Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 30-03-1999 página 3
ABC MADRID 30-03-1999 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 30-03-1999 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
Más información

Descripción

EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 30 DE MARZO DE 1999 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC DOMICILIO SOCIAL J. L, LUCA DE TENA, 7 28027- MADRID DL: M- 13- 58. PÁGS. 112 Rosas para Juan Ramón Jiménez L 5 de julio de 1981, Julia Sáez Ángulo publica en Los Domingos de ABC una entrevista con Margarita de Pedroso y Sturdza, una mujer que a la aristocracia de su estirpe añadía esa elegancia espiritual de quienes prefieren teñir sus confesiones con la cortesía del pudor. Hija del Conde de San Esteban del Cañongo y de la princesa rumana María Sturdza, Margarita es para entonces una anciana que acaba de estrenar la setentena, pero sus palabras todavía conservan una íntima esbeltez que las redime de esa nostalgia sepia con que se suelen investir los recuerdos. En dicha entrevista, Margarita de Pedroso se resigna, después de cinco décadas de sUencio, a mostrarnos, como por un resquicio, su idilio platónico y apenas presentido con Juan Ramón Jiménez. Allá por 1930, cuando su matrimonio con Zenobia Camprubí ya merecía el epíteto de longevo, el autor de Diarío de un poeta recién casado había empezado a dirigir su amor hipocondriaco hacia jovencitas luíales y arcangélicas, como aquella Marga Gil Roésset cuyo ñnal trágico ya detalló Blanca Berasátegui, con brillante pudor, en este mismo periódico. Juan Ramón conoce a Margarita de Pedroso cuando ella aún no se había cortado sus largas trenzas rubias y diariamente pasaba ante la casa del poeta, camino del estudio del pintor Vázquez Díaz, dé quien recibía clases. Subyugado por la belleza apenas púber de Margarita, Juan Ramón fuerza una relación más estrecha con sus padres, con quienes ya mantenía un trato epidérmico, nacido del roce fugaz en las salas de conciertos. Pronto, el poeta será un asiduo a la hora del té en la mansión que los Pedroso poseen en la calle de Méndez Núñez: Era un hombre solitario, idealista y nada gregario- lo evoca Margarita- Pasábamos muchas tardes hablando largamente. La mayor parte de las veces no estaba Zenobia. Después subíamos a la terraza para ver la puesta de sol Me gustaban sus charlas sobre arte, literatura, filosofía y demás, pero nunca pensé en otra cosa. Creo que yo era por entonces bastante ingenua y un tanto asexuada, si cabe explicarlo así. Una amiga mía me decía que Juan Ramón estaba enamorado de mí, pero yo le explicaba que era sólo una buena amistad intelectual Fruto de esa amistad nacida del deslumbramiento mutuo, será un ensayo Úrico y elusivamente autobiográfico en el que Margarita trabaja por estas fechas, publicado en 1932 por Revista de Occidente, bajo el título de Hacia Galilea. Se trata de un texto que transpira una rara simbiosis de sensualismo y abstracción, anhelos vitales y búsquedas casi místicas. Hacia el ñnal de este ensayo, Margarita escribe: Mis labios buscan a tus labios, mi alma busca a tu alma. Vamos juntos hacia Galilea, vamos a conquistar nuestro espíritu, él nos espera, y juntas nuestras almas en un mismo esfuerzo romperemos las zarzas del camino, aunque sangren nuestras bocas No hace falta decir que el destinatario de aquel desiderátum era el propio Juan Ramón, aquel hombre de mirada mudejar y voz candente que dirigía a Margarita en su itinerario hasta las cúspides E donde anidan la poesía y la eternidad. El Conde entonces, empezará a soñar gue estabas ahí, de San Esteban del Cañongo no tarda en detec- los brazos abiertos, loco de alegría, porque tar los sentimientos tortuosos y alambicados sabías todo lo que era y no era en mí que el poeta ya cincuentón profesa a su hija, y Margarita siente crecer el amor dentro de sí lo expulsa de su casa, con imprecaciones que como un jimco ciego e irrevocable, como un hubiesen disuadido a otro amante menos juego infantil para podernos amar como tenaz. Juan Ramón, sin embargo, encauzará su niños devoción por Margarita por senderos de morEn otro lugar leemos estos versos estremecibosa y algo ridicula clandestinidad, espiándola dos de reproches e impregnados de un dolor a