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ABC MADRID 10-01-2005 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 Nacional EL DESAFÍO DEL PLAN IBARRETXE CINCUENTA ESPAÑOLES OPINAN (y II) LUNES 10 1 2005 ABC Gran parte de las personalidades consultadas cree que el Gobierno no tiene que esperar a la convocatoria de un referéndum ilegal para dar respuesta al plan secesionista del lendakari, y que el desafío del PNV no debe marcar la agenda de una reforma constitucional, sino el consenso de todos los españoles. Publicamos hoy la segunda parte de la encuesta realizada en diversos sectores de nuestra sociedad Firmeza del Estado de Derecho Las tres preguntas 1. ¿Cómo calificaría la situación política en España tras la aprobación del plan Ibarretxe? (Muy grave, grave, preocupante, normal, no hay cambios apreciables... 2. ¿Cree que el País Vasco debe alcanzar un mayor grado de autonomía, aunque para ello sea preciso reformar la Constitución? 3. ¿Cómo cree que debería reaccionar el Estado ante la posible convocatoria unilateral por parte del lendakari de un referéndum en el País Vasco? Carmen Iglesias Catedrática de Historia de las Ideas y las Formas Políticas y miembro de la Real Academia Española y de la Historia Es una declaración de independencia encubierta 1. Bastante grave, si no se toman con firmeza y claridad las medidas adecuadas por parte del Estado de Derecho. Es como la crónica de una muerte anunciada El plan Ibarretxe partió desde el principio, como señaló en su día el constitucionalista Rubio Llorente, de un ultimátum, de un ucase, que falsea toda posible discusión constitucional para convertir el plan en una declaración de independencia en toda regla, pues ya entonces se anunciaba explícitamente que el gobierno vasco nacionalista seguiría adelante se dijera lo que se dijera y pesara a quien pesase. Así lo ha cumplido paso a paso, con independencia de la utilización de una palabrería meliflua o cínica y encubridora las más de las veces, hasta desembocar en la amenaza reciente de las tortas que insinuó el lendakari. 2. Una cosa es pensar en cambios en la Constitución y otra diferente es la de proponer, de forma más o menos encubierta, un cambio de Constitución. Ninguna reforma puede sustituir el momento constituyente. El plan Ibarretxe no plantea una reforma en la Carta Magna según el procedimiento que la propia Constitución reclama, sino una ruptura total de la misma en la que se saltan todas las reglas de juego. El gobierno vasco nacionalista se erige porque sí en poder constituyente, frente al principio de la soberanía del pueblo español (art. 1.2 de la Constitución vigente) y se enfrenta igualmente al artículo 2 de la Constitución que defiende la unidad de España, y lo hace advirtiendo que es la suya una decisión irrevocable y, por tanto, indiscutible. No sólo eso, sino que lanza su soberanismo Primero, en contra de la mitad de la población vasca, no nacionalista. Segundo, con esta población atemorizada y acosada por una banda terrorista que ha planeado y sigue planeando por encima de toda decisión política con asesinatos y extorsiones (mil muertos y doscientos mil vascos fuera de su tierra de origen para evitar el acoso y la muerte) Tercero, bajo la bandera racista, elemental, que predicó el fundador del nacionalismo vasco. Un partido político en el poder se erige en portavoz de todo el pueblo vasco, y asume demagógica e interesadamente el papel de movimiento como depositario de los deseos de todo un pueblo. No hace falta recordar la experiencia histórica dictatorial de todo movimiento basado en la demagogia y en la fuerza: peronismo, franquismo, fascismo, nacional- socialismo, estalinismo. 