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ABC MADRID 04-09-2001 página 63
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ABC MADRID 04-09-2001 página 63

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MARTES 4- 9- 2001 TRIBUNA LUISA CASTRO ESCRITORA 63 diendo a encontrar alimento también entre la basura y los deshechos plásticos. El escritor es una gaviota, un carroñero que se alimenta de basxura para emprender el vuelo, un ser cruel de canto estremecedor y vuelo majestuoso. Quizás es más eso que un ruiseñor. Un escritor es una máquina recicladora, xm camión biológico de basura, no es un hombre puro, es un hombre vacío dispuesto a Uenarse de todo lo que ve. Cuando la feria se acaba una se va a su casa diciéndole adiós a todo eso, con visiones, encuentros, entusiasmos y emociones del tamaño de una chapa, un rabo de una lata. Hay muchos más escritores y muchos más lectores que hace quince años, o eso parece. Hay muchos más editores y casetas; las ventas son más grandes. El océano ha crecido hasta el desbordamiento y las gaviotas somos más. Yo huyo de la cosa y me refugio corriendo en la casa de Agustín Cerezales, que hace una cena exquisita con restos de nevera indescifrables, culminados por im cielo de clara gratinada y vino verde. Y si además te devuelven a tu hotel en un mercedes azul cielo de hace cuarenta años, ¿qué más se puede pedir? ¿Es que hay algo comparable a la visión de Agustín Cerezales conduciendo su antiguo coche y jaleándome las ventajas de sus cortavientos delanteros para poder fumar a gusto, de sus asientos sin reposacabezas para morirse mejor, de sus manivelas niqueladas y su belleza cara en gasolina? No hay nada, nada, como tardar dieciocho horas en llegar a Granada y... tranquüo. Así, la literatura. No importad tiempo, ni la gasolina. Importa la belleza, la amistad, la risa. A literatura se alimenta de muchas cosas, no sólo de palabras. Hace quince años yo era una neófita de feria y subía hacia eUa como el pez que busca sustento en el plancton de un océano prometedor. Ascendía de la oscuridad y los fondos solitarios de la literatura y buscaba a los otros en esa tona, esa superficie brillante y espejeada donde se concentra la vida microscópica, el verdadero alimento de los habitantes del mar, el cielo y la tierra, ese cinturón de deshechos y derribos mínimos sin los cuales los peces pequeños nunca existiríamos y mucho menos los tiburones. Lo superficial, lo que dora el sol, lo que se arroja a la luz, es un mundo quizás más misterioso aún que el fondo. Y en esa superficie uno se encontraba amigos, conocía a gente, seres irrepetibles, mujeres luminosas, hombres abrazadores. Luego te ibas a tu casa, descendías de nuevo a la sima de las palabras, pero con el buche Ueno y bien alimentado de visiones, encuentros, entusiasmo, emoción. La feria del libro de Madrid siempre ha sido para mí ese lugar donde parece que la literatura cobra su sentido, el de un mercado, un tránsito, una vida que se mueve y en la que las palabras también tienen lugar. He repetido mi visita cada año que he tenido algo que ofrecer y he ido viendo como ese plancton se adelgaza hasta casi desaparecer. ¿Es una visión romántica de un pasado mejor o es una realidad oceánica? No lo sé. Los oceanógrafos viven muy preocupados por el presente del placton marítimo, que se degrada con el tiempo y la mano destructora de los depredadores. Yo no soy vma ecologista de la literatura. No creo que haya nada que salvar ni preservar en L Importa la belleza Y en esa superficie uno se encontraba amigos, conocía a gente, seres irrepetibles, mujeres luminosas, hombres abrazadores el ecosistema de los escritores. Los pocos especímenes que siempre han sido siempre estarán ahí, adaptándose a los tiempos y apren- N estos días del verano, varias personas desconocidas entre sí y a quienes yo desconocía- -a algunas desgraciadamente ya las conozco- me telefonearon exponiéndome su deseo de conversar conmigo acerca de mi experiencia, treinta años atrás, como corresponsal de este periódico en el mimdo de los ovnis Ignoro por qué este repentino interés por mí y por lo que entonces hice o dejé de hacer, si desde finales de los setenta me desvinculé por completo del tema de manera premeditada y decidida. Muchos lectores recordarán aquella aventura en la que me embarcó Torcuato Luca de Tena- -último tramo del 68 y primero del 69- que