cierta distancia cuando se dirige, acompaña- apenas musitado: Desnudaste mi niñez en da de su rodrigón, a la Facultad de Füosofía de las auroras de abril Tú fuiste el que San Bernardo, o enviándole ramos de rosas abriste mis ojos azules con estrellas de oró, amarillas, como testimonios exhaustos de una bajo la tarde violeta, al estío del alma. Ese pasión que se va marchitando de lejanía y des- abrazo inefable que arrancaste cruel ala pecho. blancura de los nardos yo no te lo podía dar. Poco a poco dejamos de vernos. Yo me fui a ¿Qué esperabas de mí. Poeta? No te bastaba estudiar a Oxford y él a Estados Unidos con- que yo fuera la niña muda que tú amabas cluye Margarita de Pedroso, escamoteándonos Treinta insalvables años separaban a la adolesel epílogo de un amor cuya reminiscencia la cente que vivía instalada en un ensimismamartirizará durante años. En diciembre de miento primaveral del poeta de mirada ojero 1939, con España todavía humeante de pólvora sa y mártir que acaba de penetrar en su huerto y carne chamuscada, Margarita publica su pri- secreto. ¿Qué ceremonias sublimes jalonaron mer y único libro de poemas, Rosas (Imprenta aquel amor insensato y prematuro (o tardío, de Süverio Aguirre, Madrid) prologado por dependiendo de la perspectiva con que lo mireRafael Sánchez Mazas. El volumen, editado en mos) Margarita de Pedroso recrea alguno de octavo mayor, ha sorteado hasta hoy el escru- esos momentos privilegiados, cuando la impetinio de los especialistas juanramonianos, pero tuosidad de Juan Ramón está a punto de lanzar en él se cobijan las claves de aquella relación un envite fatal: Te sorprendió mi pureza, la imposible y desdichada. Desde sus primeras inocencia de mis labios. Me miraste con asomcomposiciones, Rosas convierte en ubicua la bro, como aquel primer lirio que cogiste en figura de Juan Ramón: Yo era la niña seria la mano y quedó limpia tu alma. Loco de que por la ventana tú veías pasar. Yo era la dolor, loco de pasión, me ofreciste tu poesía niña grave con trenzas de oro y ojos claros Junto al süencio de la rosa, el silencio de que tu mirada seguía a través del cristal. Tú mi boca, la locura de lá noche y la belleza eras mi amigo invisible y sombrío. Cuando eterna de las cosas por el balcón me veías, ya sonreías Vn Aunque los excesivos emblemas botánicos a día me llamaste por mi nombre. ¿Despertaste veces embriaguen el hbro con un aroma maceel sueño o borraste la realidad? Aimque rado y empalagoso, predominan en Rosas los Margarita no se atreva a especiñcar la natura- poemas de un raro misticismo carnal, abrasaleza de esa conmocióUi parece evidente que la do en las hogueras de una inminencia nunca presencia del poeta alterará la existencia de consumada. Juan Ramón no tardará en volver una muchacha que aún entretenía su imagina- al redil conyugal de Zenobia, como suele ocución con cuentos de hadas y que, a partir de rrir con casi todos los cazadores de nínfulas. Para Margarita, en cambio, el recuerdo de Juan Ramón será como un persistente zahir cuya efigie, lejos de atenuarse, se hace más nítida con el decurso del tiempo: Siempre estás ahí, yo no puedo huir, tú no te puedes marchar. Tu presencia llena mi día sólo con lo que de ti es eterno. Tu poesía, tu bondad, tu verdad. Siempre estás ahí, y entre cien mil caras, sólo conservo tu única expresión Cultura, deportes, sucesos, No quisiera concluir este artículo sin invornternador al... La sección última hora car la justicia poética, ese último consuelo que de http: abc. es le permltírá acceder aún nos resta a los sentimentales. Quiero pende forma inmediata a todas las sar que un ejemplar de Rosas llegó a manos de notídas desde el momento en que se Juan Ramón, en su exilio americano; quiero producen. pensar también que, mientras leía aquellos versos que hablaban de su traición, intentó recuperar con la memoria los rasgos ojivales de Margarita de Pedroso. Quiero pensar, por último, que la bruma del tiempo le impidió evocarlos con nitidez, y que entonces lo acometió esa exasperante sensación de vida desmantelada que tortura a quienes un día acariciaron con la yema de los dedos el efímero fulgor de la belleza. Información en tiempo real hííp: alx c Juan Manuel DE PRADA

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.