ABC MADRID 25-02-2005 página 27
- EdiciónABC, MADRID
- Página27
- Fecha de publicación25/02/2005
- ID0004912616
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ABC VIERNES 25 2 2005 Internacional 27 Pese a que 54 de los diputados le apoyaron con su voto ayer (frente a 12 sufragios en contra y 4 abstenciones) la felicitación le llegaba con una mano sobre su espalda mientras que, con la otra, esos mismos legisladores hacían más grande el agujero junto a la tumba de Arafat en la que enterrarán en apenas 5 meses su cabeza. El nuevo Gobierno, en el que se foguearán algunos ministros que sin duda jugarán papeles más trascendentes en el futuro inmediato (Mohamed Dahlan, en Asuntos Civiles; Naser alQidwa en Exteriores; el general Naser Yusef, en Interior) se limitará a preparar las legislativas del 17 de julio. Parar a Hamás El objetivo de los 24 ministros (17 de ellos nuevos, sólo 2 mujeres) impedir entonces que Hamás se coma el terreno reservado desde hace décadas a Al Fatah. Para ello trabajarán unos y otros, codo con codo, con Abbas. Y Qurea asistirá mudo y resignado al espectáculo. Sus medidas e iniciativas girarán en torno a cuestiones de seguridad y de reformas administrativas, y, sobre todo, a combatir, al menos de fachada, la corrupción de la Administración palestina, de la que está tan harta la ciudadanía como de la Intifada. De lograrlo, mitigará la amenaza de los fundamentalistas islámicos después de sus victorias en las municipales de Cisjordania y Gaza celebradas hasta la fecha. El nuevo Ejecutivo, formado en su mayoría por tecnócratas desconocidos incluso para la opinión pública palestina, no tendrá contenido político. Eso queda para próximas empresas. En el arcén han quedado averiados los pesos pesados (Saeb Erekat, el más destacado) que acompañaron durante mucho años a Arafat, quien nunca habría permitido esta crisis como reconocían varios diputados satisfechos de haber dado las primeras pinceladas a la nueva democracia palestina. Y con la crisis se ha demostrado asimismo lo caprichosa, oportunista y ventajista que es la política: el presidente de la ANP, Mahmud Abbas, se niega hoy a ceder a Ahmed Qurea los poderes que él mismo reclamaba hace varios meses a Yaser Arafat cuando ejercía como primer ministro. Cosas, en efecto, de la política, no sólo de la palestina. Mahmud Abbas, presidente palestino (en el centro) y Ahmed Qurea (primer ministro) a su derecha, junto al nuevo Gobierno EPA El nuevo Gobierno palestino pone el último clavo en el ataúd de Arafat El Consejo Legislativo aprueba a la cuarta un Ejecutivo descafeinado b El Gabinete de Qurea, con Dahlan, Al Qidwa, y Yusef como figuras destacadas, se limitará, antes de dimitir en pleno, a preparar las legislativas del 17 de julio J. CIERCO. CORRESPONSAL RAMALA. La era de Yaser Arafat se ha cerrado más de tres meses después de su muerte en París. El Consejo Legislativo palestino puso ayer en Ramala el último clavo en el simbólico ataúd del Viejo Las elecciones legislativas del 17 de julio y el Consejo de Al Fatah del 4 de agosto, paradójicamente día de su cumpleaños, sellarán el certificado de defunción del legado de Abu Ammar. Nuevos aires Ahmed Qurea y Nabil Shaath, jefe del Ejecutivo y viceprimer ministro, respectivamente, son las dos únicas caras arrugadas de un pasado todavía muy cercano que han resistido los nuevos aires que sacuden esa Palestina que no existe pero sufre día a día. Y ambos, condenados por una crisis pintoresca y propia del folclore palestino, como decía ayer el diputado Nabil Amr, pasarán a mejor vida política con los comicios de julio. A la cuarta fue la vencida, gracias sobre todo a los esfuerzos de Mahmud Abbas (alias Abu Mazen) quien en la noche del miércoles instó a los diputados de Al Fatah en la mukata a apoyar el Ejecutivo que presentaría horas después Qurea (o Abu Alá) Las caras de uno y otro, todo un poema. El primero ha salido fortalecido de la crisis. La nueva guardia de su partido está con él por el momento, a la espera del futuro del encarcelado Marwán Barghuti. El segundo ha tropezado tantas veces en los últimos días que sorprende que no se haya caído. Los viejos prebostes del antiguo régimen no han podido salvarle de la quema.