me llevó a recorrer toda España y muy diversos países de Europa y América, y que cuajó en un buen número de artículos ptmtuales y en vm libro, Algo flota sobre el mundo que editó Prensa Española y que hoy, inencontrable, es pieza codiciada por los ufólogos y sus seguidores. Fue aquélla una hermosa experiencia, que Uevó el tema a su cima de popularidad, no por mi mérito, sino por el de ABC, que abrió sus páginas, con gran sorpresa de la mayoría, a un tema tan resbaladizo como comprometido. Mi actitud ante él fue, por el medio en el que escribía, pero también por mí mismo, de absolutos rigor y seriedad, separando en lo posible el grano de la paja, y ciñéndome con exactitud a las palabras de los investigadores entrevistados, y a los testimonios de quienes aseguraban haber visto insólitos objetos, formas, luces. Nunca ningimo de ellos, desde Julio Palacios al comandante Ordovás, desde Gordon Creighton a Rene Foueré, nunca, repito, ni españoles ni extranjeros, me dijeron haber tergiversado una sola de sus palabras. Pero llegaron los de siempre: los que consideraban de su propiedad el asunto ovni, los que pensaban que el poeta, el narrador que yo era, se había introducido indebidamente en su ám- E CARLOS MURCIANO ESCRITOR De un tiempo de ovnis Fue aquella una hermosa experiencia, que llevó el tema a su cima de popularidad, no por mi mérito, sino por el de ABC bito, y además con éxito total. Porque la prensa, la radio, la televisión- -que le pregunten a José María íñigo- me requerían, y me solicitaban conferencias- -volví a América con ese motivo- -y entrevistas y opiniones. Sé, dicho queda, que el talismán era ABC, no yo, pero creo que supe estar a la altura exigida. Tomé contacto perdiu- able con personas maravillosas, con especialistas generosos- -Antonio Ribera, Manuel Osuna, Ignacio Darnaude... cuya amistad y recuerdo me enorgullece conservar. Pero los jovencitos sabios, los genialoides de la estadística y el ordenador, desencadenaron su campaña contra el intruso que era yo para ellos. Y di un paso atrás e hice mutis: no por el temor a sus maquinaciones subterráneas, a sus comentarios de revistülas y tertulias, sino por absoluto desdén. Por otra parte, mi obra literaria andaba desatendida, y había que recuperar el pulso, que también en este campo de nuestras letras sabido es cómo las dan y las toman. Así que les dije: Ahí tenéis vuestros ovnis. Repartíroslos Y bien que se los repartieron: es decir, que los hicieron pedazos. El tema. desde hace más de veinte años, ha desaparecido de la actualidad y del interés del público, lector o no, y se ha quedado reducido al estudio de grupos más o menos significados, sin repercusión- -acaso no la prociiren- -ni eco alguno. No se me malentienda: no es que al retirarme yo se hundiera el artUugio, es que lo hundieron. Y en el olvido sigue. Pero esos que Hamo los de siempre no perdonan. En vez de reconocer lo que aquellos reportajes de ABC significaron en cuanto a difusión y dignificación del tema, siguen destilando cada vez que pueden su habita mala. Uno de mis visitantes me traía la fotocopia de una página perteneciente a un libro escrito por un tal Cabria, y publicado en Santander en 1993, en el que despachaba con menos de veinte líneas, extensión a la que nada tengo que objetar, mi labor y mi libro, que venía a resumir en dos pimtos: uno, que mis escritos tenían una buena carga de fantasía y otro, que yo mantenía la hipótesis simple según la cual los ovnis se presentan en múltiplos de tres La falsedad y la mala intención son patentes. En mis artículos no vertí ni una sola gota de fantasía (y la tengo, por fortvma, sobrada) que no fuera la de mis interlocutores; y nunca mantuve la hipótesis que ese individuo me atribuye: me limité a recopilar una serie de casos en los que ese múltiplo se daba, y que iban desde Plinio y su Historia Natural hasta nuestros días. Y me preguntaba: Tal frecuencia ¿quiere indicar algo? ¿O se trata de una coincidencia sin mayor relieve? Ésta y otras apuntaciones de índole simüar, me confirman cuan oportuno estuve al desentenderme del tema. Y del que quiero seguir desentendido. Por lo que no volveré a abrir las puertas de mi intimidad a ningún ufólogo sonriente y amable que, tras copar mi tiempo y hacer que le dedique mis libros, se convierta, apenas salido de casa, en un Cabria cualquiera.

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