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ABC MADRID 16-09-2005 página 57
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ABC MADRID 16-09-2005 página 57

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES 16 9 2005 Espectáculos 57 KIM KI- DUK entrevista a MONTXO ARMENDÁRIZ director de Obaba Mi sobriedad es una decisión ética El coreano Kim Ki- Duk, que ayer recibió en San Sebastián el Gran Premio Fipresci por su película Hierro 3 dijo que de momento el cine de los grandes estudios y presupuestos no le seduce. Ki- Duk aseguró que a muchos les hace ilusión trabajar con producciones de enorme presupuesto o de mucho prestigio, pero yo tengo mis propias ideas sobre el cine y mi actual método me permite la libertad de manifestar mi mundo cinematográfico Confesó haber recibido ofertas para dirigir fuera de Corea, pero de momento prefiero continuar haciendo películas personales de bajo presupuesto Hierro 3 que ganó el premio a la Mejor Película en el Festival de Venecia de 2004, cuenta la historia de Tae- suk, un hombre solitario y atractivo, que busca casas que se encuentren temporalmente vacías y, sin robar, habita en ellas durante un tiempo; y Sun- hwa, una antigua modelo con una vida ensombrecida por un matrimonio oscuro. El director comentó que la idea se le ocurrió en octubre del año pasado cuando estaba quitando un folleto pegado en la cerradura de la puerta de su casa. Se me ocurrió que todas las casas que tenían esa publicidad intacta durante varios días debían de estar vacías La imagen de una casa vacía en la que no entra nadie llevó a Kim Ki- Duk a la historia de una persona muy solitaria, aislada de los demás, y decidí hacer una película acerca de un hombre que entra en ella y llena con calidez ese vacío en las brasas del deseo en una soledad de postguerra (tal vez el impulso irrefrenable de la maestra hacia el alumno está más en la intención de Armendáriz que en la del personaje, al cual lleva el cine mucho más allá que la literatura) de niños ahogados y de fantasmas enquistados... Obaba es la primera película que se ve en esta 53 edición del Festival de San Sebastián, lo que deja completamente desabotonada la camisa de la esperanza. Si la mitad de las que vengan a partir de hoy llegaran a la altura de la de Armendáriz, tal vez no necesitaríamos luego una cita de urgencia con nuestro psiquiatra. El Festival se acordó ayer intensamente de Robert Wise (circulaba por todos sitios el pedazo de libro que le ha dedicado Ricardo Aldarondo) pero es evidente que lo que urge ahora es olvidarse de él (no de su figura, que es inolvidable) y del hecho de que, después de llevar 91 años vivo, vaya y se muera justo el día antes de su homenaje aquí. Tela. Quise trasladar la reflexión sobre la creación literaria al oficio de cineasta dice Montxo Armendáriz sobre su adaptación de la novela de Bernardo Atxaga TEXTO OSKAR L. BELATEGUI SAN SEBASTIÁN. El protagonismo de la jornada inaugural del Festival de San Sebastián fue para Armendáriz, que recordó cuando venía al festival con 19 años a lomos de una Lambretta para ver caras famosas. El cineasta, que ya ganó la Concha de Oro en 1990 con Las cartas de Alou conoció a Bernardo Atxaga un año antes de que Obabakoak -novela en la que está basada Obaba -obtuviera en 1989 el Nacional de Literatura y se tradujera a 24 idiomas. Capté el espíritu que unía los relatos, en principio autónomos explica el director navarro. No sólo comulgaba con su mundo: quise trasladar la reflexión sobre la creación literaria al oficio de cineasta La mayor complejidad residía en trasladar en imágenes un montón de historias que aparecían y desaparecían con un reparto coral: existía el peligro de la dispersión, de la ausencia de clima para enganchar al espectador -Tiene en Atxaga a un espectador agradecido. -Ha sido muy generoso. Me dijo que la película me pertenecía, que se desatendía de ella. No tuvo inconveniente en que me inventara personajes. Le vi salir de la primera proyección y respiré. -Obaba es un territorio mítico y a la vez real. -Obaba es un reflejo del mundo real, donde se habla de la condición humana: soledad, amor, deseo, desarraigo, pulsiones reprimidas, violencia, la no aceptación del otro... -Pero no le gusta lo de realismo mágico -Prefiero definirlo como el recuerdo imaginado de lo vivido. Nos pasamos la vida tratando de recuperar nuestros recuerdos, pero no nos damos cuenta de que vuelven distorsionados. Por eso los habitantes de Obaba cuentan en curvas en vez de en kilómetros. -De nuevo filma sentimientos con pudor y contención. -Mi sobriedad es una decisión ética. Y esa ética del cine reside en la forma en cómo lo cuento, no en lo que cuento. Mis ideas y simpatías jamás las he ocultado, pero detrás de la cámara procuro ser discreto. El espectador ha de ser quien tome la decisión; yo sólo le ayudo a buscarla, doy claves para que tenga la opción de elegir. Montxo Armendáriz y Bernardo Atxaga, ayer en San Sebastián Luego dicen que no me mojo, pero me disgustan las películas que me dicen quién es el bueno y quién el malo. EFE Riesgo de filmar Armendáriz no realiza una adaptación canónica de Obabakoak consigue unir el universo literario de Atxaga con sus ficciones narrativas. No ha conservado el idioma original del texto- no sé euskera, no tendría sentido aunque se exhiba en las salas una copia en vasco. Regresa a ese territorio de la infancia que tanto ha frecuentado: No sé por qué aparece tanto niño en mi cine, quizá deba ir al psicólogo. La niñez nos marca: yo recuerdo olores y sabores de crío, calles y plazas donde descubres la vida, pero no me acuerdo de muchas sensaciones de adulto. Me interesa sobre todo el paso del tiempo, reflejado en esa fotografía de los habitantes de Obaba, con ausencias y adultos que no se parecen en nada al niño que fueron ¿Usted lo pasa tan mal como la protagonista cuando rueda? -Mucho. Sobre todo cuando escribo guiones en soledad. Después, en los rodajes, ya estás acompañado. Pero me gusta ese riesgo de filmar: no saber si saldrá el sol, cómo va a estar un actor... Adoro no conocer el resultado final. Cualquier sitio es bueno para vivir si se está a gusto dice un personaje de Obaba -Yo hago mía esa frase. Todo lo que nos rodea nos afecta, pero es el individuo el que toma decisiones. Creemos que aquello que no conocemos es mejor para vivir que nuestra tierra, pero el problema lo tenemos nosotros, no viene de fuera. La vida no proporciona historias redondas, pero un novelista sí.

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