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ABC MADRID 03-05-2001 página 14
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  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN JUEVES 3- 5- 2001 ABC S UPONGAMOS que los trabajadores de Sintel tienen toda la razón en sus reivindicaciones. Demos por supuesto que sus sucesivos empleadores los han esquilmado y maltratado. ¿Se justificaría así el llamado Campamento de la Esperanza con que esos trabajadores, desde hace tres meses, ocupan el madrñeño Paseo de la Cíistellana? ¿El tener razón en el origen de su protesta les autoriza a perderla en la forma de la reclamación? Sabido es que los españoles, como. ya señalaba Ángel Ganivet, aspiramos a llevar en el bolsillo una cédula que nos autorice, en todo momento, a hacer nuestra real gana; pero, ¿lá tienen los trabajadores de Sintel? La teoría del mal menor, esa que según dice Baura tanto complace a quienes pretenden separar la púrpura del poder de las responsabilidades que comporta, conduce a efectos como este: un campamento construido con la (legítima) indignación de unos pocos en perjuicio de muchos. Tiendas de campaña, casamatas, barracones, urinarios y tinglados diversos que, en plena vía pública, forman un poblado de descontentos que se han hecho fuertes, con daños para el vecindario, contra la más elemental forma de autoridad. Por mucho que de ellos diga José María Fidalgo que es la gente que mejor escenifica la lucha de los trabajado- AO L I B I T U M El mal ejemplo de las víctimas Los trabajadores de Sintel no pueden invocar la libertad como protección de sus conductas res no resulta de recibo esa exteriorización del pleito sindical. Significa, a un mismo tiempo, el fracaso de los mecanismos de negociación, dé los entes de protección a ios trabíóadores y, en plano parálelo, la quiebra del principio de autoridad que es imprescindible para una convivencia pacífica. Insisto en que arranco del supuesto de que esos trabajadores han sido víctimas de engaños desaprensivos y sucesivos y que, por lo que se ve, las instancias administrativas y judiciales previstas en nuestro ordenamiento no han sabido querido podido abordar el problema en tiempo y forma; pero, aun así, la pugna de 1.200 personas perjudicadas, ¿puede avalar una conducta incivil que ocupa la vía pública, perturba seriamente la vida de un barrio populoso, interrumpe el tráfico en la primera arteria capitalina, perjudica al comercio de la zona y chaboliza xmo de los rincones más nobles del ensanche de Madrid? Los trabajadores de Sintel no pueden invocar ninguna de las formas de la libertad como protección de sus conductas. El ejercicio desordenado de la suya está dañando el de muchos millares de madrileños- -fijos o eventuales discontinuos- -que se perjudican a diario con esta lucha fuera de reglamento. El déjalos, ya se cansarán con que muy irresponsablemente han acogido la situación las autoridades del ramo, de la seguridad y de la ciudad habla de un nivel de permisividad que pone en quiebra los más elementales principios del orden. No estamos ante una de esas hermosas formas de desobediencia civü que empujan al progreso y abren el futiu o. El problema es muy concreto y carece de cualquier grandeza. Se centra en la irresponsabilidad empresarial de unos y en el desbordamiento sindical de otros. Hasta el pataleo debe ceñirse a un reglamento en una convivencia organizada. ¿En qué piensan el alcalde y el delegado del Gobierno? La sobredosis de prudencia puede llegar a ser la máxima temeridad. M. MARTÍN FERRAND POR LAS BUENAS Protestas L -Lo más interesante cada año de la fiesta que organiza Ruiz- Gallardón el dos de mayo, es ver quiénes del PP son sus invitados y sus excluidos. A protesta de unos mil quinientos vecinos del Campo de Gibraltar fue el acompañamiento al encendido del motor del submarino nuclear británico Tireless una vez arreglada su avería. No es muy temerario suponer que entre los manifestantes había muchos de los que protestaron en su día porque los británicos llevaron el Tireless al puerto de la Roca para ser reparado, y siguieron después protestando porque tardaba en irse. Para completar el ciclo, dentro de esta extraña lógica, supongo que ahora lo que procede es que, cuando la semana que viene se vaya el submarino a su base, esos mismos salgan de nuevo a las calles a protestar de que se haya ido. Parece, a la vista de lo que está ocurriendo, que el, caso es protestar. El fenómeno no es español, sino mundial. Emeiüe una nueva categoría de individuos curiosos que protestan porque sí, al timtún. El Primero de mayo proliferaron por todas partes estos especímenes, que apedreaban lo que se encontraban por delante, en petición de que cambie todo. Pero quizás la protesta gratuita por antonomasia la encontramos en los que protestan contra la globalización, que viene a ser como protestar contra la ley de la gravedad, porque la globalización no es im fenómeno planificado en un despacho, sino el resultado inevitable del perfeccionamiento de las comunicaciones, que convierte en simultáneos en todo el mimdo hechos y procesos que antes se necesitaba im tiempo para extenderse. Protestar contra eso, con todos los respetos, me parece una de las formas idiotas de perder el tiempo. Pero quizás la protesta que estos días me ha producido más perplejidad haya sido la de la eurodiputada Emma Bonino y su breve huelga de hambre para quejarse- -qué oportuna, en plena campaña electoral italia- na- -de casi todo, incluidas las dificiütades para el aborto, la eutanasia o la experimentación con embriones. Mi perplejidad no deriva de su actitud, porque ya sabemos que tira a enredadora y zascandil, sino de que, encima, pretenda que la consideren como ima abanderada de los derechos humanos. Ramón Pl Aa J 6 y Estas vacaciorií s milloTíes de persoTias saldrán a la c a r r e t e r a Óeseartdo llegar cnanto antes a su d e s l i n o aumentando considerablemente el riesgo de accideíites. Antes de que sea tarde, Cruz Roja te necomienda: -Respeta los lÍTnites de velocidad establecidos. -Adelanta con precaucién y s 6io en la ¿onas permitidas. 902 2 Cruz Roja Prevenir es v i v i r www. cruzroja. es

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