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ABC MADRID 12-08-1997 página 3
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ABC MADRID 12-08-1997 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR DOMICILIO SOCIAL J. I. LUCA DE TENA, 7 28027- MADRID DL: M- 13- 58. PÁGS. 104 PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 12 DE AGOSTO DE 1997 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA N colega de una de las antiguas Universidades alemanas me escribe pidiendo que intervenga cerca del ministro de Educación de Baden- Würtemberg (las Autonomías, ya se sabe) para evitar que supriman la cátedra de Lingüística Indoeuropea. Valora demasiado mi influencia, pero escribo de todos modos. El ministro me responde amablemente: que está en estudio, que las restricciones presupuestarias... Es ésta una pequeña anécdota, que espero acabe bien. Pero me da pretexto para hacer una también pequeña elegía a la vieja Ciencia alemana y los viejos profesores alemanes, a los que tanto debemos todos. Quiero referirme a la Ciencia humanística, aunque el caso no es, pienso, exclusivo de ella. En ésta, todo sigue adelante, pero los tiempos han cambiado, como para todos, soplan vientos universales. El caso que comento es un caso que se repite. Las llamadas asignaturas- orquídeas sufren la presión del mero. cálculo de costes y de alumnos beneficiados. Eran el orgullo de Alemania. Han suprimido muchas ya. Y una vez que fui a Hamburgo habían puesto en el paro a los redactores del Thesaurus griego que allí se hace. Supongo que lo arreglarían luego. ¿Y qué decir de la Lingüística Indoeuropea, orgullo de Alemania desde su fundación por Franz Bopp? Todos somos sus discípulos. Pero los tiempos cambian. En Alemania la eliminan aquí o allá o la explican un español o una japonesa o publicamos sobre esta Ciencia, en Alemania misma, los españoles. Después de todo, unas cosas se compensan con otras. No quiero ponerme melancólico, sino aprovechar el sucedido para recordar lo que eran las Universidades alemanas en el terreno de las Humanidades y las Ciencias para las generaciones españolas desde fines del siglo pasado. Cuando uno sacaba una cátedra enseguida lo, mandaban a Alemania para que aprendiera, como hicieron con Sanz del Río. Un poco risihle. Luego se empezó a ir antes, normalmente con una beca de la Junta para Ampliación de Estudios. Hoy la cosa va a menos: aparte de que muchos estudian en Norteamérica, las diferencias culturales, al menos en las materias humanísticas, han disminuido; todos nos tratamos de tú a tú, ya digo. Pero fue magnífico el empuje de la Ciencia humanística alemana desde mediados del siglo pasado hasta los tiempos de Hitler; no digo que ahora no, pero aquella fue su gran época. Lo malo fue el daño que sufrió, primero por obra del hitlerismo (que hizo exiüarse a grandes filólogos como Jáger o Frankel, igual qué a Freud, a Einstein y a tantos más) luego de las revoluciones estudiantiles desde los años sesenta: antijerárquicas, igualitarias. Nuestros colegas alemanes estaban asustados. Aun así, el que mucho tuvo, mucho conserva. Aunque episodios como el que abre estas líneas y el declive de las materias humanísticas en general abran un panorama poco optimista. En todo caso, aquel ambiente universitario- que y. o conocí mucho menos a fondo que otros profesores españoles- es algo que enternece. La veneración por la Ciencia, unida al respeto al profesor, era Uevada a grados para u LOS VIEJOS SABIOS ALEMANES dos. Aquí, en Alemania, en todas partes. Ahora que las cosas cambian, no está mal que hagamos el elogio de aquel tiempo pasanosotros increíbles (y que tal vez causaran do, no tan pasado en Alemania, que es más las reacciones que vinieron después) Fue conservadora que nosotros. Había en la enorme el influjo de esta Ciencia alemana en Ciencia alemana una conciencia de superioriEspaña, a través de hombres que estudiaron dad, en realidad las otras naciones de Europa todavía en aquella Alemania, tales como entraron en competencia con ella hasta que Ortega, Zubiri, Laín, Tovar o Rof Carballo, consiguieron, a veces, igualarla. Fue como un entre otros muchos. motor, aunque hoy la vemos, también a En un libro verdaderamente interesante, veces, como demasiado conservadora. Hizo