ABC MADRID 26-08-2000 página 70

70 SÁBADO 26- 8- 2000 ABC gente de verano Guando muera habrá duelo jacional 11 verde fulgurante de las hojas de una higuera pelea con los hierros de una ventana para entrar a formar parte del domicüio maI drileño de Antonio Gala: un chalé de tres plantas con un jardín pequeño y cuidado en su asüvestramiento. Quizá este trozo de tierra le recuerde La Baltasara su finca en el campo malagueño, que se ha convertido en el lugar único en el que el escritor encuentra la serenidad necesaria para trabajar. En cualqmer caso, el autor confiesa que cada vez se siente más próximo a la Naturaleza. Para empezar se fía más y más del instinto, aunque se le considere par te animal del hombre. Nada que ver esta creencia con el desdén hacia el lado humano de la persona. El necesita amarlo y, sin lugar a dudas, es el escritor español que más adoración suscita entre sus miles de lectores. No faltan, por supuesto, enemigos que gritan que Antonio Gala es el mejor personaje que el escritor ha creado. Ese, dicen, es su mayor y mejor éxito. Él, pasa. -Usted es xm escritor que se ha convertido en un fenómeno social. ¿Cómo lo lleva? ¿Cómo voy a Uevar ser im fenó meno? Con paciencia y con alegría. Ser un fenómeno sociológico más que social quiere decir traducido en sentimientos que los lectores me siguen, me aprueban, me quieren. De modo que cada éxito se transforma en un acto de agradecimiento. ¿Se siente más querido o admirado? -Eso forma parte de una profesión que tiene un nombre tan feo como comunicólogo. Lo que sí me siento es entendido, identificado y creo que se debe a que soy im escritor muy sincero. Que me quieran o admiren forma parte de la misma acti tud hacia mí. Entre la gente y yo, los lectores y yo, el pueblo y yo, existe una rapidez de comimicación muy grande, hay como una inmediatividad porque la sangre es la misma. Soy muy sencülo y escribo de la forma más comprensible, puede ser como esa Iviz que pasa por el cristal, yo quiero que la luz me atraviese y se diga lo que tiene que ser dicho de la forma más sencUla posible- -Se ha convertido en una especie de gurú. ¿Hasta que pimto necesita la gente tener un guía que les entienda? j La verdad es que tengo ima credebUidad enorme, soy una de las tres personas que más credibilidad tienen en este país. -Que son... -No lo voy a decir, pero sí que soy lino de los pocos que la tienen. No es que sea como un gurú, sino como un hermano mayor que sabe asesorar y dirigir y del que se sabe que cívica mente ha sido siempre impecable. -Pero a usted le llegan cientos de cartas, de Uamadas en las que inclu Ei Asegura el escritor que el pueblo al que pertenece sabe que no le habla como sí fuera una entidad distinta a él. Yo soy el pueblo, soy tan pueblo que puedo insultarlo o acusarlo. Él me pertenece y yo a él afirma. Cree que entre el pueblo y él existe una rapidez de comunicación muy grande, porque la sangre es la misma so amenazan con el suicidio si usted no se pone al teléfono... Llegaron a denimciarlo judicialmente por quebrantamiento de promesa matrimonial... -Bueno, lo último responde a gente que está im poco tanunba. ¿Y nimca ha sentido miedo? ¿Nimca ha temido que alguien Ueve im sentimiento no precisamente de amor hasta donde lo Uevó cierto tipo con John Lenon? -A veces lo he pensado, pero un accidente forma parte de la vida. Recuerdo una ocasión en la que salía de una cena ya entrada la madrugada y a esas horas no soy capaz de Uamar a mi chófer. Salí a buscar un taxi y pensé en lo que usted me acaba de mencionar. Las mismas razones que alguien tenga para quererme, las puede tener otro para desquererme, pero cuando entré en el coche, el taxista me trató con tanto cariño y veneración que, en realidad, me siento muy protegido. ¿No cree que muchos pueden creer que usted ha creado a sabiendas el personaje de Antonio Gala, que habla de tal forma, que se mueve de esta otra y todo para lograr afecto y popularidad? -Mis envidiosos pensarán que soy im producto de mí mismo, de la publicidad, del marketing. Pero eso no es cierto. -Hablando de envidiosos también pueden criticarle que se ha hecho con un filón fabuloso al escribir para llegar al corazón de gente sola, apenada, personas que, en ima palabra, necesitan de alguien que les diga lo que usted. ¡Qué van a decir! Lo considero lógico, pero mi obra es tan dispar, tan distinta, que no se puede decir que he encontrado im filón, en todo caso me he encontrado a mí. ¡Quizá el filón sea yo! ¿Le afecta la envidia? -Ni siquiera he creído en ella hasta hace poco. Cuando me hablaban de que era el pecado español por excelencia respondía que en todas partes cuecen habas, pero luego alargó su mano y toqué su piel de sapo. -Cuénteme im caso... -Escribí xm artículo que titulé La garrapata para responder a im señor cuyo nombre no recuerdo, autor de Los secretos de la vida de Antonio Gala Unas páginas atroces, repugnantes, que había enviado contra reembolso a muchísima gen- Tengo una credibilidad enorme. Soy una de las tres personas que más gozan de ella en este país, pero no me ven como a un gurú, sino como a un hermano mayor te. Hay otros envidiosos menos lanzados, pero no menos peligrosos. La envidia está perfectamente definida en el Ripalda como la tristeza del bien ajeno. Por eso es el único pecado que no se atreve a decir su nombre. -En Ahora hablaré de mí su nuevo libro, se refiere a problemas que le sacaron al paso cuando ganó las oposiciones de abogado del Estado. Habla de razones subrepticias Acusaciones de inmoralidad o de que mi calidad no le venía bien a ese cuerpo. ¿Quizá quienes le siguen lo hacen porque saben que usted ha sufrido? -Sí, el pueblo al que yo pertenezco sabe que no le hablo como si fuese ima entidad distinta a mí. Yo soy el pueblo, soy tan pueblo que puedo acusarlo o insultarlo. El me pertenece y yo a él, aunque quizás muchos piensen que soy una persona más dotada que ellos que puede hacer cosas a las que ellos no se atreven. En el andaluz, que siempre está buscando quien le saque las castañas del fuego, se da mucho pedirme soluciones. Cuando estoy en La Baltasara oigo mucho eso de tú chUla, Antonio y me vuelvo y contesto, sí, pero vosotros también Por una parte me ven como a un niño desgraciado por mi salud infame, porque no tengo hijos, porque me considero un fracasado íntimamente, y eso hace que me protejan al mismo tiempo que yo lo hago con ellos. Si de repente un loco se arrebatara y me pegara un