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ABC MADRID 16-08-2000 página 71
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ABC MADRID 16-08-2000 página 71

  • EdiciónABC, MADRID
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í ABC MIÉRCOLES 16- 8- 2000 71 España, de sol a sol borran con el agua. Lo importante es sacar un estilo propio, un toreo proJtfsé Pachecho El fundo. Mi toreo es asentar con fuerza Califa con el los pies en la arena, apretar los ríño capote, en La nes, bajar mucho la mano y traerme Malagueta al toro con la muleta. Cuando consigues disfrutar en la arena eso acaba Uegando a los tendidos. Es lo más grande y bonito que hay. Dominar a una bestia salvaje y crear arte. En ese momento no me cambiaría por nada del mundo. Miedo sé tiene y quien diga que- no, miente. Creo en Dios, pero no voy a misa. Elevo- misvírgenes y la foto de mi madre. Si me juego la vida es. porqué mi madre está arriba. Mi madre es mi ángel de la guarda, y siempre me ha protegido El Califa es un hombre de mente clara: Nadie me ha regalado nada. Siempre he sabido qué puedo llegar a ser una figura del toreo. Para eso estoy aquí. Sé lo que bustío y sé adonde quiero Uegar. Y voy a por todas. Pero no se. me sube el éxito a la cabe- za. Las tentaciones no me distraen Sé lo que busco y sé adonde quiero llegar. Y de ser figura del toreó. Ni tentaciones son. No tengo novia, sólo amigas. voy a por todas. Pero no se me sube el éxito a Ahora sólo el toro Uena mi cabeza. la cabeza. Las tentaciones no me distraen de Soy fuerte de mente. Y los retos importantes son los que más me inotiser figura del toreo: Ni tentaciones son. No van. Ahí me arraigo, me vengo arriba tengo novia, sólo amigas En la salita de la suite del hotel. La tarde de la corrida; Antes de salir lucir esta tarde en Málaga, de oro y que si es malo irá a por ti Llega el hacia la plaza. Francisco Pacheco, su cal. Los que se arriman poco no se momento de encasquetarse la chapadre, de 64 años, elegante con su manchan la indumentaria Pero al quetilla, con su armazón duro como guayabera caqui de tantos menestra- Califa le gusta meterse al toro para una armadxu- a. Pero papel de fumar les españoles de su edad. Su tranqui- adentro. Así sientes mucho más al para un pitón, Todo bien apretado y lidad contrasta con los nervios del animal Hay que ser rápido eligién- entallado, para resaltar la figura en apoderado, que se pasea recién du- dola estrategia: Cuando tengo al to- medio de la plaza y no dejar asideros chado pero con la ampUa frente coro- -ro delante lo primero que hago es en los que el toro pueda ensartar vm nada por una plantación de gotitas mirarle a los ojos Todo un curso pitón y hacer im destrozo. Pablo le de sudor. Nacido en Hinaja, Cprdo- instantáneo de psicología. En cuan- viste como si fuera a sí mismo. Moja ba, al lado de Rute. Me fui con mis to sale al ruedo ya se ve si galopa o los machos para que al Secarse atipadres a Valencia, que emigraron en no, si viene con tranco es buena se- ranten el traje por los bajos, sobre la busca de trabajo. A mi padre le gusta- nal, y si se emplea y embiste. Empie- media rosa, que parece ima nota goban los toros, pero no para torearlos. zo a estudiarle desdé el primer mo- yesca a pie de albero, contraste del, Yo sí quise ser torero. Era una época mento y veo por qué pitón cae. Tie- rosa que se tima casi con la arena muy difícil y nadie me ayudó. Cono- nes que construir la faena ensegui- amaríUa, sol de España- mezcla con cí al Cordobés en la mili Ya enton- da, porque después no tienes tiempo sangre y con azar de muerte. ces quería ser figiira del toreo. Era de rectificar. Si haces algo mal, enseLa Malagueta. Corrida de fei- ia. Almuy chulito y presumía de que ya guida aprende. Tienen vm. instinto go más de media entrada. Ocho de la era matador de toros. Pero se pasó muy fino, -el del poder. Si te huele el tarde. Casi ni tendidos se diferenlos once meses como yo. Estábamos miedo, estás perdido. Por eso tienes cian, porque el sol ha empezado su siempre juntos y nos hicimos amigos que demostrarle pronto quién es el derrota y su beso ya no quema. La para siempre