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ABC MADRID 04-05-2005 página 7
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ABC MADRID 04-05-2005 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES 4 5 2005 Opinión 7 no francés, entonces, los hechos vienen a confirmarnos que existe una Francia profundamente chauvinista que ve con recelo la Europa que se construye con la incorporación de los países del Este y que aspira a seguir profundizando en su apertura laica a sociedades islámicas como la turca. De este modo, Francia comienza a desvelar una factura intensamente poliédrica que desborda su marco racional y laicista al mostrar la emergencia de fracturas emocionales y políticas que gravitan sobre el inconsciente colectivo de una sociedad postindustrial en crisis: una Francia amenazada en su identidad por los procesos de transformación que irradia el siglo XXI y que provocan en amplios segmentos de la opinión pública una incertidumbre que transmutan a fuerza de brochazos de tensión como la generada por el acceso de Le Pen a la segunda vuelta de las presidenciales o, ahora, por el empecinamiento de unas encuestas que dan el no como seguro ganador en el referéndum de dentro de unos pocos días. LA ESPUMA DE LOS DÍAS TRAMPA PARA INCAUTOS ÁS allá de los prejuicios, Estados Unidos vive con medio siglo largo de adelanto sobre nuestra Europa de apariencia progresista y postmoderna. Vamos a comprobarlo. En 1949, el sociólogo David Riesman publicó un libro de título atractivo: La muchedumbre solitaria Existe una vieja clase media, explica, anclada ya en la segunda o la tercera generación, que sustenta su vida en el esfuerzo, la competencia y la producción. Educada en fuertes valores morales, exige de la esfera pública solidez en los principios y eficacia en la gestión. Considera indigno al político superficial, traficante de emociones tenues. Desprecia a quienes carecen de vigor paBENIGNO ra ejercer el poder y soPENDÁS breviven a base de manejar coaliciones. En ese marco, se siente indefensa, desplazada, ineficaz: su carácter se hace espeso y puede- -según los casos- -estallar en una rabia impotente o hundirse en una suerte de resistencia frustrada. Con o sin razón, actúa como víctima de la tiranía de la opinión, de un lenguaje (hoy decimos políticamente correcto que no le deja decir lo que piensa, por ejemplo sobre inmigración, corrupción, homosexualidad... A lo mejor se conformarían con hablar en voz alta. Pero, en determinadas condiciones, están dispuestos también a admitir ciertas dosis de autoritarismo para contener a esa marea de cultura fragmentaria... No hace falta seguir. Todos nos entendemos. Por cierto, que otro libro reciente, La corrosión del carácter de Richard Sennett, actualiza- -con menos talento, creo- -las viejas tesis sobre aquella genuina clase media enfrentada hoy día a retos más sofisticados. ¿Hacen algo nuestros partidos para atenuar el malestar de este sector social? Más de derechas que de centro, se trata de gente que contempla con irritación el imprescindible guiño del Partido Popular hacia un electorado postmoderno, demasiado hedonista para compartir con ellos la política de la indignación. Imprescindible, decía, si no quiere correr la misma suerte de los conservadores británicos. En otros países europeos, han decidido apoyar al populismo extremista, que- -por fortuna- -no termina de arraigar porque las condiciones objetivas no invitan a los excesos y porque el mensaje que les ofrecen tiende a ser insustancial. Algún estratega del PSOE con mando en plaza ha decidido, al parecer, alimentar expectativas: gestos y provocaciones, manipulación de emociones y símbolos, trampa para incautos. Muy poco original. El objetivo consiste en crear al PP un problema por su flanco derecho. Una maniobra adicional con el fin de ocupar el centro y sacar de quicio, casi en sentido literal, al adversario. Aunque se llenan la boca de retórica democrática, quienes alientan esta operación actúan con profunda deslealtad hacia el sistema. Cuidado con la caja de Pandora. Frente al señuelo, hay una sola receta: firmeza en los principios y habilidad en las estrategias. M CARLOS KILLIAN tos que encierra en la trastienda. De hecho, si aceptáramos a pies juntillas la imagen que nos transmite la inteligencia cultural francesa tendríamos que concluir sin reparos que la marca francesa se limita, por ejemplo, a la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano y a la arquitectura sensible de Marcel Proust; como si no fueran también franceses la vergüenza