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ABC MADRID 18-10-2000 página 13
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ABC MADRID 18-10-2000 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES 18- 10- 2000 OPINIÓN 13 BREVERÍA Jon Igor Solana Respuesta ejemplar Entre la pena y el alivio; a medio caminó entre el dolor por el asesinato de un hombre bueno y la alegría por ver que la Justicia arreglará cuentas con dos criminales; en ese punto equidistante que separa la rabia del alborozo, los andaluces hubieron ayer departir sus sentimientos entré el soUozo del funeral y el suspiro ante la imagen de un etarra con los grilletes puestos caniüio de la cárcel. Ejemplar reacción la de este pueblo que supo estar en su sitio en cada momento: arropando a la familia y llorando en el sepelio, y rnanifestando su protesta por las calles de la capital de Andalucía, una vez que con estas detenciones la Policía ha liberado a esta Comunidad de la última pesadilla que vive desde el pasado verano y qué se ha traducido en tres asesinatos (Martín Carpena, Portero y Muñoz Cariñanos) y varios atentadosflrustradoscon la colocación o envío de artefactos explosivos. Tal es el hartazgo social que es comprensible la reacción popular abucheando al etarra Solana y zarandeando el coche que le condujo al reconocimiento de los pisos francos de ETA, en el que será su último contacto con la calle- -que ahora sólo verá por televisión- -hasta que cumpla su condena. Nadie duda ya de la madurez alcanzada por el pueblo español y de su compromiso con las hbertades, pues desde aquellos días tristes de Ermua se está dejando el alma y las suelas en la calle para protestar contra ETA. Y además la colaboración ciudadana. Las imágenes de la gente señalando a los policías la ruta de huida de los asesinos, el por ahí va el canalla y la información aportada por los vecinos a las Fuerzas de Seguridad se han revelado como importantísimas para la caída del comando Ese es el gran triunfo del Estado de Derecho, lo que separa a los etarras de la gente nonn Esa es la diferencia, la de im asesino que antes de ser capturado suplica innecesariamente a la Policía cno disparéis, estoy desarmado dos horas después de matar a un hombre indefenso, un servidor público armado sólo con su bondad. Esa es, simplemente, la distancia entre el bien y el mal. IGNACIO RUIZ QUINTANO ONTRA la violencia doméstica, el alcalde de Madrid, con la inocencia de quien ve pichones en sus sueños, propone ese aburrimiento seráfico que, relleno de versos, recibe el nombre de amor. Contra la violencia callejera, el candidato republicano a la Casa Blanca, que en los debates emplea el balido para acentuar el valor de lo sentimental, propone amar al pirójimo Contra los embarazos precoces, el como a uno mismo. Contra los embarazos precoces, el primer ministro inprimer ministro inglés propone la glés, que tiene pinta de gozar sólo al decir ¡No! propone la abstinencia abstinencia sexual sexual. Y así. Son autoridades, y tienen la obligación moral de arrojar polvos de g is al río para que las truchas se atonten y se dejen coger. Pero, por las hembras extrañas. Es decir, ¿somos truchas? ¿Estamos atontados? vina, forma germinal de amor. Lá insti ¿Nos dejaremos coger? tución matrimonial en su forma primiSon cuestiones estoposas, pero val- genia: el rapto, que quedó como símbodrá la pena de perder cinco minutos en lo perenne del amor. Porque amor, si rumiarlas, con el permiso del tiempo lo es de verdad, es para la mujer sentiry la autoridad. Ortega, por cierto, ob- se arrebatada, raptada. En resumen, servó que, aún hoy, los esquimales no que la afición juvenñ a la caza combireconocen más autoridad que luia mo- nada con la imaginación amorosa dismentánea: la de un hombre que lla- paró todo el proceso de lo que llamaman issulkek que significa el que mos civilización. ¿No es cierto que es piensa aunque no tenga otro pensa- la más linda figura esta diosa encanmiento que el del plan de la cacería. En tadora, esta divina mujercita nubil, el fútbol, el issulkek suele llevar el de pie ágil, de calcaño elástico, de seno 10 en la espalda, como Figo. En la breve, que avanza rápida, seguida de sociedad, en cambio, el issulkek lle- sus canes y se pierde misteriosa en el va barba en lugar de dorsal. Ortega, fondo del bosque? preguntó a los cazaque nunca Uevó barba ni dorsal, fue un dores portugueses en una comida que issulkek atípico. Pensar, para él, era le dieron en Lisboa. ima erección. Sí que lo es. Y, gracias a que lo es, no Sigamos, pues, a Ortega, para quien somos truchas. De ser truchas nos lila forma más primitiva de la conviven- braron, y por eso representan la cmncia himiana era la horda: treinta o cua- bre de la civilización, los librepensadorenta individuos mal avenidos. Lue- res, quienes, sin embargo, para casargo, la caza trajo la aproximación de las se las preferían creyentes, confiando hordas, y esta aproximación, el desvío en que así se niantendrían castas, copor las hembras propias y el apetito mo sucedió hasta el advenimiento de C Llamamientos alamor la democracia, que acabó con los puntos de vista de los librepensadores y con el mito de la pasión intensa, cuya satisfacción física constituía pecado, dado que siempre se presentaba, salvo en las películas americanas, como incompatible con el matrimonio. ¿Cómo nó íbamos a entender la preocupación de Blair por las muchachas inglesas? Ya Camba decía que, como muchachas, no son lo más a propósito para inspirar pasiones. Pero como muchachos, deben de resultar irresistibles. También entendemos la solución de Bush al peligro de las armas: Amarás al prójimo como a ti mismo. Frente a esto, podemos adoptar de la mano del buen Freud una actitud ingenua, como si lo oyésemos por vez primera. Pero entonces, con el padre del psicoanálisis, nos preguntamos: ¿Por qué tendríamos que hacerlo? ¿De qué podría servimos? ¿Cómo llegar a cumplirlo? ¿De qué manera podríamos adoptar semejante actitud? Ni el buen Freud consigue eludir la anécdota del debate sobre la pena de muerte en el Parlamento francés: mientras el orador abolicionista recogía salvas de aplausos, una voz pronunció las siguientes palabras: Que messieurs les assassins commencent! Y no era la de Bush. En cuanto a las bienaventm- anzas del alcalde madrüeño, no sé, no sé. En los parabrisas de los coches estacionados en las calles de la plaza de toros, depositan últimamente, junto con los folletos comerciales de los bares de alterne, el ejrtracto de un llamamiento al amor: Dios creó al hombre por amor. ¿Eres pobre? Ciunple con smnisión el trabajo a que estás obligado. No veas en tus amos unos tiranos. Etcétera.

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