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ABC MADRID 31-07-2005 página 63
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO 31 7 2005 63 Bayreuth abuchea el Parsifal ártico y vudú de Christoph Schlingensief El niño terrible de la vanguardia escénica afirma que la música de Wagner es mía b A. Eberz cantó un Parsifal desa- brido y basto. Pierre Boulez, que fue ovacionado, dirigió al galope la tercera versión más rápida de la historia del festival (3 h 45 min) OVIDIO GARCÍA PRADA ENVIADO ESPECIAL BAYREUTH. El director de escena Christoph Schlingensief- -hiperactivo enfant terrible del vanguardismo alemán- -viajó a Islandia en busca de nuevas ideas para agregarle a la veta vital africana de su montaje de Parsifal otra de carácter ártico. Allí cristalizó su animatógrafo definible como instalación escénica giratoria transitable en la cual confluyen cine, teatro, performance y ópera. Y lo mixtifica como órgano dador de vida que convierte el espacio en tiempo, o sea, exactamente todo lo contrario que en Wagner. Consecuencia: ha retocado intensamente el primer acto, ahora con menos caótico bombardeo videográfico, y remodelado prácticamente todo el segundo, más la inclusion de un doble Parsifal- Kundry como alter ego performativo de sus ansias y angustias. Inicialmente, el Grial es la primigenia madre nórdica Edda, configurada como prehistórica Venus de Wilmersdorf en piedra y carne, ante la cual los representantes de las religiones del mundo mojan en la sangre de Amfortas sus manos para plasmarlas en la túnica blanca de Parsifal, víctima propiciatoria para la redención de una sociedad caduca. Luego lo será un totem africano y, finalmen- supuesto impedimento alguno para que desarrollaran sus carrera profesionales, aunque la directora reconoce que es más habitual ver a las mujeres como instrumentistas que como directoras de orquesta, aunque hoy día ya hay muchas chicas que se están introduciendo en este apasionante mundo. Gracias a la Escuela de Dirección, cada vez son más las jóvenes estudiantes que se interesan por este oficio Aunque va aumentando el número de directoras, a muchos instrumentistas les sigue chocando el hecho de que sea una mujer quien les dirija. Pero en el momento en que se ponen a trabajar con la música, todo cambia y dejan de mirarte como a una mujer, ya no ven tu sexo añade López Calzada. gos, que también son músicos, me dicen: Qué pasa, ¿es que nosotros no podemos ir? les tengo que responder que no Además, se muestra muy contenta con esta nueva etapa de su vida, sobre todo por la relación con la directora, y el buen rollo que se crea con las compañeras entre bambalinas. Acabar con el machismo Por su parte, Beatriz Delgado Cánovas explica entre risas que conoció la existencia de la orquesta en un reportaje de televisión, y que tanto le atrajo la idea que se puso en contacto con ellas, le hicieron una prueba y le invitaron a subirse al barco. Aunque asegura que me da igual tocar con hombres o con mujeres cree que es una buena idea para acabar con cierto machismo que colocaba sólo a los hombres en puestos de dirección. Además, le parece muy interesante intentar recuperar música inédita de compositoras, ya que hablamos el mismo idioma Tras una primera temporada con conciertos en Madrid acompañando a Serrat- -en el Auditorio Nacional, en Fuenlabrada y Segovia, lugares en los que han cosechado un gran éxito de crítica y público- -la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Madrid abrirá la nueva temporada el próximo 8 de octubre en Villaviciosa de Odón, donde tiene su sede la formación. En fin, esta agrupación musical de mujeres está consiguiendo en poco tiempo ser un referente nacional. Sólo hay que ver las ganas que ponen en el escenario y la alegría con la que llegan a los ensayos para darse cuenta de que viven la música como parte de sus vidas y que el hecho de compartir esta afición con sus compañeras y poder hablar de cosas de chicas entre ellas, como asegura Vanesa Martí, hace de esta orquesta un micromundo muy especial. Un química muy especial A lo largo de su extensa trayectoria, María Isabel ha dirigido orquestas de todo tipo, masculinas, femeninas y mixtas, pero reconoce que ella se entiende mucho mejor con las mujeres. De hecho, dos de sus componentes, Vanesa Martí (concertino) y Beatriz Delgado Cánovas (flauta) reconocen que hay una química muy especial entre ellas y, con sólo mirarlas, María Isabel les transmite en cada momento cómo quiere que interpreten las partituras. La directora de esta Orquesta asegura que la música es rica por si misma y una orquesta compuesta por hombres y mujeres aún enriquece más la composición Pero también afirma que la mujer tiene más imaginación que el hombre y por ello capta más rápido lo que tiene que transmitir. Quizás de otra manera me tengo que dar mejor a entender, pero yo creo que es importante que haya de todo subraya. Vanesa Martí comenzó en la OSMM cuando ésta ya contaba un año de vida y comenta que cuando algunos ami- te, el tradicional cáliz elevado en vídeo por un cornudo sacerdote vudú. El quicio del montaje es la vivencia de la muerte próxima. Si no fuera pretencioso podría pensarse en Schlingensief como el escenógrafo del ser- para- la- muerte (Dasein- zum- Tode) heideggeriano. Esto culmina en la proyección final del proceso de descomposición cadavérica de un conejo, animal símbolo de la fecundidad. En el escenario hay más acción actorial y aún más cacharrería humano- objetual, configurado todo, en su lógica, de forma más coherente, con cierto toque infantil, hippy, primitivo. La escena se mantiene, salvo ocasionales clarificaciones pasajeras, en un tono de penumbra. El seguimiento concentrado del diluvio de estímulos ópticos, especialmente en las proyecciones videográficas de ritos vudú, implica relegar la música. Las leyes de la concentración lo impiden. Escena y música van a contrapelo. La escena, totalitaria, trabaja contra la música. Y esto supone un grave atentado a la unidad del teatro- musical wagneriano. Pero aquí no es provocación, sino error. ¿Por qué? Schlingensief no escenifica la obra wagneriana, sino un espectáculo audiovisual propio con música de Wagner. Él no se entiende como un simple mediador (escenógrafo) de la obra wagneriana, sino como el autor propiamente dicho que utiliza o integra la música de Wagner en la suya. Su pretensión culmina en la afirmación: Yo soy la música de Richard Wagner En consecuencia, el rechazo fue categórico y el abucheo final estruendoso. Una escena del montaje de Parsifal en Bayreuth AP

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