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ABC MADRID 06-03-2005 página 20
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ABC MADRID 06-03-2005 página 20

  • EdiciónABC, MADRID
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20 Nacional DOMINGO 6 3 2005 ABC Llevaban décadas esperando la llegada del Metro a su barrio, pero la misma palabra que antes significaba su salvación paradójicamente se ha convertido en su desdicha El llanto del Carmelo TEXTO: SERGI DORIA BARCELONA. Atardecer en el Carmelo, desde la calle Gran Vista. ¡Menuda vista nocturna entre pinos con escarcha engarzada en las ramas! Divisar Barcelona desde la atalaya carmelitana puede llevar del tópico lirismo a la más absoluta decepción. Me ha conducido hasta aquí Jaume May, catalán de pura cepa y comerciante de droguería y papeles pintados de la calle Llobregós, la Zona Cero frente al mercado del barrio. Su tienda permanece cerrada, en la misma acera de numeros pares junto a una tienda china y los colegios de El Carmelo y Santa Teresa de Jesús. La montaña del Carmelo, como otros turons barceloneses, es el paisaje del urbanismo que no pudo ser. Alguien que había leído a Ruskin, como el abogado Cebrià de Montoliu, esbozó hace un siglo una ciudad- jardín que la historia de la inmigración y la rapacidad autóctona dejó en borrador de un paraíso perdido. Hoy la realidad son calles empinadas y edificios colgados de la ladera: May comenta que muchas presentan un peralte del 26 por ciento, digno del monte Tourmalet... Teniendo en cuenta que estamos en Barcelona y no en los Pirineos franceses, la legislación vigente, no permite edificar en una zona con más del 10 por ciento... A veces, me dice, he subido yo mismo botes de pintura en mi coche a algún edificio donde vive gente mayor, porque comprendo que remontar esta calle cargado es muy duro... Bajo los escombros se encuentran los recuerdos de toda una vida por Marsé despliega las virtudes que Camus atribuyó a la novela: la filosofía en imágenes Y la del Carmelo es una colección de miradas sobre la ciudad alegre y confiada del llano ataviada de imposturas de diseño. Una imagen para filosofar a martillazos. Respirando el aire puro en la Gran Vista, entre casas preñadas de sótanos por su construcción en pendiente, vemos el obús multicolor de la Torre Agbar. Uno piensa en el Pijoaparte, aquel murciano que, como Julian Sorel, soñaba con el gran mundo: Acaba de salir de su casa, que forma parte de un enjambre de barracas situadas bajo la última revuelta, en una plataforma colgada sobre la ciudad: desde la carretera, al acercarse, la sensación de caminar hacia el abismo dura lo que tarda la mirada en descubrir las casitas de ladrillo Una vida cuesta arriba La gente del Carmelo está acostumbrada a una paradoja: ven la ciudad allí abajo pero su vida cotidiana es cuesta arriba. Primero, los tiempos del metro Gran Transversal y la Exposición del 29: más de 300.000 personas que llegaron a Barcelona entre 1924 y 1930. Luego, la posguerra. En 1952, el año del Congreso Eucarístico, unas 60.000 almas vivían en 15.000 barracas y se contabilizaba más de 150.000 realquilados... Juan Marsé lo vio así hace cuarenta años en Últimas tardes con Teresa Junto a la fantasía gaudiniana del Park Güell y alguna decadente torre de la nonata ciudad- jardín, la montaña del Carmelo se llenó de casitas de ladrillo rojo levantadas por emigrantes... gentes de trato fácil, una ensalada picante de varias regiones del país, especialmente del Sur Observar las viviendas- -dos plantas de autoconstrucción- -es evocar la lucha por la vida de aquellos vecinos andaluces, extremeños, murcianos, manchegos, gallegos... La piel de toro, quemada al sol. Semanas fabriles y febriles: transporte precario en tranvías atestados. El centro de la ciudad como puro transbordo y los domingos la preceptiva teresiana del a Dios rogando y con el mazo dando Los vecinos ven la ciudad allí abajo, pero sus vidas son cuesta arriba ELENA CARRERAS Olvido institucional Entonces el Carmelo, como la Guineueta, Canyelles o la Zona Franca, era el suburbio En Los otros catalanes Francisco Candel aclaró que suburbio no es sinónimo de pobreza: quiere decir arrabal o barrio a las afueras de la ciudad pero dentro de su jurisdicción Más que a las afueras, el Carmelo se arracimaba en las alturas y sus habitantes llegaron a integrar un microclima autosuficiente que sufrió el olvido institucional y, en la etapa del alcalde Porcioles, los embates de un urbanismo agresivo que culminó en el Túnel de la Rovira. Urbanismo y dinamita. Como ahora. Hasta los años setenta valía la descripción de Marsé en Un día volveré Calles empinadas y terrosas barrio residencial y suburbial a la vez: Voces de niños y de pájaros se precipitaban desde más arriba y lejos, tal vez desde las laderas del Monte Carmelo y de la Montaña Pelada... Muchos de esos niños crecieron y no se fueron del barrio. Hoy ven sus edificios hundidos y sus tiendas cerradas. Jaume May abrió su tienda en 1986. Es- La montaña del Carmelo, como otros turons barceloneses, es el paisaje del urbanismo que no pudo ser La política ha desplazado los problemas de más de mil personas aclama un comerciante Escribiendo la historia en las calles sin asfaltar. El Carmelo nació, en acertadas palabras de una líder vecinal, a puñetazos Una fotografía del periodista Josep Maria Huertas Claveria, cronista de la oscura historia del urbanismo barcelonés, muestra la convivencia de las barracas y los edificios- colmena cimentados sobre una geología abigarrada de corrientes acuosas y cascotes. Todos mejoraron sus viviendas y esperaban la Línea V del Metro. Parece mentira... Cómo una palabra puede connotar salvación y desdicha: el Metro. Muchos inmigrantes arribaron a la ciudad para trabajar en los túneles de un metro que tardaría décadas en llegar a sus barrios... Ahora, ya mayores, contemplan cómo la Tierra Prometida de las estaciones se desploma y un túnel atacado con el método austriaco engulle la sustancia de sus días: edificios derribados. Esos de ahí también están condenados me indica mi acompañante. Tabiques que resumen las etapas de una vida: el cuadro de la Santa Cena, la foto de la boda y el diploma escolar. Como aquel hombre que buscaba entre los escombros su colección de sellos... Filatelia y memoria. La del Carmelo es una colección de estampas: el Pijoaparte ocupa las primeras páginas, pero no más. Con todo, la geografía descrita

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