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ABC MADRID 18-05-2003 página 20
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ABC MADRID 18-05-2003 página 20

  • EdiciónABC, MADRID
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20 Nacional DOMINGO 18 5 2003 ABC elecciones APUNTES DE CAMPAÑA ÁLVARO DELGADO- GAL 25 m teología versa sobre cuestiones por lo común indemostrables, los principios que acabo de enumerar son demostrablemente falsos. Es falso, pongo por caso, que los intereses de los trabajadores sean congruentes entre sí. Un ejemplo: la flexibilización del mercado laboral perjudica a los empleados, en tanto que beneficia altamente a los desempleados. Es falso, también, que los capitalistas integren una clase, o la integre en la acepción que este concepto tenía en el XIX. Entonces, los ricos vivían predominantemente de rentas, administradas o no directamente por ellos. Ahora, tienden a vivir de sus sueldos. Y así de corrido. ¿Cómo explicarse, entonces, la tentación teológica de mi tertuliano ocasional? Intervienen factores prácticos y también morales. Para unos sindicatos deficientemente implantados en las empresas, son más socorridas las negociaciones colectivas, en que se acuerdan las cosas a bulto, que los pulsos realizados empresa por empresa. Y, por supuesto, los sindicalistas prefieren concebirse a sí mismos como agentes de la justicia social que como apoderados de los intereses materiales de gente concreta, con nombres y apellidos. Esta preferencia no obedece a un impulso cínico. Parte de la izquierda cree de verdad en la justicia social. Y esta creencia es mucho más fácil de articular acogiéndose al esquema de la lucha de clases y a una opresión permanente de una por otra que descendiendo a los detalles de la realidad laboral o a los prosaísmos de la política diaria. El resultado es una extraña esquizofrenia en los mensajes y, sobre todo, en los sentimientos. Pocos líderes de la izquierda importante- -entendiendo por tal la que abriga oportunidades objetivas de ganar unas elecciones- -se expresan con la candidez de mi tertuliano ignoto. Pocos atacan la propiedad o se permiten recados que pudieran amedrentar a las clases medias. LA REVOLUCIÓN PENDIENTE H ace tres días, por la mañana, encendí la radio y aterricé en un debate regional sobre empleo y cosas por el estilo. He olvidado el nombre de la cadena y también el de los debatientes. Sólo sé que formaban el triángulo ubicuo PP IU PSOE. De momento, nada extraordinario. Me apliqué la espuma de afeitar, extendí la mano para coger la gillette y me quedé parado, como si me hubiera herido un basilisco con el dardo de su mirada. ¿De qué dardo hablo o, mejor, de qué palabras? Uno de los tertulianos, presumo que el de IU, había afirmado que se debían negociar las cuestiones laborales con los sindicatos de clase en este caso con CC. OO y UGT. Había subrayado la palabra clase con un temblor reivindicativo en la voz. La voz de la representante popular tembló también un momento. Pero era un temblor de sorpresa, no ideológico. ¿Clase? dijo desconcertada. Y pasó de largo, como quien, al extraer de una bolsita de copos de maíz algo que no es de maíz ni es un caramelo ni parece a primera vista comestible, da de mano al chisme intruso y sigue atacando su bolsita de copos de maíz. Con toda seguridad, la representante popular es mucho más joven que yo. Ha sido adiestrada para discutir cifras, reivindicar logros partidarios y hacer guiños al electorado, dividido por los captores de votos en sexos, edades y lo que haga falta. Pero me juego el cuello a que no sabe nada de teología. Su oponente, al pronunciar cla- se estaba evocando un escenario absolutamente preciso y a la vez remoto. Lo resumo en dos patadas. 1) Los intereses de los trabajadores son congruentes entre sí, y opuestos a los intereses de los capitalistas. Por eso los trabajadores constituyen una clase y los capitalistas, otra clase. 2) Los capitalistas se han coaligado para oprimir a los trabajadores. 3) El mercado no expresa la suma de preferencias de los agentes sociales y la resultante de los cruces de esas preferencias. Muy al contrario, el mercado es un reflejo de la coalición de los intereses capitalistas. 4) Aparcada, por un rato o para siempre, la revolución, el único modo de bloquear la conspiración de los capitalistas consiste en llegar a un acuerdo político entre las dos clases sobre cómo repartir la renta. Al llamar a esto teología he cometido un exceso retórico. Mientras que la Cándido Méndez ABC Parte de la izquierda cree de verdad en la justicia social. Y esta creencia es mucho más fácil de articular acogiéndose al esquema de la lucha de clases que descendiendo a la realidad laboral Por lo común, son realistas, y hacen lo mismo que la derecha: compartimentan al electorado y se emplean en el difícil ejercicio de agregar voluntades sin incurrir en contradicciones clamorosas. Su retórica se alimenta, como la de la derecha, de dos registros: el solidario asistencial y el técnico gestorial. Quien esté siguiendo mínimamente la campaña en curso podrá confirmar este punto. Al tiempo sin embargo, y al contrario que la derecha, la izquierda tiene la sensación de que guarda una nueva portentosa, algo enorme que no termina de salirle redondo de la boca. Y se desquita de la miseria de la política efectiva con discursos, movilizaciones y radicalismos laterales. Parte de esto está detrás del furor del mes de marzo. De los grandes gestos y de su desconexión con las causas alegadas.

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