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ABC MADRID 06-12-2000 página 13
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ABC MADRID 06-12-2000 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES 6- 12- 2000 OPINIÓN 13 BREVERÍA Calixto Bieito En torno a la ópera El arte ha estado envuelto de polémica desde que Occidente ha querido retratar en las más variadas expresiones el sentir más íntimo de la sociedad. El artista, ese pequeño dios que moldea a su antojo su realidad colindante para transformar los sentimientos en obra poética, ha teñido de originalidad su producto provocando muchas veces asombro, asco, revuelo, crítica... Polémica, hablando claro. El intercambio de opiniones ante el hecho artístico es sinónimo de reflexión y, cuando la creación se sustenta en bases sólidas, fundadas y sensibles, esa reflexión hace crecer no sólo al artista, sino también a su sociedad. Por esto mismo, envolverse de polémica muchas veces corona de laureles. En una época en la que ya se han visto urinarios y escurreboteUas elevados a los más intocables altares artísticos, en la que una vaca en formol es el must y en la que el arte interactivo y telemático comienza a ser una realidad, la ópera en España vive revoluciones particulares. El asombro y el rechazo más visceral ante montajes que reinventan los clásicos- -ima práctica habitual y ya pasada de moda en el teatro de prosa- -hoy hace temblar a los sacrosantos templos líricos hasta sus cimientos. El Liceo barcelonés insiste en dar vueltas de tuerca, arriesgándose con escatologla, magia negra, violencia y asesinatos. Por la reacción del público catalán durante el estreno el lunes de Un baUo in maschera esas formas de provocación han demostrado no ser nada ante lo que todavía parece ser más dviro que la muerte: la violencia sexual. La sodomización de im proxeneta en el Bailo barcelonés causó asombro, mucho más que su posterior asesinato. Se compartan o no las ideas con Bieito, lo cierto es que en el Liceo nadie dormitó dvirante la función y son muchos los que, no habiendo pisado nimca vm teatro de ópera, están deseosos de ver las soluciones propuestas en este Bailo verdiano. La reflexión seguirá a la polémica, y esto ya es una buena noticia para un género tan inmovilista como la ópera. L paulismo es un ismo de sangre caliente. Pablo, fariseo apasionado, lo era: En efecto, habéis oído mi conducta de otro tiempo en el judaismo, cómo con exceso perseguía a la iglesia de Dios y la devastaba... La explicación más aceptada fue la de la reverberación del sol sobre la arena. Para el psicoanálisis, sin embargo, el sentimiento de culpa sigue siendo im misterio- -el más problemático de nuestra evolución cultural- y se expresa por una necesidad inconsciente de castigo. Los judíos trataban de satisfacerla imponiéndose privaciones y penitencias, pero a Freud lo admiraba más la actitud del hombre primitivo, que, con mejor sentido, si le sucedía luia desgracia, no se echaba la culpa, sino que culpaba al fetiche, que, obviamente, no había cirniplido con su cometido, y lo molía a golpes, en vez de castigarse a sí mismo. El reconocimiento dé este intehgente proceder debe de ser lo que ha animado a los gestores de la Unesco a inscribir, al fin, el yacimiento de Ata- puerca en el registro inmobiliario del Patrimonio de la Himianidad. La Humanidad, según todos, vive de la inteligencia, y lo que quiere la intehgencia, según Paixl Valéry, es no trabajar. Por eso el mimdo moderno vive igual de obsesionado que el mundo antiguo con la esclavitud, es decir, con la fúnebre perspectiva de morirse de hambre. Un revés de la fortuna y, ¡voUa! la esclavitud. Puesto que normalmente todos venimos al mimdo con dos manos y ima cabeza, lo normal es ser esclavizado por la cabeza o por las manos. Como intelectual, a las órdenes de pohticos filisteos que obligan a escribir cosas sin sentido, o E IGNACIO RUIZ QUINTANO Paulismo La Humanidad vive de la inteligencia, y lo que quiere la inteligencia, según Valéry, es no trabajar como obrero, a las órdenes de rústicos capataces que obl an a varear la aceituna. A Camba le resultaba un poco extraño que la gente suponga que el intelectual, por el hecho de ser llamado intelectual, tenga más inteligencia que los demás, y no suponga, en cambio, que el obrero manual tenga más manos, pero así es la gente, y no la vamos a cambiar. El intelectual, enfin, tiene la importancia que la gente esté dispuesta a concederle. Los americanos lo llaman egghead y highbrow lo que significa que no le conceden mucha. Pero los europeos lo cuidan como las hormigas al pulgón, deleitándose con sus secreciones azucaradas. ¡El intelectual europeo! ¡Qué maravillosa figura! -exclamaba Tom WoUe en los setenta, mirando de reojo a Revel- Un cínico brillante, deslumbrador en verdad, firme como una de aquellas esculturas Art Déco de bronce y oro que escxilpía Gustave Mudos entre los escombros himieantes de Europa después de la Gran Guerra. Después de todo, ¿no era la violencia la partera de la historia Con esa idea, al menos, habían clavado en la plaza del lugar común la estaca destinada a influir en los destinos de la tribu, y luego corrían a presentar la cuenta de lo escrito. ¿Cómo atreverse a pasar ante el tótem con las manos en los bolsillos sin que los salvajes creyeran que se había agraviado a la divinidad? Nadie sabe cómo, pero el caso es que un día el poste totémico apareció hecho astillas, y los intelectuales, descolocados, cambiaron el cuento de la buena pipa por una fumada de la pipa de la paz. Teniendo en cuenta la necesidad inconsciente de castro, podían haberse impuesto una penitencia, pero se conoce que el inconsciente del hombre intelectual, como el inconsciente del hombre primitivo, no es tan inconsciente como parece a primera vista, y prefirieron que cobrara el fetiche. La teoría del hombre primitivo que sacude al fetiche cuando sobrevienen desgracias encaja como im guante en nuestra idiosincrasia de la responsabilidad política. ¿Qué vamos a hacer, si tenemos la sangre caliente y el sol reverbera sobre la arena? La vida nacional está permanentemente alterada por este paulismo intelectual. El paulismo es el ismo de los que se suben a un caballo, se caen del caballo y descubren, al levantarse, lo seguro que se va a pie. No hay nada como ir a pie. Ya lo creo, señor. Es que no basta con creerlo. Hay que manifestarse. Mire, señor, yo soy jeffersoniano de toda la vida. Jeflerson caminaba seis millas al día y lamentaba la existencia de los caballos. ¡Sería un tibio, ese Jefferson! Era im americano. No me diga más. ¡Un fascista Uberal! No. Un demócrata de a pie. ¿Acudía a las manifestaciones?

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