ABC MADRID 16-08-2000 página 70

70 MIÉRCOLES 16- 8- 2000 ABC gente de verano P i f fv m imumo na cofradía de otra época surca cada noche las carreteras que cuartean la piel de toro. Toreros y cuadrillas, estampa de grana y oro, piel frágil que revienta un pitón y despuebla las arterias, soñadores y cautelosos, ambiciosos y corajudos, se asoman a la negrura taurina del asfalto, ai éxtasis provincial de las carreteras y a los rótulos de las poblaciones, que van cayendo como el crepúsculo sobre los tendidos, árboles vendados a la altura de la ingle, gasolineras envueltas en una luz de cuarzo y lejía, hoteles de mala muerte y de tronío. Van los coches de los toreros buscando la plaza del día siguiente, donde volver a asomarse a la fama y a la gloria, poniéndose en peligro de muerte cada tarde, midiéndose con el toro de lidia, toro bravo, que parece símbolo de uña España del pasado y que sin embargo sigue desatando pasiones furibundas, a favor y en contra, dos Españas que sobre el lomo ensangrentado se echan uñ pulso de razones e instintos, de arte y carnicería. José Pacheco El Califa que triunfó en la última feria de San Isidro con un valor que puso los pelos de punta y le Uevó a abrir las dos Sr puertas (la Grande y la de la enfermería) es im torero cabal, que sabe lo que quiere y lo persigue con denuedo. El valor no se lo niega nadie, aimque el arte no siempre se le aparezca entre las manos. Torea en la feria de Málaga y se deja hurgar en el corazón con un diminuto estoque en forma de pluma. El tórrido verano del año 2000 es el de su hora: quiere ser figura. En el hotel. La mañana de la corrida. Habla Enrique Grau. Valenciano como su pupilo, es apoderado de El Califa desde hace seis años, casi desde sus comienzos. Desde que triunfara en San Isidro el diestro ha toreado veinte corridas. Cuando salió por la puerta grande én San Isidro hasta el tendido del 7 aplaudió. De la cogida le han quedado algunas molestias en la mano y cuando pincha en hueso se resiente Grau no puede ociütar que es apoderado. A distancia se adivina cuál es su oficio y beneficio. Gafas de sol oscuras con montiu- a de carey, niqui azul oscxiro a rayas, zapatos sin calcetines, cadena de oro al cuello con algún santo y cintirra de estibar largas sobremesas de café, copa y puro. esquina del hotel, la mañaZ naEn unacorrida, entre miradas carde la gadas de intención de admiradoras morenas como estampas de Julio Romero de Torres. Habla José Pacheco El Califa El sobrenombre le viene de la sangre cordobesa de donde son sus antepasados. Guapo y flaco, con largas patülas y cadenas al cuello, mira a los ojos y habla con franqueza, usando las manos sólo cuando conviene y hay que mostrar, por ejemplo, una herida de asta de toro. No se- da aires y encaja con buen U DI- L I iiciid. qiit. utiKi El r. nhr. i n S. in I icliii k hoii C UL- cl. idu i- lc m i i k j t i i- i y iitindu pinrh. 1 i- n hiicvi ii- ii- nti. f r y i í? k 1 Fotos: Corína Arranz temple cualquier pregunta. Es serio, pero sabe reírse cuando viene al caso. Nació en Xátiva, Valencia, hace 26 años. Cuarto de cinco hermanos, su padre es un gran aficionado y amigo de Manuel Benítez. Por eso fue El Cordobés quien le dio la alternativa el 1 de mayo de 1996. Desde los once años quería ser tocero. El toro te hace madurar antes que a otros, pero siempre he sido muy padrero. Mi padre me Uevaba a los toros y a los tentaderos y me entró el gusanUlo. Le di una gran alegría cuando le dije que- quería ser torero. Siempre me- apoyó. Empezó como un juego y se heos: No soy de escuelas. Lo que ha convertido en la razón dé mi vida. quiero es sacar todo lo que llevo denMi madre murió de cáncer hace diez tro. Tener personalidad es lo más imaños. Pero no se opuso a que fuera portante. Ni he robado peras ni he matador. No era lo que más le gusta- toreado en dehesas a la luz de la luba, porque como aficionada sabía a na. Eso es de otra época. La primera qué rae exponía. Sólo me dijo que si vez que me enfrenté a una becerra me metía en esto que fuera para es- fue en el tentadero de Benito Mora, tar arriba, no para quedarme entre un ganadero de La Carolina, en las medianías. Es una profesión dife- Jaén. Tenía once años. La becerra rente a todas las demás, porque via- me dio un testarazo y di una volterejas todo el tiempo y te juegas la vi- ta. Me rescató un banderUlero. Salí da Habla El Califa eligiendo sus pa- Uorando y muerto de miedo Manlabras con tino, parándose apenas a da: No tengo ningún espejo, el espepensar y entrando- al trapo sin titu- jo es el- mío propio. Las Gopias- se- ÍÍT