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ABC MADRID 02-12-2002 página 28
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28 Internacional LUNES 2 12 2002 ABC La IDC apoya la candidatura de Oswaldo Payá al Nobel de la Paz b Aznar pedirá a Castro que permi- ta al disidente cubano recibir el Premio Andrei Sarajov, que le fue concedido por su defensa de los derechos humanos en la isla LUIS AYLLÓN. ENVIADO ESPECIAL CORFÚ. El Consejo Directivo de la Internacional Demócrata de Centro (IDC) que agrupa a un centenar de partidos, aprobó ayer en la isla griega de Corfú una resolución en la que expresa su apoyo a la candidatura del disidente cubano Oswaldo Payá al Premio Nobel de la Paz en 2003, que fue presentada por el presidente checo, Vaclav Havel. Además, ayer se supo que el presidente del Gobierno, José María Aznar, enviará una carta a las autoridades cubanas pidiendo que permitan la salida de Payá para que pueda recoger el próximo día 15 en Estrasburgo el Premio Andrei Sajarov que le fue concedido recientemente por su defensa del respeto de los derechos humanos en la isla. Los bomberos esperaban el viernes al primer ministro en Durham, con una pancarta en la que ponía Tony el mentiroso EPA Disidente cubano activo Payá, fundador y disidente dirigente en Cuba del Movimiento Cristiano Liberación, es uno de los disidentes más activos y coherentes del interior de la isla y el principal impulsor del denominado Proyecto Varela, al que se han sumado cerca de 200 organizaciones opositoras al régimen de Fidel Castro, para pedir al dictador una reforma de la Constitución que permita expresarse libremente al pueblo cubano. La iniciativa de Havel ha encontrado ya apoyos en personalidades de todo el mundo, pertenecientes a distintas corrientes ideológicas, y se suma a la reciente concesión a Payá de diversos premios, el más reciente el Andrei Sajarov Payá sufre desde hace años el acoso del castrismo, que, entre otras cosas, le impide salir de Cuba, incluso para recoger las distinciones que le son otorgadas, motivo por el que ayer Aznar anunció en la reunión de la IDC que se dirigirá a las autoridades de La Habana para que no impidan que Payá pueda viajar a Estrasburgo. Por su parte, Antonio López Istúriz, en su doble condición de secretario general de la IDC y del Partido Popular Europeo, pedirá a distintas Cancillerías que reclamen también la libertad de movimientos para Oswaldo Payá. La huelga de los bomberos, prueba de fuego para Blair y el nuevo laborismo Aumenta la tensión política tras la segunda semana de enfrentamiento en que su firmeza y la presión ciudadana conduzcan a una derrota de los huelguistas, quienes esperan la solidaridad de otros sectores JOSÉ MANUEL COSTA. CORRESPONSAL LONDRES. Esta semana los bomberos británicos, plenamente decididos a lograr un aumento de sueldo sustancial tras veinte años de lo que ellos consideran una excesiva moderación salarial, han llevado a cabo la segunda parte de una larga temporada de huelgas que, desde un principio, se han considerado como una prueba de fuego para el Gobierno Blair y para el nuevo laborismo en su conjunto. En el Reino Unido no es inhabitual que los sindicatos pongan contra la pared a un Gobierno laborista. Sucedió por ejemplo durante el invierno del descontento de 1978- 79, cuando el primer ministro era Callaghan, uno de los puntos más bajos de la vida social británica y una de las causas del triunfo de Margaret Thatcher. Entonces, hace 24 años, tuvo lugar la última huelga de bomberos en el Reino Unido. Pero esta vez todo es distinto. Blair y su Gobierno parecen haber aceptado el reto y estar dispuestos a jugarse su popularidad ante los laboristas de toda la vida. Se trata de demostrar que el Gobierno gobierna y que los sindicatos, cuyo poder fue drásticamente reducido durante las etapas conservadoras, no volverán a imponer su ley. b El Gobierno confía Los bomberos británicos, que como en casi todo el mundo dependen de las autoridades locales, eligieron hace unos meses una nueva dirección sindical, francamente escorada a la izquierda y con el encargo explícito de mejorar la retribución. Lo primero que hicieron Andy Gilchrist y sus compañeros, fue encargar un estudio sobre el desfase salarial acumulado. El resultado fue un 40 por ciento sobre su actual sueldo. Es, sin duda, una barbaridad, pero es exactamente lo que el mismo instituto recomendó como aumento de sueldo de los ministros y que estos aceptaron de inmediato. Apoyo aplastante del Cuerpo Los bomberos se plantaron ante los negociadores locales con ese porcentaje y, como era previsible, su propuesta fue rechazada. El Gobierno, que actúa aquí de manera indirecta, encargó un arbitraje en el cual se negaron a participar los bomberos, que consideraron más adecuado votar por mayoría aplastante un programa de huelgas que comenzó hace dos semanas y se prolongará durante el mes de diciembre. Como en el Reino Unido no se conocen los servicios mínimos, la única alternativa a los bomberos es el Ejército, cuyo centenar largo de camiones cisterna, las Diosas Verdes, tienen alrededor de cincuenta años de servicio. A partir de entonces, la huelga tuvo dos frentes. Por un lado, el de la prensa sensacionalista que acusaba a los bomberos de muertes sucedidas en incendios y trató de crear un estado de páni- co que luego no se veía en la calle. Esta campaña sigue, pero en tono menor. La otra batalla es bastante más sería. A los bomberos se les ofrecía en principio un 4 por ciento, que luego fue elevado al 10 por ciento, sin advertir que ese aumento sería en dos años. En un momento dado, sindicatos y empleadores estuvieron a punto de firmar un 16 por ciento, también escalonado, pero el Gobierno central intervino impidiendo la firma bajo el argumento de que dicho aumento sólo se justificaría si venía acompañado de una modernización del Cuerpo. Esto de la modernización se convirtió en la palabra mágica aunque nadie sabía a qué se refería el Gobierno. Hace pocos días, el viceprimer ministro John Prescott tiró de la manta: modernización es igual a la pérdida de 10.000 empleos, un 20 por ciento del total, que los bomberos ejerzan también como ATS y que policía, bomberos y ambulancias estén dirigidos desde un centro único. Todo esto no es admisible para los trabajadores y ha conducido a una tensión política sin precedentes. El propio Blair ha dejado claro que los huelguistas nunca podrán ganar A su juicio, si se cede a sus pretensiones, el resto de los trabajadores británicos comenzarían a presentar reivindicaciones capaces de echar por tierra los ya difíciles equilibrios presupuestarios de Hacienda. Después de esta huelga, la histórica relación entre laborismo y sindicatos ha quedado muy maltrecha. Pero es que esto es nuevo laborismo, no debe olvidarse.

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