publicado por Enzo Degani en 1990 y que premucho por toda la intelectualidad europea y senta recuerdos de los filólogos clásicos aleespañola que la frecuentaba (otra cosa es que manes, hay descripciones modélicas de la relaunos pocos sólo sacaran la presunción de ción profesor- alumno: de los rituales por los haberse sentado en aquellos bancos) La relacuales éste iba siendo admitido gradualmente ción profesor- alumno era un modelo, hoy apeen la intimidad del profesor. Invitaciones a los nas asequible. paseos por el bosque, a reuniones en cervecerías, en casa del profesor al final. El alumno Y era fraternal el trato dado a los colegas llegaba a ser como de la familia. Eran verdaextranjeros, aunque fueran jóvenes recién deras escuelas las que, así, se creaban. llegados. No faltaban la invitación a comer y la larga charla. Recuerdo los ositos que me Cuando Regenbogen (profesor de Clásicas al regaló Dirlmeier, el aristotélico, para mis hique yo escuché en Heidelberg) mencionaba en jos. clase a su maestro Wilamowitz, el príncipe de los helenistas alemanes, hacía una reverente Aquellos sabios trabajaban con una inteninclinación de cabeza. Supongo que entre ellos sidad que hoy es difícil de alcanzar. Recuerdo pasarían cosas como las que pasan aquí (quizá a Karl Deichgráber, otro helenista importante, no tanto) pero era hermoso, aunque arcaico. en un despacho sin adornos, sumergido entre Ya no están los tiempos para reverencias. libros, mientras roncaba la estufa. ¿Qué otra ¿Clasicismo? Quizá. Cuando en la cosa hacer sino trabajar en un ambiente puriBiblioteca estatal de Munich se enteraron de tano, sin televisión ni otros esparcimientos y que yo era catedrático, me dieron todas las con veinte grados bajo cero, quizá? Hoy ya facilidades que antes me negaban. En todo nadie hace obras como las que ellos hacían, la caso, hemos visto hasta dónde han llegado los labor de un hombre sólo ha de ser suplida por excesos de la democracia universitaria, en la de un equipo, a base de subvenciones y con que rigen los votos y no el saber ni el prestitoda clase de problemas. gio. No es un ambiente cómodo para el que de Es verdad que a veces escribían indigestos verdad ame la Ciencia, ha de hacerse perdomamotretos poco legibles. Hoy hemos humanar demasiadas cosas. nizado el libro. Pero quizás demasiado: pienso La democracia se inventó para regir los en los libritos de doscientas páginas o menos con portada de colorines y título llamativo, estados y las Universidades se han convertipura Ciencia light do en miniestados, con todos los inconve En fin, aunque a veces hemos sonreído leve: nientes y pocas ventajas. Ante los. miles de mente ante los viejos sabios alemanes por sus alumnos, los cientos de profesores y de mateexcentricidades, su encorsetamiento, su conrias optativas y los sistemas de selección del profesorado, sistemas cerrados que dejan servaidurismo, siempre los hemos admirado, hemos aprendido de ellos. Bajo el positivismo bien poco espacio a la libre competencia, los germánico que rechazaba a un Nietzsche latía, viejos profesores se sienten un tanto perdia veces, un profundo idealismo; hasta un hrismo a veces. Mommsen no sólo escribía historia romana, la hacía también cuando S O R T I J A S DE P E D I D A la revolución de 1948 y cuando hizoluchó en política liberal. Y Alemania producía, al lado de los Y ANIVERSARIO profesores, un Hólderlin, un Wagher. CON EL ESTILO EXCLUSIVO DE Cuando a Dirlmeier- y era un aristotélico, LOS GRANDES DISEÑOS ya lo he dicho- lo jubilaron, se fue a vivir a la isla de Itaca, nuevo Ulises. Alh murió. Visité su tumba en una de mis estancias en la isla. Luego ha habido, como he dicho, una tendencia a una igualación general y, también, un descenso de los estudios humanísticos, que eran un florón de aquellas Universidades. Ciencias minoritarias que eran (y son) la gloria de Alemania, chocan con obstáculos. Menos cátedras, menos alumnos, menos profesores. XJTSÍA. JO- VA. FIRIS TAJOA. E S UOSTSe llegará, sin duda, a una concordia. Porque la tradición es fuerte, pese a todo. Entre tanto, quede aquí mi homenaje a aquellos maestros. YANES MADRID 1881 Goya, 2 7 y Goya, 6. MADRID Francisco RODRÍGUEZ ADRADOS de la Real Academia Española

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