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ABC MADRID 28-06-1996 página 3
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ABC MADRID 28-06-1996 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 28 DE JUNIO DE 1996 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA 1 N el recuerdo ocasional o menor, de a q u e l l o s la crítica le había sido años, Barcelomuy favorable. Y lo na era una ciudad en la que, de modo disperso, que hacía mucho frío. había podido yo visEstoy hablando de mi lumbrar en algún adolescencia, y ningucuento o en novelas na época resulta más más breves podía aquí La escritora catalana Ana María Matute fue elegida ayer para ocupar el sillón K adecuada que ésta para desplegarse en su total de la Real Academia Española, vacante desde la muerte de Carmen Conde. Pere hablar de ima escritora granazón. La escritora Gimferrer glosa en éste artículo el personal mundo narrativo de la nueva académica cuyo espacio imaginaha tenido luego- e n tivo natviral parece ser Primera memoria o el tiempo adolescente. Las casas, por dentro, en La trampa o en La torre vigía -otros da, de la carcasa de una radio. Le preguntan eran destartaladas, solemnes y hórridas, momentos de plenitud, y los tendrá sin duda, qué Ubro regalaría, y menciona los Evansiempre de otra época, siempre con aquella de nuevo en el futuro, acaso ahora mismo, gelios. Le preguntan por los escritores jóvemezcla de aparatoso mal gusto ajado y de luz pero a Los hijos muertos le corresponde la nes y responde que los Goytisolo darán desconchada que parecía caracterizar al xmidoble prerrogativa o prioridad de haber sido mucho que hablar. Pero la persona, unida a la verso adulto: ser adulto, dejar de ser adolesocasión para que por primera vez se expansiovoz, mucho más tarda en aparecérseme: será cente, era sin duda ingresar en este ámbito en nara el aliento fabulador y poético que apaya al filo de mis veinte años, de modo fuga ¿en el que al carácter anacrónico y como enfundarecía ya, cuan poderoso, en la turbadora novealgún bar olvidado- ¿acaso el Neguri? y, do en cretona del mobiliario sé aunaba cierta la inicial Los Abel y también de haber consluego, en Sitges, en el hotel Calípolis, en la rigidez a un tiempo físico y moral, hasta tal tituido el lugar de un encuentro, en la vastecena de los premios de la Crítica, probablepunto que imo podía creer fácilmente que oía dad pirenaica, que equivalió a un reconocimente en 1972, al año de mi boda, cuando los crujir las vértebras y articulaciones de los miento en mi trayectoria de lector. Aquellos obtuvieron Salvador Esprín y Francisco Ayamayores, casi como huesos de pájaro o varila. Y aquí y allá y acullá: en este o aquel pre- nombres de personas o lugares- los Corvo, llajes metálicos, con cada difícil movimiento, Hegroz- con resonancia de sima mítica; aquemio, o en la terraza de su antigua casa de la apenas concebible en un mundo cuya supervilla prosa galvanizada de imágenes; aquel lencalle de Provenza, con una fortaleza medieval vencia parecía depender de la más perfecta guaje táctil y visual a un tiempo; aquellos de madera, juguete para niña mayor, miniatuinmovilidad. Yo me santiguo ahora al ver con parajes de monte abrupto, aquella ciudad- la ra terribilísima en el regazo; o, ya esta estaqué inconsciencia muchas personas de mi mía- a la Vez reconocible e irreconocible en la ción ferrocarrilera de aquel su cuento galargeneración han podido caer de nuevo en la donado, permanente Matutova como se lee invención y el destello de la página; aquella misma trampa, y ser tan rígidos, tan poco fle- en algimas de sus traducciones eslavas, y guerra por mí no vivida, que se convertía, no xibles, tan peones de otra ortodoxia, tan escaen cromo edificante o en vinoso cartelón de como solía llamarla Jaime Gil de Biedma. samente imaginativos como sus mayores: han romance de ciego, sino en este peculiar génePero no vaya a creerse que todo esto es pacollegado a ser, én suma, aquello que se juraron ro de arquetipos trágicos que