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ABC MADRID 03-12-2004 página 62
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ABC MADRID 03-12-2004 página 62

  • EdiciónABC, MADRID
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62 Cultura EL CERVANTES, PARA UN ESPÍRITU LIBRE VIERNES 3 12 2004 ABC ABC publicó su regreso a la narrativa 20 años después Ferlosio colabora desde 1956 con nuestro diario, del que dijo que está en la sangre de los españoles CARLOS GALINDO MADRID. La relación del recién galardonado Rafael Sánchez Ferlosio con ABC se remonta, según comentó en más de una ocasión, a mis primeras letras a finales de 1930 o principios de 1931. Hasta el peor español lleva congénitamente un ABC- positivo en la masa de la sangre... según escribía en una extensa carta dirigida al director y publicada el 2 de agosto de 1993. En ella se declaraba lector asiduo, por no decir compulsivo de ABC. Pero fue antes, en 1956, cuando el escritor realizó su primera colaboración con nuestro diario, fecha en la que publicó el artículo titulado Y el corazón caliente Un salto de seis años que le llevó, en 1962, a publicar un artículo sobre el centenario de Lope de Vega, colaboración que se repitió en 1968, 1969 y 1972, fecha en la que firmaba un artículo titulado Amor y pedagogía para pasar, a continuación y muy esporádicamente, a mantener una colaboración con el suplemento cultural de nuestro periódico, bien para publicar fragmentos de algunas de sus novelas como El testimonio de Yarfoz bien para mantener un epistolario sobre algún tema de actualidad. Así, el 15 de junio de 1996, contestando a Jiménez Alfaro, y, entre otras estrofas, escribía: Pero sé distinguir, en los humanos la mirada que el miedo no desvía y en ti la vi brillar el mismo día que quisieron vencerte los tiranos Contra gestos así no logran nada esos míseros títeres de barro que procuran matar la inteligencia... Sería a partir de 1999 cuando Rafael Sánchez Ferlosio comenzara una firme y destacada relación con ABC, como lo demuestran los numerosos artículos y Terceras que han venido jalonando la primera página de colaboración de nuestro diario, y que le han proporcionado, desde entonces, diversos e importantes galardones. Si Lenguajes se publicó el 20 de julio de 1999, la última Tercera se remonta a hace tan solo un mes. Hipótesis de Faluya donde el pasado 31 de octubre vertía su opinión ante las inminentes elecciones norteamericanas. Premio Mariano de Cavia Y si alguno de estos trabajos han servido para que Rafael Sánchez Ferlosio haya sido galardonado con el premio Miguel de Cervantes 2004 como reconocimiento a toda su obra, otro fue merecedor del Mariano de Cavia Este premio periodístico lo recibió, de manos de Su Majestad el Rey, por su artículo Catarsis en el que realizaba un análisis de lo que pensaban algunos ex combatientes estadounidenses sobre la derrota norteamericana en Vietnam, publicado el 14 de enero de 2001. Después de leer el juicio que su obra le merecía a Miguel Delibes en Muerte y resurrección de la novela (Destino, 2004) Sánchez Ferlosio, que no había practicado la narrativa casi desde El testimonio de Yarfoz volvió a la ficción con un cuento, Carta de provincias que publicó el pasado verano en Blanco y Negro Cultural. Su Majestad el Rey entregó el Mariano de Cavia al escritor en 2002 ERNESTO AGUDO EL DON DE LA PALABRA GONZALO HIDALGO BAYAL NOVELISTA os historiadores se empeñarán en subrayar con énfasis la singularidad de Alfanhuí y la importancia de El Jarama en el panorama de la literatura española contemporánea. No les faltará razón. Cada uno llevó hasta límites definitivos la exploración de un territorio narrativo distinto: la rigurosa aplicación de las leyes de la fantasía y la minuciosa descripción objetiva de la realidad. El Jarama quedará, además, aunque le pese al propio Ferlosio, como modelo superior de prosa de su tiempo. Bastarían, pues, estos títulos para merecer, justificar y aun exigir el amparo de Cervantes. Pero Alfanhuí y El Jarama fueron escritos en los años cincuenta y la biografía literaria de su autor cambió de rumbo. Repudió la figura del escritor como personaje, el literato cayó en la tela de araña de los altos estudios gramaticales y marcó los límites de sus preocupaciones y de sus quehaceres intelectuales en torno a aquello que media entre humanidad y naturaleza: el don de la palabra Nada había escrito antes y nada ha escrito después Ferlosio, sobre política, ética, derecho, antropología, economía o literatura, que no proceda de ese centro: la única diferencia se reduce a su expresión explícita, a la conciencia de que es el don de la palabra lo que hace humano al hombre. De ahí que, en el ejercicio de la literatura, junto a los dos títulos canónicos, deba mencionarse también con todo énfasis una novela mayor: El testimo- L nio de Yarfoz Forma parte de la leyenda ferlosiana la existencia de una monumental y fragmentaria e inconclusa Historia de las guerras barcialeas de la que El testimonio de Yarfoz es sólo un leve apéndice. Pues bien, si en los últimos cuarenta años Ferlosio ha desplegado toda su sabiduría y toda su lucidez en numerosos artículos y ensayos, sólo en el El testimonio de Yarfoz ha escrito literatura de ficción sobre el don de la palabra como determinación del hombre y sobre la confianza en la palabra como único fundamento de las relaciones humanas. Frente a la fantasía de Alfanhuí y la realidad de El Jarama la historia del príncipe Nébride (que, por otra parte, es un Alfanhuí maduro) se inscribe en la utopía, la narración de un mundo imposible, de unos pueblos gobernados por la lealtad, por la conciencia civil y por la certidumbre moral. No se trata, sin embargo, de una obra ingenua, sino de una declaración de principios. Ferlosio conoce lo imposible. Y una prueba literaria de ello, de la fuerza de la fatalidad, puede apreciarse en la que para muchos (y tal vez para él mismo) es su mejor creación, El reincidente relato conocido como el del lobo o en Carta de provincias que publicó ABC este verano y que es la última incursión de Ferlosio en la narrativa breve (de la narrativa larga parece alejado sine die) Pero el conocimiento de la fatalidad no implica su aceptación: de ahí que Ferlosio siga golpeando a pesar de todo con el martillo sobre el yunque. Ese es su verdadero testimonio.

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