Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 09-09-1996 página 18
ABC MADRID 09-09-1996 página 18
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 09-09-1996 página 18

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página18
Más información

Descripción

18 ABC OPINIÓN LUNES 9- 9- 96 Panorama CON EL HOMBRE AL HOMBRO decretó, a DESDE que Nietzsche de sí mismo. finales del XIX, la muerte de Dios, el hombre ha tenido que hacerse cargo Un siglo con el hombre al hombro ha rebajado el engreimiento racionahsta y enfriado la fe en el progreso. Superado aquel fanatismo procientífico, ¿en qué creerá ya el hombre? Lo estamos viendo: en videntes, en horóscopos, en gurús, en cultos esotéricos, incluso, más fácil, en un Dios puesto en duda. Los políticos de este siglo han dado al hombre una meta: la libertad; los científicos le han ofrecido una panacea: la omnipotencia. Pero la libertad individual se ve más restringida que nunca por la competencia de las libertades democráticas, y el todo- poder de la ciencia decepciona, pues no da las apetencias caprichosas, la luna, por ejemplo- como quería Calígula- ni las apetencias trascendentes, la inmortalidad, pongo por caso. A finales del siglo XX, el hombre sigue teniendo sed de imposibles, necesidad de creer en algo que lo sobrepase, en algo a lo que merezca la pena servir, algo por lo que merezca la pena sacrificarse, incluso, morir. La necesidad de una fe trascendente le lleva a buscar, a probar, a tratar de descubrir... pero muy difícilmente se someterá a una ortodoxia institucional, menos aún, a mecanismos de control. Podrá seguir a un líder carismático, o admirar a la Madre Teresa de Calcuta, y tratar de imitarla, pero tendrá que sentir en sí mismo esa transformación interior, e incluso, administrarla personalmente, como se cuida la salud del cuerpo. El hombre moderno quiere fabricarse él mismo su propio mundo interior, con retazos de experiencias, de lecturas, de vibraciones éticas, de meditaciones ensimismadas; su sensibihdad espiritual es un sincretismo de emoción e información, vivido en el interior de su propia conciencia. La decepción de los sistemas políticos y la desilusión de la ciencia y el progreso, han dejado al hombre una vez más con la roca prometeica a sus pies. Pero su condición misma le lleva a divinizar la vida, esa ascensión penosa y siempre defraudada; los ecologistas y la intercomunicación planetaria lo están llevando a divinizar el cosmos. Los más incrédulos creen en un principio divino inmanente, o una energía cósmica que vendría a ser el alma o razón del mundo. El sueño más fecundo de este final de era cronológica es una armonía perfecta entre cuerpo y universo, entre natural y sobrenatural, entre lo humano y lo divino. Marta PORTAL Escenas políticas TROPICANA N cuanto Uegue a me voy una al Nuevo Apolo a ver lo E Tropicana nocheMadrid, Madrid, Madrid, de ese mujerío mulato que jamás vino a España con los socialistas en el poder. Fidel Castro se llevaba a Felipe González a Tropicana pero en Cuba, y en seguida acudían las mulatas con la sonrisa dentífrica, los volantes mínimos, la teta alta y la grupa de potranca, y nosotros, los votantes, teníamos que conformamos con mirarlas en el couché. Las mulatas mayormente están como el pan con queso y tienen un candombe capaz de suliveyar al Discóbolo. A Felipe González, a juzgar por la sonrisa y la cara de pascua, le suliveyaban cantiduvi las mulatas, y se le iba la mano a la gloriosa frontera lumbar de la cintura. Y nosotros, los votantes, nada, al couché. Ahora se puede decir a boca llena, Feüpe fue un desigual que predicaba igualdades y se píUaba las cosas para él solo. Se quedaba con wñly Brandt, con Gustavo Cisneros, con la secretaria de Sarasola, con el premio Carlomagno, con la María Antonia Abad, con Carlos Andrés Pérez y con las visitas a Tropicana Y con todo lo que no se dice. Bueno, a Tropicana mandó Felipe González a don José Federico de Carvajal, con la Medalla. Fehpe González, cuando quiere que le guarden una cosa, no sé, la siUa en el partido o las mulatas de Tropicana pone siempre aUí de centinela a don José Federico de Carvajal, que a lo más que llega es a escribir una balada o ima pastorela. Ahí que se quede José Federico, que no sufre tentaciones Y José Federico lo mismo le guarda a Felipe la silla del partido mientras descuelgan el retrato de don Carlos Marx que le pone la Medalla a Fidel sin tocarles a las mulatas la gloriosafronteralumbar de la cintura. Para tener más seguridad en evitar esa tentación, don José Federico se llevó a Cuba a Elena Boyra, que nunca sé si Boira se escribe así, con i latina, o Boyra, con y griega, que eso de llevarse a la novia a Cuba, y más a Tropicana dicen los castizos que es lo mismo que llevarse el bacalao a Escocia. Y además, don José Federico les traía los cohibas a los compañeros. Socialismo es libertad, pero a veces también es cohibas, que no hay por qué poner límites al paraíso del pueblo. Cuando salían en el couché las mulatas de Tropicana a mí, que a veces me pilla el rijo, me daba por tomarritmoleyendo a Nicolás Guillen, y así lograba conciliar algo los malos pensamientos con la cultura, cosa por otra parte muy posible y hasta frecuente. El Comandante y el Demócrata (socialismo es libertad) se tomaban un mojito de cofrades y después se iban a Tropicana a ver candombes y traqueteos. Tengo entendido que al Comandante las mulatas le traen al fresco y como si lloviera, porque los avatares de la lucha o la mala fortuna lo dejaron como para La corte de Faraón pero siempre le queda al hombre el ojo para gozar de la devoción contemplativa. El mono desnudo pocas veces dimite del todo. Ahora, cuando ya a don Felipe González le han salido las canas propias del deterioro del poder, el doloroso trato de los sinvergüenzas, los relatos de horror de la cal viva, los papeles de Laos, los mojitos con Fidel y las visitas a Tropicana vienen aquí las mulatas. Nunca es tarde sí la mulata es buena, pero es que uno se hace viejo a velocidad supersónica y ya no está el body para rumbitas. Si esto de Tropicana me pilla con quince años menos, palabra que me voy al Nuevo Apolo y les aplico a las mulatas de Tropicana el tratamiento que en mi tierra dieron los huertanos del Segura a las comparsas del carnaval brasileiro, miüatas más de samba que de rumba, pero mulatas al cabo. O sea, el mordisco murciano. Hasta dejarme en el anca la dentadura postiza. Jaime CAMPMANY VENDA SU COCHE SOBRE LA MARCHA

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.