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ABC MADRID 20-08-2005 página 14
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14 Nacional DIECISIETE ESPAÑOLES MUERTOS EN AFGANISTÁN LA IDENTIFICACIÓN DE LOS CADÁVERES SÁBADO 20 8 2005 ABC Veinticinco agentes contra el olvido de la muerte No les había dado tiempo a recuperarse de Guadalajara cuando se activó la alerta para viajar a Herat. El Equipo de Identificación de Grandes Catástrofes de la Guardia Civil, integrado por 25 agentes con formación específica en esta materia, fue el encargado de poner nombre y apellidos a las once víctimas del incendio de Guadalajara. También esos cadáveres estaban completamente carbonizados y en varios casos fue preciso realizar la prueba de ADN. Creado en 1992 el Equipo está formado por biólogos, odontólogos, antropólogos, expertos en necroidentificación y un apabullante etcétera de especialistas. Según el tipo de catástrofe y el número de cadáveres se desplaza un determinado número. En su currículum figuran asuntos de calado internacional, como la identificación de 187 víctimas en Kosovo (1989) los muertos en el accidente de tren de Chinchilla, los 87 cadáveres del cámping de Biescas o los 27 niños que fallecieron en accidente de autobús en Soria. Miembros del equipo de identificación de la Guardia Civil que se encargó de reconocer los cuerpos EFE CAPITÁN EXPÓSITO Jefe del Equipo de Identificación de Catástrofes de la Guardia Civil Casi todos estaban carbonizados; algunos fuera del helicóptero Trece expertos de la Guardia Civil identificaron en 13 horas a los 17 militares muertos en Herat; nueve mediante huellas dactilares y el resto con pruebas odontológicas; ya en Madrid se encargaron de mostrar a las familias las fotografías de los objetos personales o las de los cadáveres TEXTO: CRUZ MORCILLO MADRID. Entre las diez de la mañana (hora española) del miércoles y las once y media de la noche, trece guardias civiles lograron identificar a los 17 militares muertos en Afganistán, pese a que casi todos estaban carbonizados y algunos salieron despedidos del helicóptero por el impacto Nueve fueron identificados mediante huellas, en algún caso tras regenerar sus dedos; el resto basándose en las pruebas odontológicas, según detalló a ABC el capitán Expósito, responsable del Equipo de Identificación de Grandes Catástrofes (EIC) de la Guardia Civil, que se desplazó a Herat junto al ministro Bono el mismo día del siniestro. Antes de partir nos hicimos con la ficha del DNI de todos los ocupantes del helicóptero, denominada documentación ante mortem y tras ver el estado de los cuerpos en la base empezamos a trabajar con esa información, cotejando las huellas de las víctimas con la del carné (nueve resultados positivos) Después nos centramos en el resto, a los que no podíamos poner nombre con este método. A partir de ahí comenzamos las pruebas odontológicas para las que también nos basamos en documentación ante mortem Todos los soldados se habían hecho un reconocimiento médico antes de ir a Afga- nistán que incluía un odontograma y estos datos nos los hizo llegar Defensa por fax. Así pudimos identificar al resto explica el capitán Expósito. Placas, anillos, crucifijos Pese a que la fiabilidad de ambas pruebas es del cien por ciento, se hicieron otras complementarias basadas en los objetos personales hallados en el lugar del siniestro, tales como placas de identidad, alguna documentación, alianzas con inscripciones, crucifijos... Sólo encontramos pertenencias de aproximadamente la mitad de las víctimas. Ninguno de estos objetos por sí mismos se admite como evidencia, pero sí de forma conexa aclara el res- La sargento Susana Pérez reconoció visualmente a su marido, pero esa identificación se acompañó de la prueba dactiloscópica; tres familias insistieron en ver los cuerpos ponsable del EIC y recalca que ni siquiera un reconocimiento visual es válido de forma científica aunque lo pueda ser para un juez De hecho, la sargento Susana Pérez, destinada en Afganistán junto a su marido, el también sargento mecánico Alfredo Francisco Joga que murió en el accidente, le reconoció en la base, pero sólo sirvió después de que se comprobaran sus huellas dactilares. Cuando ya se había logrado poner nombre y apellidos a todas las víctimas, el equipo tomó muestras de ADN de los cuerpos (sangre, tejido muscular, huesos, piezas dentales... en previsión de que alguna familia solicitara esta prueba, que obligatoriamente había que hacer en un laboratorio español y no a pie de campo; precisaba además el cotejo con las muestras de los parientes. El equipo de expertos tuvo el tiempo justo de cambiarse de ropa, asistir al responso y despedida de los fallecidos en la base y desde ahí tomar el avión que les trasladó a España. Desde la base de Torrejón de Ardoz recibieron órdenes para encaminarse directamente al Hospital Militar Gómez Ulla donde les aguardaba un trámite más penoso si cabe: las explicaciones y aclaraciones a las familias. A partir de las doce de la noche del jueves, con el cansancio pegado al cuerpo, el capitán Expósito, tres patólogos de Defensa y un psicólogo del equipo explicaron a los allegados de los militares con todo detalle cómo les habían identificado, qué metodos habían utilizado y la fiabilidad de los mismos. Les informaron de que podían solicitar la prueba de ADN, pero todos sin excepción firmaron un documento de conformidad. Una hora después comenzaron a reunirse con cada familia de forma individual. Unas se conformaron con ver las fotografías tomadas de las pertenencias halladas; otras optaron por ver las de los cadáveres de cuerpo entero incluido el rostro, pese a que el psicólogo lo desaconsejó y tres de ellas insistieron en dar el último adiós a su allegado ya en el ataúd. No había impactos de armas Mientras se desarrollaban estas escenas cargadas de dramatismo para las familias, tres patólogos y dos forenses civiles- -no militares como había anunciado Defensa- -procedentes de Murcia realizaron las diecisiete autopsias. El objetivo era esclarecer las causas de la muerte. En nuestras labores de identificación no apreciamos que ninguno presentara impactos de arma de fuego, aunque eso lo tienen que determinar los forenses relata el capitán Expósito. Los forenses tomaron muestras de los cuerpos con especial incidencia en las de los dos pilotos, cuyos restos serán analizados por Toxicología. El último trámite fue vigilar que todos los cadáveres se correspondían con su placa identificativa, atada a las extremidades y en el sudario, y con el ataúd asignado.

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