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ABC MADRID 02-01-2005 página 4
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ABC MADRID 02-01-2005 página 4

  • EdiciónABC, MADRID
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4 Opinión DOMINGO 2 1 2005 ABC Directores Adjuntos: Eduardo San Martín, Juan Carlos Martínez Subdirectores: Santiago Castelo, Rodrigo Gutiérrez, Carlos Maribona, Fernando R. Lafuente, Juan María Gastaca Jefes de área: Jaime González (Opinión) Alberto Pérez (Nacional) Miguel Salvatierra (Internacional) Mayte Alcaraz (Sociedad- Cultura) Ángel Laso (Economía) Pablo Planas (Reportajes- corresponsal político) Jesús Aycart (Arte) Adjunto al director: Ramón Pérez- Maura GUILLERMO LUCA DE TENA PRESIDENTA- EDITORA: CATALINA LUCA DE TENA CONSEJERO DELEGADO: SANTIAGO ALONSO PANIAGUA PRESIDENTE DE HONOR: DIRECTOR: Redactores jefes: V. A. Pérez, S. Guijarro (Continuidad) A. Collado (Nacional) F. Cortés (Economía) A. Puerta (Regiones) J. Fernández- Cuesta (Sociedad) A. Garrido (Madrid) J. G. Calero (Cultura) E. Ortego (Deportes) F. Álvarez (TV- Comunicación) L. del Álamo (Diseño) J. Romeu (Fotografía) F. Rubio (Ilustración) Director General: Héctor Casado Económico- financiero: José María Cea Comercial: Laura Múgica Producción y sistemas: Ignacio Sanz IGNACIO CAMACHO MARCAR LOS TIEMPOS L A aprobación parlamentaria del Plan Ibarretxe es una encrucijada para el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Su discurso postelectoral no contemplaba una situación así, tan demostrativa de que su teoría del talante ha fracasado, y que, aplicada a un nacionalismo desleal como el vasco, provoca incertidumbres expansivas en las instituciones encargadas de velar por el orden constitucional. El PSOE se afanó en el mensaje de que la intemperancia de Aznar había provocado más nacionalistas. Con Zapatero, España iba a ser más cómoda para aquéllos, quienes acabarían rindiendo su soberanismo ante el seráfico proyecto del nuevo jefe del Ejecutivo. Pero nada de esto ha pasado. Todo lo contrario: hoy hay más agresión nacionalista contra el Estado. El Plan Ibarretxe va a tener como virtud la de obligar a Zapatero a ejercer como presidente del Gobierno. Por ahora, no lo ha hecho, escondiendo su compromiso público de no negociar con el lendakari y endosando la respuesta oficial del Gobierno al ministro de Administraciones Públicas, como si la situación fuera sólo una discordia por competencias y no una crisis de Estado. Era Zapatero el obligado a comparecer ante la ciudadanía para poner imagen a una actitud inequívoca de firmeza y con un discurso claro. Sus dilaciones e inacciones previas le han colocado en la tesitura de que es Ibarretxe el que marca los tiempos. Es mucho el trabajo pendiente y no es extraño que a estas alturas el PSOE dude en la estrategia. Al parecer una corriente del partido apuesta por hacer frente al asunto con todas los recursos a su alcance y otra, más cercana al espíritu del talante, parece partidaria de enfriar el asunto con un contencioso jurídico en el Constitucional. Pero el nacionalismo vasco ha ganado el debate político. Es absurdo pensar que al lendakari le debilita el apoyo de Batasuna, como si fuera una sorpresa ese entendimiento. Josu Ternera ya hizo lendakari a Ibarretxe en 1998. Pero el PSOE parece no enterarse de lo que ha pasado y plantea la remisión de la propuesta soberanista al Parlamento nacional como la segunda vuelta de un partido, que parece que le da miedo ga- nar y que puede tener su prórroga en las elecciones vascas. Habrá que ver si esa remisión se produce, pero después de que el lendakari avisara de que someterá su plan a consulta popular, los socialistas deberían abordar este problema no como un contencioso político, sino como lo que es: la mayor ilegalidad cometida contra el orden constitucional desde el 23- F. En la encrucijada secesionista, el Gobierno tiene que emplearse a fondo con medidas legales contra el Plan Ibarretxe y la serie de ilegalidades conexas, incluida la desobediencia de Atutxa. Tiene que hacer llegar a los ciudadanos que controla el asunto, que sabe qué respuesta hay que dar a cada paso que dé el PNV y que quien marca los tiempos es el Gobierno de España. El Estado de Derecho tiene instrumentos para atajar estas situaciones, pero es necesaria la voluntad política para aplicarlos. Y esa voluntad se demuestra, por ejemplo, instruyendo al fiscal general para que recurra el archivo de la querella contra Atutxa, impugne ante el TC la propuesta aprobada en Vitoria y revise su política de alianzas parlamentarias. El PSOE ha entregado la agenda política a los nacionalismos más radicales y al socialismo catalán. No es lícito que utilice un doble lenguaje para rechazar a Ibarretxe y, simultáneamente, compadrear con Carod- Rovira, cuando ambos defienden lo mismo. O que su otro apoyo en las Cortes, IU, haya dicho sí al Plan Ibarretxe. No es lícito lanzar venablos contra el lendakari y respaldar, al tiempo, la reforma estatutaria del PSE, cuya presentación ha sido un error notable, como reconocen algunos sectores socialistas. Parece