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ABC MADRID 01-09-1999 página 3
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ABC MADRID 01-09-1999 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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1 DE SEPTIEMBRE DE 1999 FUNDADO EN 1903 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ili i 11 Gallos mudos UIZÁS a cuenta de las noticias de los pollos belgas, que han alarmado durante unos días a las gentes, esta cuestión de la crianza de estas aves ha estado en la atención y la conversación, y en el paisaje ya de estío, y en el que sólo relucen ya las manchas verdes de las huertas y los pinos, se han destacado ahora, casi como catedrales, las naves de crianza de pollos, directamente para el engorde y el matadero. Y, por supuesto, que también antes era así, pero no de la misma manera; porque, sin ir más allá, los mejores pollos tomateros pongamos por caso, eran los de camiaero, que se aproximaban a la carretera o la cruzaban, y, cuando venía un vehículo tenían que lanzarse a la carrera, es decir, no sólo tenían que hacer ejercicio, como ahora los jubilados, sino verdadero atletismo, y sus miembros se fortalecían. Pero ahora todo esto se hace con hormonas y quién sabe con qué otras manipulaciones, y lo cierto es que no se logra producir en los animalitos otra cosa que algo parecido a la celulitis. Estaba, por lo pronto, el hecho de que, aunque se fuera escasamente inclinado a hacer imágenes morales de la realidad física, no quedaba más remedio que comprobar que entre las crías domésticas de aves y las de las granjas, quedaban resaltadas por sí solas las figuras de los dos tipos de sociedades humanas: la de la granja con su organización totalitaria, como muy bien vio Orwell, en la que el individuo tiene su vida determinada hasta el último detalle, y se le manipula hasta en su fisiología y su mente, y la otra, la sociedad libre. Bastante libre, o muy libre ciertamente. Habría que entrevistar a la gallina que perdió la mujer de la que habla el arcipreste de Talavera, que era todo un tesoro, y también a los jóvenes gallos, que en los corrales formaban la oposición política a la prepotencia del gallo- jefe, para percatarse de ello. Hasta cantar les tenía prohibido, pero ellos se las arreglaban, tomando una distancia, subiéndose a una tapia o a lo alto de un muladar, que es siempre- también en el caso de los hombres- desde donde se hace uno notar, y allí lanzaban su quiquiriquí, muchas veces todavía sin cuajar y con muchos desentonos; nada comparable a la trompeta de plata del gallo mañane- Q ro, alzada contra las últimas sombras de la noche y los primeros clarores del alba; pero cantaban. Indudablemente, allí, en el corral, se manifestaba toda la mecánica de la historia universal humana, tal cual: a comenzar por el racismo desde luego; y gallina de otro corral que por allí aparecía era acribillada a picotazos, exactamente como el animal que se mostrase enfermo, aunque fuese del mismo corral, con lo que se ve aquello de mens sana in corpore sano de Juvenal, pero no como éste lo dice, en una oración a los dioses para Indudablemente, allí, en el corral, se manifestaba toda la mecánica de la historia universal humana. tal cual m í i i m. rogarles ese don, sino tal como lo entendieron los nazis y el post- nazismo de nuestra civilización de hoy, como hombres con cuerpos de toros y mente lisa y sin un trauma de ética, metafísica y cosas por el estilo, ya lo vienen practicando las gallinas. Y también se daba la lucha por el sexo y la comida, y hasta el deporte de la lucha libre y salvaje, porque sí, a ver quién es más bruto, los gallos la han practicado siempre hasta hacerse papilla mutuamente. Pero, con todo, una vez ventilado ese asunto de quién debía tener el poder, todo era como si se hubiesen celebrado elecciones, e iba como la seda: y la libertad era un hecho. Porque, además, cuando se consolida un tirano, tiende al patemalismo, y si ese gallo de corral, en éste o en la calle, encontraba algo que mereciese la pena, en su constante investigación arqueológica, llamaba a la comunidad para que lo disfrutase; lo que no es nada mal gobierno; y gobernar una comuni- dad de gallinas, que son individuos irreflexivos, obstinados, gritones y cacareantes, y que miran en doble dirección a la vez no es cosa fácil. Había por eso también im sistema de puniciones, aunque casi siempre era suficiente la proximidad del gallo- jefe con su cresta como un birrete o un penacho, y embutido en su uniforme lleno de colorido, para disuadir. Estos signos externos debían de impresionar a las gallinas, y desde luego apersonan mucho a este animal, y proyectan de él una imagen importante y decorativa. No hay más que recordar las cerámicas o los bordados portugueses con gallo; y para siempre quedarán los gallos, por otra parte, en esas referencias fundantes de la civilización occidental que son la narración de los últimos momentos de Sócrates, y la historia de la negación o el reniego de Pedro. No todo el mundo pasa así por los siglos. Bien, pues nada de esto sucede en las crianzas de pollos de granja; allí reina el orden más absoluto, y todo está calculado, hasta la luz que conviene. No se tienen que buscar sus garbanzos esos animales, pero a buen precio lo pagan. Aunque, bien pensadas las cosas, parece que una sociedad y una política en la que se aseguren los garbanzos, las vacaciones, el coche, la televisión y el fútbol semanal es también cuanto se desea, y cosas como libertad, justicia, ética, y vocablos similares son ya pura música sin signifícado alguno. Parece que vamos por esta senda. Pero, sean como sean las cosas, me pregunto: ¿es que cantan los gallos de granja, si es que se les permite llegar a esa categoría aristocrática, y no pasan todos ellos antes democráticamente por la guillotina? No lo sé. No los he oído nunca cantar; y tampoco tengo intención de oírlos, porque viviendo como viven, y con esas ideas en la cabeza, ¿es que pueden gritar otra cosa que consignas? Desde luego nada semejante a ese fabuloso grito del gallo libre contra la mañana, aunque sea para recordarnos una traición. Pero esto es mentar la bicha y gallo que cante así como el que antes cantaba a prima noche seguro que arriesga su pescuezo. El ideal de nuestra civilización es, desde luego, bañarse eternamente en un Leteo climatizado. Y gallos mudos. JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO i i eg í ili tíí ÑOR EDREDÓN 1 Placer en el dormir A portir de esa fecha también podrán encontrarnos en los mejores tiendas de España. C B l a s c o d e G a r a y 3 6- T e l 9 1 5 9 3 3 9 3 9 P d e l a 3- Tel. 9 1 5 1 7 3 4 11

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