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ABC MADRID 24-03-1996 página 79
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ABC MADRID 24-03-1996 página 79

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC m mmam mmm menino fuera de casa. Destaca el hecho de que los porcentajes de empleo femenino sean mucho más bajos que ios de otros países europeos. La distancia de nivel de vida, de estructura económica, no es tanta. Así que cabe sospechar que las mentadas estadísticas en España infraestiman la auténtica realidad. Mi jeres trabajadoras, con salario o sin él Las amas de casa andan más ocupadas de lo que indica su estatuto laboral. De ahí que sea artificiosa la cuestión de si trabajan (de forma remunerada) o si se dedican sólo a sus labores En esto del trabajo de la mujer, como en todo, las encuestas nos dan una información, pero luego hay que analizarla e interpretarla. Ahí es donde surgen las dudas, donde se presentan los matices. Una primera observación es la que se desprende de las estadísticas oficiales, las únicas que hay sobre el trabajo feHay buenas razones para reforzar esa sospecha. Muchas mujeres trabajan de manera sumergida no tanto por discriminación, sino por un cálculo racional. Resulta que la familia ya tiene seguridad social normalmente a través del marido. En ese caso la mujer casada decide ocuparse fuera, pero con un trabajo sumergido es decir, sin pagar impuestos. Nos podemos escandalizar de ese hecho, pero sería una queja tan inútil como hipócrita. Es una respuesta a la presión fiscal tan extravagante que existe en España (en proporción a los servicios públicos de que disponemos) Pero aquí no estamos para indignarnos, sino para interpretar los fenómenos socia- se podrían repartir entre los les. miembros adultos del hogar, Otra línea de interpretación, pero es un hecho que cada vez todavía más sutil y compleja, más se cargan a las mujeres, es la que parte del distinto pa- singularmente al ama de casa. pel que representan las mujePor todo lo anterior se colige res en la estructura social. Los que las amas de casa andan varones adultos se centran en bastante más ocupadas de el trabajo de manera casi ex- lo que indica su estatuto laboclusiva, a veces incluso obse- ral, que es nulo. De ahí que, en siva. Las mujeres (y más sin el caso de las mujeres, sea un son madres) atienden otras tanto artificiosa la cuestión de preocupaciones, además de si trabajan (de forma remunelas laborales. Para empezar, rada) o si se dedican sólo a suelen encargarse de muchas sus labores Una razón adicional viene a tareas domésticas además de las que realizan fuera de casa complicar las cosas. Durante (trabajo, estudio, dedicacio- los últimos lustros se observa nes a l t r u i s t a s) Las t a r e a s la tendencia a que las mujeres d e n t r o del hogar incluyen alarguen el tiempo de los estucada vez menos el cuidado de dios, por delante de lo que es los niños, pero cada vez más la usual para los varones. No es atención a los jóvenes y a los el moinento de discutir la raviejos. En muchos casos se cionalidad de ese decisión, trata de jóvenes parados o en sino de registrar su existencia. busca (incesante) del primer Es un hecho que retrasa el iniempleo. Es decir, la familia cio laboral de muchas mujeopera como una especie de res, si bien no puede interpreSeguridad Social B a cuyo tarse como una forma de discargo suelen estar las muje- criminación laboral. Al revés, es la condición fundamental res. para superar el atraso históOtra alteración sustancial de las costumbres españolas rico que comentamos. La auténtica discriminación es que los hogares realizan cada vez más un papel de de- contra las mujeres sería que cisión económica. Los hogares son como pequeñas empresas, tan complicada es la función de manejar el dinero, archivar recibos y papeles, a t e n d e r arreglos del hogar, organizar los ocios. Todos esos deberes iQué le parecerá qm su efe dípecáo fuese una mujer C G SiMON no se les permitiera estudiar o trabajar como a los varones. Francamente esa forma cruda de discriminación a p e n a s existe. Otra cosa es que la est r u c t u r a social exija que, según hemos visto, las mujeres se apresten a desempeñar distintos papeles. La discriminación más aguda está en esa múltiples exigencia. La prueba es el dato, que registran diferentes encuestas, sobre la mayor constelación de manifestaciones de estrés que aquejan a las mujeres. La verdadera discriminación sería hoy la de que, a igualáad de obligaciones en la esfera laboral, las mujeres reciben menos salario que los varones. Es un hecho difícil de demostrar. Habrá casos que documenten esa relación injusta, pero no todos requieren la misma i n t e r p r e t a c i ó n Puede ser que muchas mujeres consideren como periféricas u ocasional para sus vidas la circunstancia de su situación laboral. Eso es así precisamente porque, junto a la vocación profesional, muchas mujeres buscan otras formas de realizarse, de dar un sen- tido a la vida. Por eso, si pueden permitírselo, eligen más los empleos que, a igualdad de salario, permitan un horario cómodo, unas condiciones más satisfactorias. Habrá, sí, ejemplos de odiosa discriminación laboral contra las mujeres, pero también muchos varones excesivamente polarizados por el trabajo. No se sabe qué es peor. La más sutil discriminación puede venir dentro ya de la estructura laboral, donde trabajan varones y mujeres, pero m a n d a n más los primeros. Este desfase bien puede ser la consecuencia de una estructura pasada, la que hacía que muchas mujeres no accedieran a las carreras universitarias. Esto ya no es así, por lo que, dentro de unos años, esta factor ya no contará. No es la única causa. A igualdad de titulación universitaria, sucede que los varones ocupan más posiciones directivas que las mujeres. Puede que estemos ante otra consecuencia de la polarización laboral de los varones. Esto es, a muchas mujeres les interesa un puesto técnico o profesional, pero no directivo, desde el momento en que la dirección significa absorbente dedicación. Hay un impulso de mandar como una necesidad básica de la personalidad humana, pero no quiere decir que sea la única ni las más valiosa. Más que la discriminación laboral, lo que debe preocupar es la desigualdad de oportunidades educativas, que puede ser por el sexo o por otras circunstancias. Por fortuna esa desigualdad básica se va corrigiendo cada día más. Es uno de los factores de cambio social más significativos. Será literalmente otra la sociedad que supere esa barrera. En el entretanto no es malo que los españoles sean sensibles a las posibles desigualdades según el sexo. Esa conciencia es imprescindible para edificar una sociedad donde sea más agradable vivir. Amando de MIGUEL Más que la discriminación laboral, lo que debe preocupar es la desigualdad de oportunidades educativas, que pueden ser por el sexo o por otras circustancias

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