que manda. Ahí está la clave, aim- ciudad es un puro disparate de faraEn la habitación del diestro. Dos camas jimtas. Una a medio deshacer, como de quien acaba de descabezar una siesta. Sobre la otra, intacta, un capote bien doblado. La ceremonia de vestirse dura media hora. Cuándo entramos ya tiene la taleguüla en su sitio, abultada y cargada sobre el muslo izquierdo, y los calzones casi encajados. Lo que uno no puede hacer solo, pese a la frase que se ha convertido en lugar común, es atarse los machos Se necesita del concurso de otro, y es Pablo Rodríguez, de 33 años, su mozo de espadas, el único que ha vestido al Califa, su primo, quien lo hace. Al Califa le gustan los colores claros, y sobre todo uno azul celeste, con el que triunfó en Las Ventas. El traje de luces suele quedar hecho una pena después de LIccj. -i 11 miiniiMito di cada faena, y Pablo, que sabe de jaboi- in i cjiíi t ir- I- I i h i q u c t i i M nes, lejías y. detergentes mas que na un su iin como die, se las ve y se las desea para que una irin idui 1 porn pnpfl dt los blancos de las perneras queden fuin. li i i i i un pitiin iroP cabks, j. eom 9 el lraje. qug ya a laes y canciones y gente abarrotando plazas, ferial y playas. La plaza, por contra, parece un santuario, aunque también tiene su cabana de teléfonos móviles ensuciando el aire, y niños que se asustan y niños que van sabiendo de tercios y de suertes, y tragaldabas de bocadillos de jamón, y de. j rosquillas, y trasegadores de vino de bota, mientras la muleta se vuelve más mate por la sangré del toro, papel secante que se pasa por el lomo escoriado y roto, reventado primero por el picador y luego por los bande- rUleros. El Califa pisa. con- decisión, hace la señal de la cruz con la zapatilla en el suelo y luego se santigua, como hizo antes de abandonar la habitación del hotel, en el pequeño altarcito de vírgenes, con la foto de su. madre muerta en medio. Mientras que los otros dos diestros hacen el paseíllo a cabeza descubierta, con la montera en ia mano, El Califa no se j- la quita ni cuando se Uegan ante la presidencia, se limita a inclinar levemente la cerviz ya hacer un gesto con la mano. Su primer toro, el tercero de la tarde, pesa 440 kUos. Al cuarto envite le arrancó el capo- te tras ensartarlo con un pitón y el torero tuvo que ponerse a salvo sal- -tando la barrera con arte olímpico. La faena resulta sosa y sin ligar. Aplausos. El segundo de José Pacheco es el quinto. Más bravo que el pri- mero, al Califa se le ve ahora más templado con la muleta. Brinda al público desde el centro del redondel, 3 i mientras el bicho desencuaderna un burladero. La montera quedó boca arriba sobre el albero, pero. al diestro no le importó. Se fué hacia el toro valiente y seguro. Liga unos bonitos naturales, bien hincado en la arena, bajando la mano y trayéndose al bicho sin moverse un milímetro, tasando las astas. El Califa no es todavía artista, pero se arrima lo indecible, se la juega. Apunta maneras, ensaya con brío y elegancia unos valentísimos ayudados, pegado a la bestia de 548 kilos. Parece como un chopo plantado en medio del ruedo. A la hora de matar, el toro duda, recela, y es El -Califa quien se echa encima de su enemigo y le mete el estoque hasta la bola. El público, casi unánime, agita pañuelos y almohadillas y arranca, al reticente Nerón de turno, una oreja. Le cortan el peludo apéndice al animal inerte y el alguacü se la entrega al Califa mientras monosabios y mulUlas se Uevan al noble bruto camino del desolladero. Vuelta al ruedo y cabrilleo de las luces artificiales en la pedrería del traje. Regreso al hotel, ducha, cena y carretera, con Camarón, Lole y Manuel, El Cabrero, Diré Straits y Julio Iglesias endulzando las largas horas entre habitaciones, tardes, plazas, suertes, triunfos, miedos y la oscuridad que se abre y vuelve a cerrar en torno al coche del maestro que busca un nombre en el árbol del toreo. Carreteras de España, que de noche surcan los toreros y sus cuadrillas, jugándose la vida en una ceremonia sin parangón entre arte, crueldad y muerte. -C Alfonso ARMADA ñ

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