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ABC MADRID 04-10-1995 página 49
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  • EdiciónABC, MADRID
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MIÉRCOLES 4- 10- 95- CULTURA ABC Pág. 49 Fallece a los setenta y cuatro años la académica y novelista Elena Quiroga La autora de La soledad sonora poseía el premio Nadal, el de la Crítica y el Rómulo Gallegos La académica y novelista Elena Quiroga, que cumpliría 74 años dentro de unos días, falleció ayer en la Clínica Modelo de La Coruña tras una larga y penosa enfermedad. En el mes de agosto sufrió la fractura de una cadera, lo que unido a la dolencia hepática que padecía le obligó a ingresar en un hospital de Vigo. De Numerosas personalidades de la cultura gallega y miembros de la Real Academia Gallega desfilaron durante todo el día de ayer por la capilla ardiente para testimoniar el pésame a los familiares de Elena Quiroga, que será enterrada a las cuatro de la tarde de hoy en el cementerio de Villafranca del Bierzo. Varios de sus compañeros de la Real Academia Española recordaron ayer la personalidad de Elena Quiroga. José García Nieto señalaba que la escritora era una persona vital, entusiasta de su trabajo y se notará el hueco de su ausencia Según Julián Marías, se trata de una pérdida dolorosa, insustituible Emilio Alarcos observó que Elena Quiroga era una persona muy interiorizada, que intervenía poco en debates públicos desde que se se quedó viuda porque prefería las discusiones en pequeños grupos, a los que asistía regularmente Por su parte, Manuel Seco apuntó que era Elena Quiroga una persona puntual y activa. Como novelista fue uno de los puntales del último medio siglo, una de las grandes representantes femeninas de la novela española Sus restos serán enterrados a las 4 de la tarde de hoy en el cementerio de Villafranca del Bierzo La Coruña Madrid. S. CJ S. I. allí fue trasladada a la Clínica de La Coruña, donde fue operada. Elena Quiroga había sido galardonada con el premio Nadal, el de la Crítica, el Internacional Rómulo Gallegos y la Medalla de Castelao que le concedió la Junta de Galicia. Su desaparición ha causado un profundo pesar en el mundo literario y académico. ella consideraba espontánea hay una frase de Goethe que adquirió para Elena Quiroga la categoría de máxima: La diversidad es la característica del genio Propuesta por Rafael Lapesa, Gonzalo Torrente Ballester y Carmen Conde fue elegida el 13 de enero de 1983 para ocupar el sillón a de la Real Academia. Se convertía así en la segunda mujer que ingresaba en la Docta Casa después de que lo hiciera Carmen Conde en 1978. Tomó posesión el 8 de abril de 1984, con un discurso titulado Presencia y ausencia de Alvaro Cunqueiro y fue contestada por Rafael Lapesa. Ayer, el académico subrayaba a ABC que Elena Quiroga fue una excelente novelista con una prosa también excelente. En la Real Academia Española todos sentíamos la mayor admiración por ella. Elena Quiroga unía a la belleza de sus novelas su encanto personal Antes de que su enfermedad empeorase y cuando ya no podía decirse que disfrutara de salud, la autora de El pájaro de oro acudía a las sesiones de los jueves de la Real Academia. Se la veía marcharse calle Felipe IV arriba apoyada en el brazo de Torcuato Luca de Tena, que la acercaba hasta su casa. Doña Elena- mujer que no era parca a la hora de animar a otras y felicitarlos por su trabajo- prematuramente envejecida caminaba con un aparente cansancio que no era sino dificultad. Fue Elena Quiroga una mujer cumplidora hasta el final. La escritora sufrió en agosto la fractura de una cadera, lo que unido a una dolencia hepática le obligó a ingresar primero en un hospital de Vigo y más tarde en La Coruña, donde murió ayer produjo en 1949 con una primera novela, La soledad sonora a la que siguió en 1951 un título emblemático: Viento del Norte novela con la que obtuvo ese año el premio Nadal. publicar apenas nada. Aún así, su relativo anonimato quedó en suspenso con- la publicación, justo en 1960, de Tristura obra con la que obtuvo el premio de la Crítica. Vendrían después Escribo tu nombre (1965) que en 1967 fue merecedora del premio internacional Rómulo Gallegos. En 1973 Elena Quiroga publicó su obra titulada Presente profundo (1973) Elena Quiroga cimentó su obra en tres pilares fundamentales: la insolidaridad, la incomunicación y la soledad humanas. En ésta última hace incidir especialmente a sus personajes, hasta el punto de referirse a ella en su novela Escribo tu nombre en términos rotundos: Humana soledad congénita En su evolución literaria, que La soledad humana Esta distinción le otorgó fama y popularidad, si bien ella siempre rehuyó los agasajos, recluyéndose en un anonimato que le fue más gratificante y productivo. Hasta los años sesenta sus novelas se suceden con escasa interrupción- La sangre Algo pasa en la calle La enferma La careta Plácida, la joven Trayecto 1 y La última corrida pero pasada esta época su distancia de la vida literaria se agudiza hasta el extremo de no Pasión literaria Nacida en Santander el 21 de octubre de 1921, Elena Quiroga y Abarca era hija de los condes de San Martín de Quiroga. Su infancia transcurrió en Galicia, más concretamente en el Pazo que su familia poseía en el Barco de Valdeorras (Orense) Más tarde vivió en la casa de su tío Estanislao Abarca, un mecenas que formó un núcleo de artistas del que también eran asiduos Unamuno y García Lorca, entre otros. Tras una larga estancia en La Coruña, se traslada definitivamente a Madrid en 1950, fecha en la que contrae matrimonio con el historiador Dalmiro de la Válgoma, el que fuera secretario perpetuo de la Real Academia de la Historia. Precisamente, en el edificio que alberga esta institución vivió Elena Quiroga desde 1967. Su nacimiento a la literatura se Bibliografía La soledad sonora (1949) Viento del Norte (1951) La sangre (1952) Algo pasa en la calle (1954) La enferma (1955) La careta (1955) Plácida, la joven (1957) Trayecto 1 (1957) La última corrida (1958) Tristura (1960) Escribo tu nombre (1965) 1 Presente profundo (1973) El pájaro de oro 1 La otra ciudad Un hueco difícil de cubrir Ha muerto mi paisana y compañera de Academia la escritora y novelista Elena Quiroga, dama de gran amor a las letras y a la cultura y no escasa preocupación por todo cuanto pudiera suponer la lengua y la literatura. Descanse en paz. Siempre alerta a la presencia de la mujer en la vida académica y pública española, la muerte de mi buena amiga deja un hueco difícil de cubrir con serenidad y acierto. Camilo José CELA de la Real Academia Española

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