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ABC MADRID 06-02-2001 página 13
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ABC MADRID 06-02-2001 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MARTES 6- 2- 2001 OPINIÓN 13 BREVERIAS Carmen Iglesias Lucidez intelectual Con una conferencia titulada Cambios culturales en la sociedad española contemporánea participó ayer la historiadora Carmen Iglesias en el ciclo dedicado por la Real Academia de la Historia a los veinticinco años de reinado de Don Juan Carlos. Pocas personalidades más aptas para trazar esta semblanza que Carmen Iglesias, académica de la Historia desde 1989 (leyó su discurso de ingreso dos años más tarde) y sin duda una de las más lúcidas y ponderadas intelectuales españolas de hoy, como ha demostrado a lo largo de su fecimda labor docente en la Universidad, así como en sus libros y publicaciones, y como prueban los importantes reconocimientos recibidos a lo largo de su carrera. Miguel Ángel Cortés Descoordinación Parece imposible, en estos tiempos de comunicación inmediata, que puedan producirse casos de descoordinación tan llamativos como el que acaban de protagonizar la ministra de Educación y Cultura, Püar del CastUlo, y el secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Miguel Ángel Cortés, a propósito de la Seacex (la recién creada Sociedad Estatal para la Acción Cultural en el Exterior) Según la primera, en marzo se constituirá su Consejo de Administración. Según Cortés, este Consejo ya existe e incluso ya se ha reunido dos veces. ¿En qué quedamos? Para bien de esta nueva sociedad, que depende de ambos departamentos, sería bueno que sus gestores se pusieran de acuerdo. En todo. ECORDABA hace unos días mi compadre Antonio Burgos una charla que mantuvo con Jesús de las Cuevas, coautor junto a su hermano José de una de las joyas de la narrativa andaluza. Creo que no es posible la cercanía de la felicidad si no se han leído los Recuerdos de Fernando Villalón de Manuel Halcón, Las Cosas del campo de José Antonio Muñoz- Rojas, y la Historia de ima finca de José y Jesús de las Cuevas. Mi compadre coincide con mi tristeza de que novela tan prodigiosa- -novela, narración y ensayo simultáneamente- -sufra la carga de título tan desafortunado. El término finca es más propio de solar urbano que de espacio abierto, y cuando alguien dice voy a pasar el fin de semana a la finca en lugar de referirse al campo demuestra muy poca tradición de sierras, sembrados o dehesas. Mi compadre, el gran barroco sevillano, oyó a Jesús de las Cuevas decir que el campo andaluz estaba perdiendo el perfil majestuoso de los buitres. Y más que lo va a perder si seguimos con esta estupidez, que ha derivado en histerismo colectivo, de las vacas locas. Dos años atrás, en Sejos, acompañado de mis queridos Ricardo Escalante y Ángel Carlos Terán, contemplé el maravilloso espectáculo del banquete de los buitres. En una braña acababa de morir una tudanca, esas vacas que se cruzan, miran y nunca saludan en las carreteras cántabras. Sejos es un paraíso abierto a todos los horizontes de La Montaña, y se accede a sus dominios por la lengua última del valle de Cabuémiga. El sol, que brillaba fuerte, se apagó R ALFONSO USSIA Buitres Las vacas no están autorizadas a morirse cuando el fin las reclama. Tienen que avisarlo de buitres. Ignoro de dónde salieron, pero la llamada de la vida reunió a centenares de ellos en torno a la res terminada. Se establecieron las preferencias y los órdenes, los más jóvenes aguardaban posados sobre peñas y montículos, con las alas desplegadas, el permiso de los mayores. Al fondo, norte arriba, se veían los perfiles de la ciudad de Santander, y a pocos metros, los buitres cumplían con la ley de la naturaleza, libremente, enmarcando ese paisaje de Sejos en los sueños de una imagen del Serengueti africano. Con el histerismo de las vacas locas, se ha prohibido la muerte natural de las reses, y su función de cadáveres que ofrecen su quietud, a la vida de otras especies. Las vacas no están autorizadas a morirse cuando el fin las reclama. Tienen que avisarlo, para que los hombres las recojan y se lleven sus cuerpos a las incineradoras. Lo malo es que los buitres no se alimentan de humo de cadáveres, y poco a poco desaparecerán de los últimos cielos naturales de España. En unos años, el vuelo circular de los buitres negros, su vigilancia permanente, será memoria de paisajes antiguos. Contaremos a nuestros nietos que en España existían espacios natxu- ales y abiertos, en los que la única función del hombre era la de observar los ritmos de la vida y de la muerte conservando la estricta y bellísima dureza de sus circmistancias. Señoras vacas: La burocracia europea y los papanatismos políticos han decidido que tienen ustedes que morir con orden, y que la vida que lleva su muerte para mantener el equilibrio de la naturaleza, se convierta en muerte doble, muerte sobre muerte, fuego y humo de cadáver inservible, nube de inutilidad, ciclo rasgado. En unos años, los altos de Sejos, las manchas rotundas de la Sierra de la Demanda, y de los Montes de Toledo, y de Gredos, y de Sierra Morena, y las dehesas de Extremadura, y los últimos trazos de la maravilla, antes de alcanzar el mar, de la Baja Andalucía- -Doñana, La Almoraima- -tendrán los cielos ausentes de vigilantes, de vida dependiente de la muerte natural de otras, y olerán las nubes a piel quemada, a burocracia de despacho y tinta de boletines oficiales. Hay otros buitres, pero ésos no peligran. Aumentan y se multiplican con pasmosa facilidad. Pero esas estampas elegantes y magníficas que hoy adornan los cielos de España serán memoria y nostalgia, palabra añorante como la que Jesús de las Cuevas le lamentó a Antonio Biurgos poco antes de dormirse para siempre en su Andalucía la Baja.

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