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ABC MADRID 24-03-2005 página 4
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ABC MADRID 24-03-2005 página 4

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4 Opinión JUEVES 24 3 2005 ABC Directores Adjuntos: Eduardo San Martín, Juan Carlos Martínez Subdirectores: Santiago Castelo, Rodrigo Gutiérrez, Carlos Maribona, Fernando R. Lafuente, Juan María Gastaca, Alberto Pérez Jefes de área: Jaime González (Opinión) Mayte Alcaraz (Nacional) Miguel Salvatierra (Internacional) Alberto Aguirre de Cárcer (Sociedad- Cultura) Ángel Laso (Economía) Jesús Aycart (Arte) Adjunto al director: Ramón Pérez- Maura GUILLERMO LUCA DE TENA PRESIDENTA- EDITORA: CATALINA LUCA DE TENA CONSEJERO DELEGADO: SANTIAGO ALONSO PANIAGUA PRESIDENTE DE HONOR: DIRECTOR: Redactores jefes: V. A. Pérez, S. Guijarro (Continuidad) A. Collado, M. Erice (Nacional) F. Cortés (Economía) A. Puerta (Regiones) J. Fernández- Cuesta (Sociedad) A. Garrido (Madrid) J. G. Calero (Cultura) E. Ortego (Deportes) F. Álvarez (TV- Comunicación) L. del Álamo (Diseño) J. Romeu (Fotografía) F. Rubio (Ilustración) Director General: Héctor Casado Económico- financiero: José María Cea Comercial: Laura Múgica Producción y sistemas: Francisco García Mendívil IGNACIO CAMACHO ZAPATERO SE APUNTA A LA PRIMAVERA ÁRABE OS principales hitos de la agenda diplomática de José Luis Rodríguez Zapatero están dominados por su iniciativa para la Alianza de Civilizaciones, lo que, en principio, implica un alto riesgo de concentración de la política exterior en una apuesta más que insegura. La falta de concreción de los medios y objetivos de este ambicioso proyecto, más allá de la expresión de buenos deseos, es lo que explica que las adhesiones recibidas por el Gobierno español sean meramente formales, en la medida en que no conllevan ningún compromiso político e institucional. Ante la Liga Árabe, Rodríguez Zapatero quiso precisar, el pasado martes, los términos de su propuesta, pero el resultado fue una exposición de planteamientos ya conocidos. El propio presidente del Gobierno reconoció en su discurso que el sentido de nuestra propuesta no es, en sí mismo, del todo novedoso Sea o no una reformulación de la Alianza de Civilizaciones, presentada en su día como la alternativa a la diplomacia tradicional, lo cierto es que los argumentos utilizados por Rodríguez Zapatero en Argel están más en la línea de las políticas que ahora mismo propicia la primavera árabe que con el modelo de relación que aspiraba a inaugurar con su propuesta de colaboración entre Occidente y Oriente. Es posible, por tanto, que el presidente del Gobierno llegue tarde, porque, como él mismo relató minuciosamente, la democracia se está abriendo paso en Afganistán e Irak; hay un esperanzador acuerdo de paz en Palestina; el Líbano está en camino de recuperar su soberanía frente a Siria, y otros países- -Egipto, Arabia Saudí- -han iniciado movimientos de apertura política. Nada de esto está sucediendo por azar ni por impulsos abstractos, sino por la política exterior de Estados Unidos y sus aliados, realistas en el compromiso que debe existir entre fines y medios. Como dijo Rodríguez Zapatero, no hay incompatibilidad entre el Islam y SEMANA SANTA L la democracia, pero- -habría que añadir- -siempre que se remuevan los obstáculos a la libertad de los musulmanes y siempre que democratizar no sea sinónimo de occidentalizar, precisión importante para quienes a la vista de los acontecimientos- -y temiendo una respuesta afirmativa a la pregunta que domina el escenario internacional: ¿y si Bush tenía razón? -empiezan a descalificar los resultados democratizadores de la política exterior de Washington. Ahora es Rodríguez Zapatero quien pone a Irak como modelo de esa compatibilidad, pese a que los iraquíes nada deban al Gobierno socialista español- -más bien todo lo contrario- -por su nueva libertad. Fue, sin duda, la defensa de la igualdad de la mujer el argumento más brillante del discurso de Rodríguez Zapatero y el más certero en la denuncia del gran abismo que separa a los países musulmanes de la comunidad democrática, porque incluso en aquéllos donde se han aprobado legislaciones aperturistas, la mujer sigue siendo un ciudadano de segundo grado frente al hombre. En cuanto al terrorismo, Zapatero prefirió el protocolo antes que la sinceridad y despachó el asunto con un análisis incongruente con su propio planteamiento acerca de la necesidad de conocer las causas que mueven a la actividad terrorista. Afirmar, como dijo ante la Liga Árabe, que el terrorismo integrista nada tiene que ver con el Islam, es tan verdad a medias como decir que el terrorismo