ABC MADRID 25-04-2003 página 62

62 Espectáculos GRANDES DIRECTORES DEL SIGLO XX EN DVD VIERNES 25 4 2003 ABC Dentro de la colección Grandes directores del siglo XX los lectores de ABC podrán adquirir este domingo la película Perversidad de Fritz Lang, con Edward G. Robinson, Joan Bennett y Dan Duryea como protagonistas Perversidad el doble equívoco POR: ANTONIO WEINRICHTER Menos conocido que Alfred Hitchcock, Fritz Lang fue igualmente un maestro del cine criminal llevado a sus últimos extremos. En sus películas, el expresionismo de la puesta en escena se corresponde con el fatalismo de los argumentos: sus personajes se ven atrapados tanto visual como narrativamente. En su Alemania natal, Lang puso los cimientos del género que hoy conocemos como thriller con títulos como Spionen El vampiro de Dusseldorf y la saga del formidable Mabuse. Emigrado a Hollywood, como tantos otros, por culpa del nazismo, Lang continuó recreando su concepción determinista del mundo preferentemente dentro del marco más adecuado para ello: el film noir. Perversidad pertenece a la variante más devastadora del género: no la que protagonizan duros detectives, sino ciudadanos de a pie que emprenden un paseo por el lado oscuro... a menudo arrastrados por la atracción fatal de una mujer. Lang había rodado ya dos películas con la actriz Joan Bennett cuando decidió formar con ella y con el productor Walter Wanger la compañía independiente Diana Productions. El primer proyecto de la firma fue una nueva versión de La golfa la novela y obra teatral de Georges de la Fouchardière que ya había llevado a la pantalla Jean Renoir en 1931. De acuerdo con las restricciones vigentes en el Hollywood de 1945, la versión de Lang es menos cínica o amoral que la de Renoir. Aun así, Lang subrayó el hecho de que ésta fuera la primera película americana en la que se ejecuta a un hombre que es inocente (si bien bastante desagradable) mientras que el verdadero asesino queda en libertad, si bien el estado al que se ve reducido confirma la- -obligatoria- -moraleja de que el crimen no compensa. En cualquier caso, la negrura de la trama encaja con ese gran rechazo del film noir al habitual maniqueismo optimista del cine americano. Lang repite aquí la pareja estelar que tan eficaz le había resultado en su película anterior, La mujer del cuadro Edward G. Robinson se aleja de su imagen habitual: él, que había sido el gángster más duro del cine con permiso de James Cagney, se convierte en el medroso contable Chris Cross, un alfeñique del que abusa su esposa en la intimidad doméstica, riéndose de su afición a pintar; y abusa también la mujer que le hace concebir falsas esperanzas desde el momento en que la conoce en la calle. La calle escarlata del título original de la película es una alusión babilónica a la condición de Cómo conseguir el DVD ABC reúne para sus lectores, en una colección de DVD, a los Grandes directores del siglo XX Se trata de una cuidadosa selección: nunca hasta ahora se han podido ofrecer juntas las mejores obras de los directores que crearon la historia. El próximo domingo 27 se puede adquirir, con la compra del periódico y con un precio adicional de tan sólo 5,85 euros, el DVD Perversidad una película en la que Fritz Lang repite con los actores Edward G. Robinson, Joan Bennett y Dan Duryea, en una poderosa historia. También hay que entregar el cupón que aparecerá el sábado 26 en la antepenúltima página del periódico (sección Televisión prostituta de Kitty Marsh, subrayada por el apodo de Lazy Legs (perezosa de piernas) que le pone su chulo Johnny- -Dan Duryea, uno de los grandes villanos del cine negro- -para subrayar su poco entusiasmo para captar clientes. Cuando vemos aparecer a Joan Bennett con su gabardina de plástico transparente (para vender el género) resulta diáfana la duplicidad y la profesión de su personaje... pero no para alguien que la mira tan deslumbrado como Chris Cross. El equívoco es doble: ella también le toma por lo que no es, un acaudalado pintor, y empieza a exprimirle de acuerdo con Johnny. Pero a Cross no parece importarle tener que empezar a hacer desfalcos en su empresa para mantener a Kitty, ni siquiera que ella firme sus cuadros y los exponga como si fueran obra suya. Irónicamente los cuadros de Kitty tienen éxito: resulta que el pobre Cross tiene verdadero talento como artista pero ninguno para hacerse valer en la vida. Cuando la mujer que le ha hecho renacer de su opresión conyugal le grita su desprecio, el infeliz Cross acaba con ella y deja que caigan las culpas sobre el hombre que la explotaba. Libre ante la ley, no podrá liberarse nunca de los celos y el despecho que atormentan su cabeza a los sones de la canción de Kitty, Melancholy Baby Cross acaba perdiéndose en la niebla, una figura insignificante que expresa el gran tema langiano del hombre atrapado por el destino.