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ABC MADRID 15-06-2005 página 61
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ABC MADRID 15-06-2005 página 61

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES 15 6 2005 Cultura EN LA MUERTE DE JAIME CAMPMANY 61 FOTOS: ERNESTO AGUDO Mingote conversa con el chófer de Campmany. Arriba a la derecha, José María Álvarez del Manzano. Abajo, Laura Valenzuela radores que él siempre ha agradecido que le inventaran. Una muestra más de la grandeza y la ternura de Campmany. Allí estaban el consejero delegado de ABC, Santiago Alonso Paniagua; el director de ABC, Ignacio Camacho; el secretario general de Vocento y ex director asimismo de Jaime Campmany durante un lustro, José Antonio Zarzalejos- -que posee, igual que don Jaime, los dos grandes premios del Periodismo español, el Luca de Tena y el Cavia- -y su esposa, Lourdes Buesa; el subdirector de ABC y director de la Real Academia de Extremadura, Santiago Castelo; Soledad Luca de Tena, Antonio Mingote e Isabel Vigliola, Alfonso Ussía, Miguel Ángel Gonzalo y Maribel Hernando; Miguel Platón, Jesús Sancho Rof, José María Álvarez del Manzano, Isabel Tocino, María Fernanda D Ocón; el magistrado Javier Gómez de Liaño y María Dolores Márquez de Prado, Laura Valenzuela... de hojas para la ternura, para el amor, para la vida, para la poesía, para el gozo. Y en torno a ese corazón nos arracimábamos sus familiares, amigos, fieles y admiradores. Conchita, el alma de Jaime, la mujer que le ha acompañado, su esposa, estaba destrozada, pero proyectaba enorme entereza. Quería ser fuerte. Y lo fue, sacando fuerzas de donde no hay. Abrazada a sus hijos, Laura, Beatriz y Emilio, recibía innumerables muestras de condolencia. A las once y media subió al coche; detrás, su hija Laura y al volante, su chófer, un hombre también destrozado por dentro, pero muy entero por fuera para llevar a la familia a Murcia, a la última morada del poeta. Emilio Campmany agradecía el cariño que se le ha brindado siempre desde ABC a mi padre, algo que jamás olvidaremos A su Murcia del alma llegó el féretro de Campmany a las cuatro y veinte de la tarde. Pero antes convocó en su despedida madrileña a los amigos y admi- TAMBIÉN SABÍA DE FILATELIA ALEJANDRO FERNÁNDEZ POMBO Una bendición de Dios En su despedida de Madrid, la ternura de Campmany convocó a sus familiares, amigos y admiradores Conchita y sus hijos Laura, Beatriz y Emilio estaban destrozados, pero sacaron fuerzas de donde no hay Decía Jaime Campmany que su pecado capital es un pecado que no es pecado: la lujuria. Eso es una bendición de Dios afirmaba. Allí, en su cielo que ya es para siempre, departirá con Quevedo, Cela o González- Ruano y podrá escribir de noche los mejores versos y de día las mejores canciones de amor, edificará columnas y trazará versos de cabo roto, romanceará la Historia de Dios- -como la Historia de España- -y retará al Sumo a una partidita de mus. Se nos ha muerto Campmany, pero nos queda Campmany, una bendición de Dios, ya género literario. Aquí o en el séptimo cielo. aestro, amigo, casi contemporáneo en la generación de los niños de la guerra, de los jóvenes que vinimos a Madrid en los años cincuenta, dispuestos a escribir lo que fuera y donde fuese. Él empezó en Juventud y yo en Signo Por oportunidades y querencias él desembocó en Arriba y yo en Ya Nos conocimos y comencé a leerle y admirarle. Luego coincidimos brevemente, en Ya cuando Arriba ya no se publicaba y antes de encontrar su sitio definitivo en ABC. Pero, además, él fue mi director en Época otra de sus hermosas aventuras, en la que yo hice crónica filatélica durante dieciséis años, hasta que la revista fue a parar a otras manos. Bajo su dirección, Jaime quiso que en aquel couché se hablase de sellos, porque sabio de tantos saberes, tenía asimismo el de la filatelia. Y no sólo sabía el arte y ciencia de coleccionar sellos, sino que mantenía una vaga y marginal afición a estos cuadraditos de papel dentado. Precisamente, en este mismo mes de junio, en la Revista de Filatelia yo sacaba a relucir unos viejos textos de Campmany, escritos en los años sesenta, en los que hablaba de sellos- -de sellos y política, con más precisión- -y en la que se interrogaba: ¿Cómo po- M dríamos explicar a nuestros hijos, sobre el álbum de sellos, la España última sin rostros y nombres que una quisquillosa prevención política parece haber desterrado de nuestra filatelia? El jueves pasado le mandé el recorte de mi artículo evocando aquellas Pajaritas suyas. Posiblemente fue una de las últimas cartas recibidas en vida o de las primeras que han llegado tras su muerte. ¿Sigues aficionado a los sellos? o algo parecido, le preguntaba yo en la posdata manuscrita, bien lejos de suponer que él iba a cerrar el álbum de su vida; que estaba escribiendo celebrando, que es más bonito su última crónica enviada por correo, aunque sea electrónico, franqueada idealmente con un sello de esperanza y un matasellos de urgencia. ¿Sigues aficionado a los sellos? le preguntaba yo en la posdata manuscrita, bien lejos de suponer que él iba a cerrar el álbum de su vida

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