de ETA nada tiene que ver con el nacionalismo. Cuestión distinta es que ni el Islam ni el nacionalismo son doctrinas terroristas, pero como hay quienes matan en nombre de uno y otro, el análisis del presidente del Gobierno es profundamente equivocado, irreal e ineficaz, porque el primer llamado a combatir en su seno al terrorismo islamista es la comunidad musulmana, tanto los Gobiernos que la integran como las diversas ramas religiosas que la organizan. L EL MAL FRANCÉS EN EUROPA F RANCIA se encuentra postrada en una profunda crisis que está desgastando sus reservas sociales. La Unión Europea le ha ofrecido en varias ocasiones la solución y el pretexto para aplicarla, pero hasta ahora no ha habido dirigentes capaces de entenderlo. Quienes se han sucedido en el Elíseo- -tanto socialistas como conservadores- -han preferido envolverse en la bandera tricolor antes que tomar las decisiones más necesarias, mientras otros países afrontaban las dolorosas reformas. Por desgracia, esos responsables políticos franceses prefieren culpar ahora a Europa del fracaso de sus decisiones y, en lugar de preparar a sus conciudadanos para aprovechar las nuevas oportunidades, han contagiado a la sociedad el vértigo de la ampliación. El presidente Jacques Chirac no ha desperdiciado ninguna ocasión para subrayar que los nuevos socios no le parecen suficientemente europeos y la oposición socialista, en el colmo de la irresponsabilidad, quiere aprovechar la frustración social para quejarse de que la Constitución europea no sea suficientemente francesa Con el añadido de la perspectiva del ingreso de Turquía en el horizonte, ambos han puesto alas a un sentimiento de euroescepticismo que ahora emerge peligrosamente en las encuestas. El presidente de la Comisión ha señalado con el dedo a una clase política que se ha esforzado por confundir a la opinión pública en estos momentos cruciales, porque da la impresión de que aquéllos que no han sabido resolver los males de Francia prefieren contagiárselos a Europa. LEGAN los días centrales de la Semana Santa y se impone un breve paréntesis en la actividad cotidiana. Tiempo, pues, de vacaciones, un privilegio de las sociedades desarrolladas que compensa al menos en parte el ritmo acelerado y la tensión permanente propios de la vida moderna. Días de ocio, turismo y tiempo libre; también de carreteras a tope, aeropuertos repletos y gente por todas partes. Son, en definitiva, esos elementos bien conocidos de la civilización del ocio, que mueve importantes recursos humanos y materiales. España es un destino turístico de primer orden, el segundo del mundo en cifras absolutas; más allá del llamado turismo de sol y playa esta época es propicia para favorecer la presencia de visitantes interesados en otros múltiples atractivos culturales. Entre tantas y tan variadas ofertas, hay un riesgo evidente de que se pierda de vista el sentido genuino de estas fechas. El laicismo dogmático que algunos han descubierto hace poco está más que superado en la mentalidad social española. Hace tiempo que, en las democracias occidentales, las relaciones Iglesia- Estado transcurren por vías de cooperación. En España, la presencia histórica de la religión católica resulta abrumadora, ya sea en el patrimonio artístico, en las costumbres sociales arraigadas o en las procesiones y actos de todo tipo previstos para los próximos días. Así pues, aunque el Estado es aconfesional- -como exige el espíritu de la época- -la Constitución reclama de los poderes públicos un especial entendimiento con la Iglesia. Las creencias mayoritarias de la sociedad española exigen un esfuerzo especial para evitar conflictos innecesarios e inoportunos; por lo demás, el respeto máximo que merece cualquier otra creencia o práctica religiosa, no debe utilizarse para equiparar el significado de unas y otras confesiones en el conjunto de la realidad española. No debe ignorarse el sentido genuino de unas jornadas que conmemoran la pasión y muerte de Cristo para culminar en su resurrección, núcleo central de ese misterio trascendente que da sentido a la vida de millones de personas en todo el mundo. El Papa Juan Pablo II (que ayer saludaba a los fieles desde la ventana de su habitación) ofrece en las circunstancias actuales una hermosa lección de entrega y responsabilidad, que supera de largo las pautas habituales en la sociedad del bienestar. Algunos ofrecen argumentos prácticos que podrían justificar otra decisión, pero nadie puede desconocer que el Pontífice está ofreciendo un excepcional ejemplo de amor a la humanidad que merece el elogio y la admiración de creyentes y no creyentes.

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