denotan una tilla de decires y de mohines entre amigos, no; no ser jamás. Entonces y ahora- en aquella verdad profunda; y, acaso por encima de todo cumple rendir homenaje, no a tal o cual crisBarcelona fría, en aquel Madrid de hollín; ello, aquella infancia cmcificada, aquella adotalización momentánea de los humores de también en esta Barcelona de luz, en este lescencia herída, aquel muñón de luz cautiva ima época, sino a una escritora de cuerpo Madrid de nácar- la escritura de Ana María entero. Y, para hacerlo de modo cabal, es pre- en los ojos que a un tiempo expresan el dolor, Matute encamó, y encama, la subversión que el deseo y la inocencia, ojos de niño vistos con ciso acudir al punto de intersección temporal, parecía un privilegio efímero y frágil de la sensibilidad adulta, para decirlo en Ubre paráen el que, en mi experiencia, se estableció el adolescencia. frasis, cabalmente, dé cierto ensayo de T. S. más fecundador diálogo con su escritura: Eliot que por entonces tradujo Jaime Gil de Manifiestamente, la literatura era esto: no Era un verano montuno o montaraz, a fines Biedma: así se me apareció, restallante en su el sopicaldo que dispensaba en tacitas el de los años 50, en las soledades del valle de plenitud e inalterable en ella ya, el arte de periódico matinal, ni tampoco aquellos medaNuria. Acababa de aparecer la obra hasta Ana María Matute, que ha sabido ser también llones de chafarrinones y de similor que entonces de mayor aliento de la escritora: soñadora de un ultramundo de amores exhibían los escaparates en la calle venteada Los hijos muertos Aun con algún reparo sombríos y de torreones ásperos. A ningún y gris como un fotograma en blanco y negro. otro escritor se parece. Me dirán acaso alguNo: la literatura eran aquellas palabras de nos que a Faulkner; ocurre más bien que su Ana María Matute que surgían donde menos modo de no parecerse a nadie hace pensar en se las esperaba, los faros de aquel auto de líel modo de no parecerse a nadie que Faulkner nea que avanzaba por la carretera solitaria en tiene. Le debemos hoscas baladas legendaun relato aparecido en un semanario femenirias, viñetas urbanas o rurales, esquirlas de no y quedaba grabado en la mente y aun diríasagas broncíneas, cuajáronos de epopeyas de mos que en la retina, con tanta intensidad nuestro tiempo envueltas en papel de períódicomo, muchísimos años más tarde, un coche co ensangrentado. Le debemos, muy principarecido en alguna película de Víctor Erice, palmente, este instante de revelación abismal de Gutiérrez Aragón o de cierto Carlos Saura. que permite vislumbrar los intersticios del Naturalmente, la poesía que de tales textos COLLARES AUSTRALIANOS ser, lo que en lo hondo somos- Yo sé quién dimanaba era- como en el título de un relato PERLAS FINAS CULTIVADAS soy decía don Quijote- lo que la palabra de la autora que hace pocos años tuve la satiscomún antes ignora que nombra, la comarca facción de premiar en un jurado ferroviario BRILLANTES que sólo el poeta, o quien la alteza del habla presidido por Camilo José Cela- de ninguna ESMERALDAS poética ha conquistado, descubre para maraparte ni de aquí ni de allá, ni de un tiempo ni villa de cada lector. Era humosa y coqueta sin ZAFIROS de otro, del lugar y el tiempo de Ana María gracia y redicha aquella Barcelona; pero aquéMatute. Tal es, precisamente, el rasgo distinRUBÍES llas palabras de Ana María Matute eran muy tivo de quien es de verdad escritor. de verdad y, aventada la ciudad del tiempo de En aquel cono de luz tamizada o cúpula de impostura, permanecen. claridad invertida del recuerdo adolescente, CASA CENTRAL; CALLE ZARAGOZA, 3 la voz de Ana María Matute- poco más de A p a r c a m i e n t o Pza. M a y o r Pere GIMFERRER treinta años podía tener ella entonces- emerge, en la estupefacción de la tarde narcotizade la Real Academia Española ABC POSIBLE IMAGEN DE ANA MARÍA MATUTE DOMICILIO SOCIAL J. L LUCA DE TENA, 7 28027- MADRID DL: M- 13- 58. PÁGS. 208 E

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