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ABC MADRID 25-08-2000 página 92
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  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID VIERNES 25- 8- 2000 ABC MADRID Antonio Canales, descontento en el Conde Duque María Vivó y Juan de Juan, protagonistas en una nueva versión de Romeo y Julieta Desde hoy, y hasta el próximo domingo, podrá verse en el Conde Duque una visión particular de la historia de Romeo y Julieta a través del baile flamenco. La originalidad del espectáculo la aportan los artistas con su interpretación, sus palmas, sus pitos, su taconeo, sus miradas y sus silencios. El reparto es de lujo: Antonio Canales, María Vivó y Juan de Juan bajo la dirección de Luis Dávila, Luisillo grafo, LuisUlo La actuación tiene una duración de xma hora y medía y, aproximadamente tres cuartas partes de la misma, está hecha sin música. La coreografía de Luis Dávüa es enormenmente creativa y permite que la historia se desarrolle sin la necesidad de palabras. Los bailarines son capaces de expresarse con el sonido de sus pies, de sus palmas, con el chasquido de sus dedos, e incluso su silencio y sus miradas son fundamentales en la comunicación. REPARTO EXTRAORDINARIO MADRID. Paloma García- Ramos O hubiera preferido bailar en cualquier otro Ivigar de Madrid, como por ejemplo en El Retiro. El Ayuntamiento debería consultar a algún especialista y montar un escenario en condiciones Así de rotundo se mostró ayer Antonio Canales, poco antes del ensayo general. El patío central del Centro Cultural Conde Duque será el espacio donde esta noche se presente el espectáculo Romeo y Julieta- Flamenco de la Compañía Teatro de Danza Española de Luis Dávüa, Luisillo que seguirá en cartel hasta el próximo domingo, día 27. Esta actuación forma parte de la programación de los Veranos de la Villa. A pesar de que el mito de Romeo y Julieta lo han representado prácticamente todas las compañías de baüe de todo el mundo, en esta ocasión, la compañía de Luisillo ofrece vina visión muy particular de la historia de amor. Este espectáculo flamenco es capaz de aportar algo muy especial al público a través de la percusión y la interpretación de los artistas aseguraba el director artístico y coreó- Y Aunque Antonio Canales ha representado en otras ocasiones el papel de Romeo, esta vez se queda con un papel secundario, sólo tiene tres intervenciones, en las que interpreta al asesino del protagonista masculino, personaje del que se encarga Juan de Jvian, joven promesa del baile flamenco. La estrella femenina es María Vivó. Según el propio Canales eUa es la mayor protagonista de la obra, ya que es la ciüpable de la trama de la historia El baílaor andaluz explicó que este trabajo no es original por la historia que cuenta, sino que el misterío se encuentra en la genialidad con la que el director artístico, LuisíUo maneja a los cuarenta bailarínes. A través de este espectáculo, la gente joven podrá aprender los pilares de los baües modernos que solemos hacer añadió. Canales aprovechó para quejarse por la reducción de la subvención que recibe su compañía por parte del Ministerio de Cultura: Con lo que me dan- cinco millones- no tengo para nada AC B El bailaor Antonio Canales, en una de sus representaciones Mitades de Carmen Alonso Strauss: A la sombra de un vals Plisetski Khatchaturian: Espartaco (dúo de amor) Alonso Bach: Umbral Alonso Bizet- Schedrin: Carmen Teatro Albéniz. Tres piececitas breves, un intermedio, y Carmen Mitad para una cosa, mitad para otra; y, de esta, la mitad de la mitad. Mitades de todo, en realidad; mitades con buen sabor, mitades para el olvido. Mitad de Carmen ¿Qué mitad importa más? ¿El personaje o la obra? ¿La baüarina o la coreografía? Salvo para la mirada hístoricísta, lo que hoy queda de este trabajo que estrenase Alicia Alonso en 1967 es sólo el pie para el lucimiento de la intérprete, pero no la obra en sí, antigua, monótona, reiterativa; excesivamente deudora, para su inteligibilidad, de los originales de Merimée y Bizet, a los que no esencialíza, sino que simplemente reduce. Eso sí, con añadidos tan som- ojantes como im Toro- Destino de pueril simbología, o el vestua- rio y el maquillaje demediados, que ya propusiese Gómez de la Sema con mayor acierto. Por no hablar de la adaptación- musical, capaz de emparentar a Bizet con cualquier mercenario de verbena. Pero, frente a ese insípido aderezo que es Carmen coreografía, aparece la joya de Carmen personaje. Y su intérprete del estreno, la veterana y fascinante Calina Álvarez, bailarína de rara espiritualidad escénica, capaz de sublimar y trascender cualquier escollo técnico. Álvarez no asombra con virtuosismos gimnásticos: su logro es tender puentes entre el interior del espectador y el de sus personajes. Su emoción es de cariz místico, por eso, antes que Carmen, su papel es Odette. A su Carmen le falta quizá maldad, picardía, pero le sobra elegancia. Eso, a pesar de los inconvenientes del escenario. Hace irnos días, mi compañero Jvlio Bravo escribía que el del Albéniz es demasiado pequeño para albergar en todo su esplendor el trabajo de la compañía y Carmen demuestra que tiene razón. La escenografía presiona y acota im semicírculo escaso para la evolución del baüe. Por si fuera poco, en la escena de la taberna de Lüas Pastia, ese espacio se reduce aún más con luia línea de taburetes. El efecto es abigarrado, pero más lo sufre Álvarez, de largas piernas y amplias extensiones, obligada a constreñirse en sus desplazamientos. Y lo niísmo podría decirse de sus acompañantes, Víctor Güí (Don José) Octavio Martín (Zúñiga) Viengsay Valdés (Destino) y el español Óscar Torrado, cuyo EscamiUo es im divertido pastiche torero, deliciosamente kitsch. En los fragmentos de la otra mitad, Alihaydée Carreño compuso ima sorprendente figiu- a art- decó que por desgracia se düuyó en la pobre coreogrcifia de Espeirtaco Ni ella ni su acompañante, un brioso Octavio Martín, son ciüpables de que la música de Khatchaturian fuese mucho más interesante que lo que se veía en escena. Lain- a Hormigón y Nelson Madrigal interpretaron con mu- cho mimo y delicadeza En las sombras de un vals obra que, por acercarse peligrosamente a los límites de la sensiblería, se degusta mejor cuanto más cursi se sienta uno ese día; eso si no ocurre como en el estreno, cuando un molesto foco seguidor irrumpió fuera de lugar (volviendo a interrumpir en el arranque del tercer cuadro de Carmen Aimque peor fue comprobar cómo el mismo fondo de En las sombras... se repetía en Umbral en lugar del telón diseñado por Zaida del Río. En vez de un contrapunto, el resultado potenciaba la lectura diüzona y sentimental de una pieza en la que Loma Feijóo, secundada por Osmay Molina, demostró que se pueden suplir las limitaciones técnicas cuando se tiene en el escenario la actitud de ima estreUa. Proyectando tanta arrogancia con la presencia y el gesto, se consigue hacer creer que se es más genial de lo que en verdad se es. Pedro Manuel VILLORA

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