política de Vichy o la torsión de la literatura de Céline. Así las cosas, si hiciéramos aquello que recomendaba Foucault de desplegar un análisis de sospecha en torno a la microfísica de poderes que actúa sobre el fenómeno del Por eso no hay que extrañarse de que sean muchos los que andan dando vueltas a la cabeza pensando qué sucedería con la flamante Europa si la mayoría de los franceses dijera no a la Constitución que fija el arquitrabe normativo sobre el que trata de forjarse la Unión Europea. Si así fuera el problema sería real por mucho que algunos traten de eludir el escenario. Una Francia que se opusiera al Tratado Constitucional heriría gravemente su virtualidad persuasiva. Primero, porque supondría ante todo un contratiempo que exigiría reabrir líneas alternativas de acción dentro del entramado bruselino con el fin de impedir que el efecto francés gangrenase de raíz la extensión aplicativa del Tratado. Segundo, porque tumbar éste supondría que uno de los países del eje que actúa como locomotora de la Unión estaría impugnando el cuaderno de bitácora que fija el rumbo institucional de la nueva Europa que lidera. Y tercero, porque el riesgo de contagio podría extenderse como la pólvora, tal y como alertan las encuestas en Holanda, demostrando que las causas del no francés van más allá de un problema de identidadgala para extenderse sobre el conjunto de una civilización europea más en crisis de lo que estaría dispuesto a admitir cualquier europeísta. A lo mejor sería bueno que empezáramos a preguntarnos con respecto a la incertidumbre francesa si, como decía Chamfort, la indecisión, la ansiedad, son al espíritu y al alma, lo que la tortura al cuerpo Si fuera cierto, entonces, habría que empezar a pensarseriamente en una solución. PALABRAS CRUZADAS ¿Deben suministrar los ayuntamientos la píldora postcoital? RECONOZCÁMOSLO: SOMOS IRRESPONSABLES UNA ESPECIE DE ABORTO PRECOZ N O sé cuál es la institución más adecuada para suministrarla, pero debe de haber alguna. Por una razón fundamental, porque esta píldora evita miles de abortos y embarazos no deseados. Las instituciones pueden cerrar los ojos, o limitarse a escandalizarse, pero prefiero que ayuden, porque la realidad es que hay gente que persiste en el sexo de alto riesgo, como otros en el puenting. Y es que es verdad que esta píldora cubre una irresponsabilidad, la de las relaciones sexuales sin precauciones. Bien, pero una buena parte de los servicios públicos responde a irresponsabilidades. Por ejemplo, cuando nos rescatan en plena nevada previamente anunciada, o cuando EDURNE nos curan el colesterol de tantas y tantas URIARTE grasas engullidas, o cuando nos partimos el cráneo a 180 o despeñados por un pico. Porque ni con toda la información del mundo perdemos los humanos esa cuota fija de irresponsabilidad, en el sexo y en todo lo demás. Me parecería bien que el Ayuntamiento acompañara la píldora con una bronca monumental y un curso de responsabilidad. Pero habría que aplicarlo a todo, y el Estado no daría abasto con tantos reñidores profesionales y profesores de sensatez. Y ni así nos reformaríamos; y si mi pesimismo es infundado, evitemos desastres mayores mientras cambiamos la naturaleza humana. C ABE oponer muy serios reparos morales a la utilización de la píldora poscoital o del día después o, mejor, del día siguiente, por sus efectos abortivos. Se trataría de una especie de aborto precoz, traumático sólo para el proyecto de embrión, que atentaría contra la dignidad de la vida. Jurídicamente, habría que permitir su administración en el caso de que la mayoría, después de un debate precedido de información veraz, así lo decidiera. Pero, incluso en este caso, se debería rechazar su administración gratuita por parte de los Ayuntamientos. No debe sufragarse con el dinero de todos lo I. SÁNCHEZ que atenta contra el criterio moral de CÁMARA millones de ciudadanos. Sólo cabría hacerlo, en cualquier caso, con prescripción y bajo vigilancia médica. Pero lo que ya constituye una aberración educativa es la pretensión de administrarla a niñas menores de edad, incluso a partir de los diez años, sin consentimiento de sus padres. Es decir, una niña de, por ejemplo, once años, mantendría relaciones sexuales con la ignorancia de sus padres y recibiría la cobertura cómplice de la ayuda médica para liberarse de las consecuencias. Puro extravío, de probable inconstitucionalidad. ¿Y usted qué opina? Déjenos su mensaje o su voto en la página web www. abc. es eldebate

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