenta Annette Schavan, una más de una red de colaboradoras que, si emplean su inteligencia de mujer, apenas hacen gala de su sexo como arma. Atrás en la RDA todo era una lucha por ser un poco mejor, por no llamar la atención dice de su pasado. Trabajadora tenaz, mujer ambiciosa hasta tener en su despacho un retrato inspirador de Catalina la Grande, de al- canzar la Cancillería de la primera potencia europea podría ser la mujer más poderosa de occidente desde la Reina Victoria, sólo con permiso del Bundestag. En tiempo alemán, su carrera de 15 años se considera meteórica e inédita, nadie ha salido de la nada para llegar tan lejos dice su biógrafo Langguth. Merkel creció en un medio rural, entre la parroquia de su padre y la obsesión policial; alumna de sobresaliente, escapó para estudiar química en Leipzig y casarse con 23 años con un compañero, Ulrich Merkel, del que se separó después. Entró en el Instituto de Física Química de la Academia de Ciencias y en 1985 se doctoró asesorada por quien hoy es su marido. Comenzó en política sólo en 1990, con el grupo Resurgimiento Democrático y como portavoz del nuevo Gobierno oriental de Lothar de Maizère, y salió diputada en las primeras elecciones libres. Allí la descubrió Kohl, quien la hizo ministra para la Mujer y la Juventud en 1991, y de Medio Ambiente en 1994. Tuve la suerte de que Kohl me confiara un pequeño ministerio para aprender las reglas ha confesado. Tras la debacle de la CDU en 1998, Merkel tomó en 2000 las riendas de un partido en crisis, precipitando con un polémico artículo el desalojo de su mentor. Su aspecto inofensivo ha encubierto una implacabilidad en el ejercicio del poder. Criticada por su aspecto, sólo recientemente dice haber aprendido a valorarlo. Los comentaristas valoran sus discursos como sobrios y analíticos, obsesionada por dar una nueva oportunidad al empleo y a Alemania. BERLÍN. Tenía razón el presidente del SPD, Franz Müntefering, cuando decía a las 18.35 de ayer que el pueblo no se ha dejado influir por los comentaristas y la televisión. Ha demostrado que tiene una opinión propia Políticos y simpatizantes socialdemócratas se precipitaban al atrio del Willy Brandt Haus, la central socialdemócrata en Berlín, para escuchar a su presidente, que proclamaba exultante que el resultado electoral es una derrota personal para la señora Merkel En realidad, la rival de Gerhard Schröder había obtenido más escaños, pero sin mayoría para gobernar con sus socios liberales. Lo único cierto es que los electores habían propinado una buena bofetada a una prensa, unos sindicatos y unas patronales que no se cansaron de advertir contra la peste que sería una gran coalición que ayer era la constelación más probable en la recta final de los recuentos. La central del SPD, entre el Ministerio de Finanzas y el barrio multiétnico de Kreuzberg, estaba mucho menos concurrida que la Konrad Adenauer Haus de la CDU, como si los simpatizantes conservadores, que esperaban catapultar por primera vez a una mujer a la jefatura de Gobierno, fueran más que los socialdemócratas dispuestos a vivir en directo el varapalo que auguraban los sondeos. Schröder manifestó poco antes en el Willy Brandt Haus su voluntad de seguir siendo canciller. Decepción y caras largas No es un resultado para saltar de alegría comentaba en cambio en la sede de la CDU el presidente del Comité de Exteriores del Congreso, el líder de UDC, Josep Antoni Duran i Lleida, que constató una gran sorpresa en la central del partido de Merkel, en el barrio diplomático, cuando las televisiones difundían a las seis de la tarde las primeras encuestas a pie de urna. Después, muchas caras largas. El invitado catalán de la CDU cree que los liberales, que subieron cuatro puntos hasta superar el 10 por ciento, han absorbido mucho voto conservador. Siempre creí que no podía ganar el SPD, pero sabía que la CDU también podía perder añadía a las ocho de la tarde el político catalán. Una declara- ción aparentemente contradictoria que, además, era aún susceptible de diluirse en la complicada aritmética de los recuentos, porque en esos momentos la diferencia entre los dos grandes partidos se reducía cada vez más en los cálculos que difundían las televisiones. En realidad, la observación de Duran i Lleida no era mucho menos paradójica que las de casi todos los candidatos de los principales partidos, enzarzados en el malabarismo retórico de proclamarse vencedores sin haber ganado del todo. No sólo el invitado catalán de la CDU, sino también socialcristianos bávaros de la CSU, el partido hermano de Merkel, sugerían la posibilidad de que conservadores y liberales gobernaran con los verdes. El rompecabezas de la noche electoral no había hecho más que empezar. Todos ganadores En cualquier caso, el grito de Schröder al afirmar que estaba dispuesto a encabezar el próximo gobierno fue, eso sí, mucho más fuerte que la intervención de Angela Merkel al explicar a las cámaras, algo desalentada, que ella había sido la vencedora. El mundo al revés en las sedes de dos partidos que se ven ganadores por igual en unos comicios que no han acabado con el mal que pretendían sanar: la incertidumbre del futuro político de Alemania. El grito de Schröder al afirmar que estaba dispuesto a encabezar el nuevo gobierno fue más fuerte que el anuncio de la victoria de Merkel

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