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ABC MADRID 03-04-1996 página 3
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ABC MADRID 03-04-1996 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR DOMICILIO SOCIAL J. I. LUCA DE TENA, 7 2 8 0 2 7- MADRID DL: M- 13- 58. PÁGS. 112 PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 3 DE ABRIL DE 1996 S una pregunta que me hago con demasiada frecuencia: ¿cómo lo sabe? Se lee muchas veces que los embajadores venecianos del siglo XVH contaban con pelos y señales las conversaciones entre Felipe IV y el Conde Duque de Olivares, a puerta cerrada y a las que sin duda no habían asistido. Sin embargo, la mayoría de los historiadores lo dan por bueno y parten de ello para interpretar la época. Acabo de leer las referencias a una larga conversación secreta entre dos políticos españoles, en las que se cuenta con toda precisión lo que han hablado, lo que uno ha exigido al otro. Y vuelvo a preguntarme: ¿cómo lo sabe? Por si esto fuera poco, hay que añadir que es inverosímil. ¿Cómo se puede pedir a alguien lo que no puede conceder? Si alguien me pide que le regale las pirámides de Egipto, tendré que contestarle que no está en mi mano, y que aunque quisiera- que es mucho decir- sería en vano. Ningún político puede disponer de la estructura de la nación que pretende gobernar, y menos todavía en ima democracia. Un dictador podría intentarlo, y acaso imponer pasajeramente su voluntad, pero a la larga fracasaría, por la fuerza de la reaUdad. Da la impresión de que algunos medios de comunicación, al ver la probabilidad de que los asimtos españoles, después de las elecciones, se resuelvan de manera razonable, inventan exigencias inaceptables, contrarias, no ya a la Constitución, sino a la estructura real de las cosas, y auguran así el fracaso de tales avenencias. En algunas ocasiones, se ensaya, por parte de ciertos políticos, la técnica de hacer ascos a lo que significa la voluntad mayoritaria del país- si se prefiere, la mayor de todas las minorías- Es una técnica que me parece peligrosa, porque podría Uevar a desistir de los acuerdos y resignarse a que hubiese pronto- dicen que en agostonuevas elecciones. Es evidente que esto no conviene, quiero decir que no le conviene a nadie, pero tampoco se acabaría por ello el mundo. Y habría que preguntarse en qué medida, y en qué orden, se escalan los inconvenientes. Si se tiene en cuenta la realidad, si no se la falsea, si no se la sustituye por los deseos particulares o por las manías, o por la mala voluntad, siempre se puede llegar a una concordia suficiente, que no excluye las discrepancias parciales que son la sustancia misma de la convivencia. He dicho muchas veces que lo más respetable de este mundo es la realidad, y su aceptación es la norma suprema. Es la condición de todas las disciplinas que aspiran al éxito y FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA TENTAOiSNES la eficacia. Ingenieros y arquitectos no ponen en cuestión la ley de la gravedad, los principios de la matemática, la resistencia de los materiales. Los médicos parten de la anatomía y la fisiología, no se les ocurre suponer im número arbitrario de costülas o de vértebras, desconocer las relaciones entre las visceras, aislar el sistema nervioso de las funciones respiratorias o digestivas. Esta elemental cordura falta muchas veces cuando se trata de los asuntos más propiamente humanos, aquellos que se refieren a la convivencia en una sociedad o a los aspectos estrictamente personales, que son los que piden mayor rigor, por su finura y delicadeza y porque son los que encierran mayores pelaos. ¿Se cree que se puede operar in anima vili cuando se trata de las complejas estructuras milenarias de las sociedades humanas? Unas veces se parte de una concepción arbitraria, rígida y homogénea, y se pasa por alto la diversidad real, que viene de siglos de historia y envuelve los proyectos de futuro, y otras veces se desconocen las relaciones mutuas, la larguísima historia común, anterior a las partes, órganos y variedades, la imbricación real de los múltiples ingredientes, y se intenta una especie de vivisección que inevitablemente acarrearia la muerte del organismo total y, claro es, de sus partes. Creo que la fidelidad a la verdad es el único método eficaz para los asuntos humanos. Repásese la historia de Europa en nuestro siglo- tan admirable, tan desastroso- Se verá que ha estado pertiurbada, en grados apenas imaginables, por falsedades que al cabo del tiempo resultan evidentes, pero que han sido acuñadas por unos pocos, han fascinado a grandes multitudes, han sido impuestas por la fuerza a los que se han resistido a aceptarlas. In- CIO Porque el fin de semana se prepara el jueves, la mejor oferta de ocio, todos ios jueves con ABC del ocio vención fraudulenta, fascinación fanática, violencia: estos han sido los elementos con que se ha conseguido torcer los destinos de Europa y sumirla varias veces en la catástrofe y la miseria. Cuando se piensa que todo ello se hubiera podido evitar, con un mínimo de clarividencia y espíritu crítico, invade algo así como una desesperación retrospectiva. Pero ¿por qué retrospectiva? ¿No acechan hoy peligros no tan distintos de los que acontecieron en el pasado? En la misma Europa, ¿no se están repitiendo las mismas actitudes, con los mismos atroces resultados? La falsificación de la historia, cuando parecía superada, rebrota de manera incansable. La remota, por supuesto, y en im grado inconcebible. La última moda es la falsificación de la reciente, de la que todos los que no son demasiado jóvenes conocen, para quienes consta la suplantación. No pasa día sin que se lean o escuchen deformaciones evidentes, que se dejan pasar sin la menor protesta, que prenden en los que aceptan lo que se les dice y, dada la absoluta deficiencia de la enseñanza de la historia, carecen de medios de defensa. Hace pocas semanas terminé un artículo con estas palabras: Lo que debe descalificar sin remisión es el uso de la mentira como instrumento político. Hay que volver la espalda al político que lo haga. Y hay algo todavía peor: que un político pida a otro que mienta también Mídase la gravedad que esto encierra. Significa tentar a cometer el pecado más difícil de perdonar. Es, podríamos decir, la intensificación, la reduplicación de la mentira, lo que debería acarrear el máximo desprestigio. Pero la tentación puede resistirse, y entonces no es pecaminosa. Lo inaceptable es caer en ella, dicho más crudamente, consentir a ella. La historia de estos funestos consentimientos derramaría nueva luz sobre casi todos los desastres de nuestro siglo: piénsese en el origen de la primera Guerra Mimdial, en las facilidades que dio Alemania para la implantación del bolchevismo en 1917, en la desmembración rencorosa del Imperio Austro- Húngaro, en el triunfo consentido de Hitler y, por tanto, en la segunda guerra y sus espeluznantes consecuencias. Y sin salir de España... Evitemos que un político pida a otro que mienta; si éste lo hace, no sólo comete una acción imperdonable, sino que comete, ni más ni menos, un suicidio. Julián MARÍAS de la Rea ¡Academia Española

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