3. Utilizando todos los mecanismos que la Constitución proporciona para defender los principios democráticos fundamentales que, como es sabido, radican en la libertad y seguridad de todos y cada uno de los ciudadanos como individuos, y no en los criterios etnicistas y tribales- -el grupo por encima de las personas- -marcados por Sabino Arana. Ningún político ni ningún partido, en una democracia que ha demostrado su eficacia en estos veinticinco años constitucionales, puede apropiarse demagógicamente de ninguna legitimidad inventada para saltarse la legalidad constitucional, gracias a cuyas reglas y a su entramado normativo han podido acceder al espacio institucional que ocupan. Ésa es la perversión e ilegalidad que oculta el plan Ibarretxe. Producto de una perversión política, intenta engañar al ciudadano de buena fe, planteándolo como discusión de legitimidades enfrentadas entre el Parlamento vasco y el Parlamento de la nación; pero es algo muy diferente y de mayor envergadura: es hacer saltar las reglas de juego- -la Constitución de 1978- -de forma ilegal. Por ello, debería ser rechazado desde el principio como inconstitucional y, por tanto, no debatible en los términos planteados Cualquier reférendum sobre un texto inconstitucional está fuera de la legalidad y no puede ser admitido por las instituciones del Estado. Por lo demás, conviene recordar una vez más el principio ilustrado, que tanto gustaba a mi amigo Mario Onaindía, de que la patria no es tanto el lugar de nacimiento sino el poder vivir en libertad bajo las leyes. Eso es lo que garantiza el Estado de Derecho. Francisco Llera Catedrático de Ciencia Política de la UPV No es el caso vasco el que debe reformar la Constitución, sino el consenso de todos 1. Creo que la situación es grave por la desestabilización que supone para la vida política y por la falta de consenso en un tema tan serio como el de la cohesión nacional, en tanto en cuanto supone un cuestionamiento radical y unilateral del modelo territorial de nuestra Constitución. El momento es grave, pero no debemos caer en dramatismos, ni utilizar este asunto, sólo o prioritariamente, para la competición partidista. 2. Creo que son dos cosas distintas. El País Vasco, como cualquier Comunidad autónoma, debe y puede mejorar su autogobierno. En el caso vasco, además de las demandas nacionalistas, hay motivos para ello. Por otro lado, la Constitución no es inamovible y su adaptación a las nuevas circunstancias y demandas de la sociedad española debe poder cumplir la condición de reeditar, si no superar, el nivel de consenso fundacional, además de resolver satisfactoriamente los déficits detectados. Por lo tanto, no es el caso vasco el que debe reformar la Constitución. Ésta tendrá que reformarse para mejorar la cohesión nacional, ampliar el consenso e incrementar su rendimiento institucional. 3. Todo depende del camino recorrido hasta ese momento y de las circunstancias en que tal convocatoria se produzca. En principio, el lendakari Ibarretxe se situaría fuera de la legalidad constitucional y, si fuese así, sería para visualizar y confrontar dos legitimidades: la nacionalista vasca y la constitucional española. Lo importante, por lo tanto, es el camino previo. Prudencia y pedagogía para no alimentar tensiones innecesarias y, sobre todo, para convencer a la sociedad vasca y a sus autoridades de lo innecesario y contraproducente de tal desafío. Si, a pesar de todo, se consuma, hay mecanismos suficientes en el Estado de Derecho para neutralizar sus efectos. Victorino Martín (hijo) Ganadero de lidia Supone un paso atrás, volver a los fantasmas del pasado 1. Lo considero gravísimo y, además, fuera de tiempo. En un mundo en el que todos tendemos a integrarnos en estructuras superiores, pensar en dividirnos y disgregarnos es un error y un paso atrás; es volver a los fantasmas del pasado. La situación política sería de fragmentación de España. El país quedaría dividido en varios reinos de taifas, porque después del plan Ibarretxe, que pide la independencia del País Vasco prácticamente, vendrían otras Autonomías que querrían el mismo tratamiento. 2. El grado de autonomía que tienen las Comunidades españolas, que nos lo ha otorgado la Constitución y que es el más grande que hay en Europa y quizá en el mundo, es suficiente. Tal vez, excesivo. 3. El Estado se encuentra, por desgracia, entre la espada y la pared. Hay gente mucho más cualificada que yo para ver cómo se debe actuar. Desde luego, no se puede imponer el criterio de una

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