sensato que el PSOE se replantee sus alianzas en la Carrera de San Jerónimo y se fije en otros partidos, incluso dentro del nacionalismo moderado, que hayan mostrado más responsabilidad y sentido de Estada y que puedan aportar más estabilidad al Gobierno. El PSOE tiene que ser sincero con la sociedad y manifestar exactamente dónde y con quién quiere estar a la hora de hablar de España y su futuro. Zapatero ofrecía calma, pero el nuevo año sólo trae una crispación política y social a la que él tiene que responder recuperando el control de la agenda que entregó a Ibarretxe. LECCIONES DESDE KIEV C SUBIDAS RITUALES ON el año nuevo, como un ritual navideño más, llega la subida de precios regulados. Y se produce la tradicional discusión entre consumidores, administración y empresas. Es una característica más de nuestra economía, que aún conserva dosis importantes de intervención y en la que el Estado no renuncia a fijar precios clave. Todos los gobiernos se justifican en la necesidad de controlar la inflación y la competitividad en la Europa del euro y en la pérdida de un fusible como el tipo de cambio. Este año no ha sido distinto y con las uvas suben la luz, el teléfono, los transportes, el alcohol, los peajes, el tabaco y correos. Determinar la cuantía justa de las subidas no es tarea fácil para el Ejecutivo, que tiene que compatibilizar la necesidad de asegurar una inversiones que garanticen la cantidad y calidad del servicio, con el control de la inflación, y que las subidas autorizadas no C actúen como señales transmisoras de inflación a toda laeconomía. La paralización de la subida del 6 por ciento propuesta por Renfe a la vez que los socialistas madrileños ponían el grito en el cielo porque la Comunidad intentaba una subida similar es un buen ejemplo de lo seductora quees la demagogia. El aumento autorizado del 1,7 por ciento en las tarifas de la luz, para no ser más comprensivos que el PP con las eléctricas, se compadece difícilmente con la realidad de un país cuyo sistema energético sufre demasiados apagones. Por eso se entiende tan mal que el Gobierno no renuncie a fijar precios y no ceda esa competencia a organismos reguladores independientes y profesionales, como prometió. Pero para ello habría que dejar de hacer política de símbolos, como el traslado de la Comisión delMercado de las Telecomunicaciones a Barcelona, y ponerse a gestionar la cosa pública con sentido de Estado. ON la dimisión de Víktor Yanukóvich, primer ministro y candidato derrotado, se pone fin a un apasionante capítulo de la historia de Ucrania en el que los ciudadanos han hecho valer de forma pacífica pero firme su voluntad de vivir en una democracia y de no permitir la pervivencia de los manejos y corruptelas de la vieja nomenklatura de origen soviético. Aunque su dimisión haya sido de mala gana y después de haber intentado todas las maniobras obstruccionistas que estaban a su alcance, hasta Yanukóvich ha terminado por darse cuenta de que una clara mayoría de ucranianos ha expresado su deseo de que sea su rival, Víktor Yúshenko, quien lidere el país hacia un rumbo nuevo, claramente orientado hacia Occidente. Ahora, la revolución naranja debe gestionar esta victoria con extremo cuidado. El mapa electoral muestra que existe una clara ruptura de la sociedad ucraniana y que una votación tras otra los electores de las regiones de norte y el oriente del país se han manifestado claramente a favor de otro proyecto de Ucrania, muy lejos del que encarna Yúshenko. Este tipo de fractura territorial ha sido durante estos días de tensión la causa de los principales temores y es previsible que lo seguirá siendo todavía durante mucho tiempo. Por ello, se hace necesario que el nuevo dirigente ucraniano evite cualquier tipo de malentendido con la vecina Rusia, y envíe a su vez el mensaje de que una aproximación a Occidente no significa la ruptura de los muchos lazos que unen a Kiev con Moscú. Cuando hoy empiecen a retirarse las tiendas de campaña de los manifestantes, se puede decir que la Unión Europea ha pasado con éxito el primer examen de su capacidad de intervención política en una crisis que amenazaba con desestabilizar su entorno geográfico más cercano. Además, Javier Solana ha logrado convencer a los nuevos socios recién incorporados a la Unión de que Europa es capaz de mantener sus promesas de apoyo a la democracia y la libertad, incluso frente a las presiones de la misma Rusia, que para ellos encarna una perpetua fuente de amenazas. Confirmada su victoria, Yúshenko cuenta con una imponente carga de legitimidad democrática, que debería permitirle emprender rápidamente el camino de las reformas estructurales que ha prometido. Solamente en las circunstancias verdaderamente excepcionales como ésta que se han producido en Kiev, algunos dirigentes disponen temporalmente de un crédito político prácticamente ilimitado. Pero aun con este fabuloso respaldo, tarde o temprano está obligado a responder con resultados que también estén a la altura de las expectativas que ha levantado.

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